El museo del pasado y el presente
Si hay un Parador donde uno siente que viaja en el tiempo ese es, sin duda, el mítico Hostal San Marcos. Uno de los alojamientos más emblemáticos y uno de los monumentos más representativos del Renacimiento, en el que estuvo confinado Quevedo. Desde su reapertura en 2020, tras una reforma integral, el Parador de León es un auténtico museo del pasado y del presente. Incluye intramuros piezas clásicas como la sillería del coro del siglo XVI o el altar en piedra del claustro, ambos con la firma de Juan de Juni. También un repertorio de cantorales gregorianos de los siglos XVII y XVIII, una colección de importante talla y pintura, en la zona del vestíbulo y escalera principal, y la magnífica colección de 9 tapices con una variada iconografía en la que se ilustran batallas legendarias, temas clásicos y motivos heráldicos.
Pero lo que más sorprende de este histórico edificio que acogió durante siglos a monjes de la Orden de Santiago, es la vasta muestra de más de 500 piezas de arte contemporáneo. Destaca el techo de madera de Lucio Muñoz, en el que colaboraron el escultor Julio López Hernández y el pintor Jaime Burguillos. Encontramos también grabados de Amalia Avia y Fernando Zóbel, un retrato de Antonio López a su madre y de una serie de obras sobre Galicia de Carmen Laffón, que se exhiben en el hall contiguo al atrio. Además, las galerías de las tres plantas que rodean este espacio ofrecen un exhaustivo recorrido por la escena artística española de los años cincuenta y sesenta (abstracción y figuración). Juan Barjola, Gloria Merino, Agustín Úbeda, Rafael Canogar y Francisco Farreras son algunos de los artistas que encontramos en la primera planta. Ya en la segunda, además del citado Juan Barjola en su etapa más abstracta, hay lugar para Joan Hernández Pijuan, Jordi Teixidor, Eduardo Chillida, José Guerrero y Pancho Cossío. Y en la tercera planta, acuarelas y óleos sobre papel de los artistas Cirilo Martínez Novillo, Menchu Gal, Luis García Ochoa y Agustín Redondela.
En el salón Vela Zanetti, en cambio, se rinde homenaje al artista del mismo nombre. El espacio reúne una colección completa de 32 óleos de este destacado muralista, famoso por su obra para la sede de la ONU. En el salón José Caballero, se exhibe una muestra de las obras de este artista de los años 60. Y en el comedor del restaurante, una colección de bodegones entre los que destacan tres pinturas de Juana Francés. En el Parador de León encontramos también a uno de los exponentes del pop art español: Alfredo Alcaín. Grabados, que puedes disfrutar en una de las salas comunes, que presentan puertas de establecimientos de un Madrid que tiende a desaparecer, para ahondar en la estética urbana más castiza de una época.
Un Parador único que sorprende por dentro y por fuera. Desde su fachada plateresca a su claustro o su salón capitular. No sabrás dónde mirar.