El 18 de junio del 2023, y tras más de 17 años trabajando para la misma empresa, F. acaba siendo despedido. La explicación que da la empresa para despedir al empleado es que este incurrió en una falta muy grave durante su turno de cierre. Una noche en la que todo se echó al traste.
Después de que esta cadena de comida rápida le comunicara al trabajador lo que era un despido disciplinario, este no estaba para nada de acuerdo. Tanto que tomó la decisión de llevar el caso a los tribunales. Primero, poniendo una denuncia en el juzgado de primera instancia. Sin embargo, el Juzgado de lo Social nº5 de Bilbao desestima la demanda, considerando que los hechos eran lo suficientemente graves como para despedir al trabajador.
No contento con la decisión del tribunal, el empleado decide ‘gastar su última bala’. En este caso, presentar un recurso de suplicación para que el caso escalara hasta el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. No obstante, este órgano no hizo sino confirmar la sentencia inicial, negándole así la última intentona de F.
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Y es que la empresa contaba con pruebas suficientes como para demostrar que el trabajador, tal y como defendían, había incurrido en faltas graves. Todo se destapó, en gran parte, gracias a las grabaciones de las cámaras de seguridad. Algunas de ellas captaron al trabajador consumiendo alcohol durante su turno junto a otros compañeros, dejando de lado las tareas de cierre asignadas y perjudicando a los empleados del siguiente turno.
Fueron estos mismos los que se quejaron de la situación que encontraron el día siguiente en el local. El restaurante estaba sin limpiar y las tareas de cierre no se habían llevado a cabo, por lo que la apertura se tuvo que retrasar. Una de las compañeras del denunciante dejó claro que, además, ese consumo de alcohol durante el cierre fue premeditado. Todo se planeó para introducir botellas de alcohol e incluso limones en el local.