En relación al artículo publicado en el periódico Levante EMV en la edición del pasado 12 de enero, titulado “jabalíes, ¿control o caza”, firmado por Marc Cabanilles y Pedro Domínguez, de Ateneo Libertario Al Margen de Valencia/ Ecologista, me gustaría hacer varias consideraciones por aportar desde mi modesto punto de vista algo de luz a la problemática existente por la superpoblación de jabalíes en muchas zonas de España, como Cataluña o Comunidad Valenciana.
Respecto a la esterilización de la que se habla en el artículo, decir simplemente que se ha probado en lugares como Australia, Nueva Zelanda o Inglaterra y se ha demostrado absolutamente ineficaz. El plan para esterilizar jabalíes a través de una vacuna anticonceptiva se implantó en Barcelona en abril de 2017 y se realizó sobre 100 ejemplares. En estas pruebas se demostró que las hembras que habían sido vacunadas, identificadas por unos crotales en sus orejas, habían sido vistas seguidas de rayones. Por tanto, la vacuna anticonceptiva no tuvo ningún éxito práctico. Tampoco es exactamente una esterilización. Lo correcto sería hablar de una inhibición del deseo sexual temporal. Para que realmente fuera efectivo el método que se presentó por algunas formaciones políticas, como la panacea para acabar de una forma “ética” con la superpoblación de jabalíes habría que vacunar más del 70% de hembras salvajes. Díganme, cómo hacerlo. Y, por otro lado, está el elevado coste económico que tendría vacunar todos los ejemplares. De esto, como de tantas otras cosas, no dicen nada las asociaciones ecologistas.
No es cierto, como se dice en el artículo, que los jabalíes se mueven de sus lugares de refugio porque las batidas les hacen cambiar de lugar. Los jabalíes son capaces de recorrer largas distancias por la noche en busca de comida, haya o no batidas.
Si tiene comida suficiente, el jabalí puede reproducirse durante todo el año. Lo normal es que tengan una camada al año. Una hembra suele parir de media entre 3 y 5 rayones.
El jabalí no tiene ningún depredador natural.
Respecto a lo que se hace en otros países y se cita expresamente a Alemania como ejemplo, decir que la Administración alemana paga a cada cazador 100 euros por cada jabalí abatido y 80 por cada hembra o jabato, cosa que no ocurre en España, donde los cazadores que deciden participar en una batida, que es una técnica de caza absolutamente legal, que muchas veces se ve interrumpida por la presencia de grupos ecologistas, tienen que desembolsar de su bolsillo el dinero para participar en una de estas batidas. En Alemania, además, se permite el uso de visores nocturnos, como medida para combatir la enorme superpoblación de jabalíes. En Francia, por citar otro país de nuestro entorno, se multa a quienes sabotean una batida, cosa que tampoco ocurre en España. En Xátiva ha habido grupos que han tratado de impedir que se celebrara una batida y la Guardia Civil en lugar de llevárselos detenidos ha suspendido la cacería. Estamos hablando siempre por supuesto de batidas legales que cuentan con todos los permisos y requisitos de los organismos competentes, en este caso, la Conselleria de Agricultura. Batidas debidamente señalizadas para que no ocurra ningún accidente. Aun así hemos visto como estas personas se meten en medio de una batida, con el consiguiente peligro que ello supone.
En España hay comunidades autónomas como Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha o la Comunidad Valenciana, donde sí está permitido el uso de visores térmicos para la caza de especies cinegéticas, especialmente, el jabalí en la modalidad de aguardos, mientras que en otras, su uso está prohibido o no está regulado.
La superpoblación de cualquier especie produce un desequilibrio ecológico y graves daños al ecosistema, además, de ser transmisor de enfermedades graves para la salud humana como la peste porcina. Eso, sin contar, los cuantiosos daños económicos que provocan en la agricultura. La caza es en la actualidad más necesaria que nunca para controlar la superpoblación de jabalíes y de cualquier otra especie cinegética, como cabras o muflones, cuya población también se ha disparado en algunas zonas de la geografía española. A los daños económicos hay que añadir que la fauna salvaje es responsable de numerosos accidentes de tráfico.
Mientras no me demuestren lo contario, la caza es el único instrumento eficaz para combatir la superpoblación de jabalíes. Sé que a muchos oír hablar de caza les horroriza, pero en este país, pese a que algunos defienden su prohibición, sigue siendo una actividad legal y perfectamente regulada. Y esperemos que lo siga siendo por muchos años.