Con el inminente estreno de la nueva temporada de Batalla de restaurantes, en la que Alberto Chicote enfrentará a cuatro prestigiosos locales de Córdoba para decidir quién prepara el mejor rabo de toro, y la reciente presentación de las campanadas de fin de año, el reconocido chef ha vuelto a ponerse en el centro de la atención mediática. Especialmente después de que su figura haya sido ha sido objeto también de controversia tras sus polémicas declaraciones sobre los influencers gastronómicos, a quienes ha acusadode «trivializar» el arte culinario.
Sin embargo, a pesar de su dimensión mediática, Chicote es, ante todo, un chef que no pierde de vista lo esencial: la cocina. Uno de sus talentos más destacados es convertir recetas aparentemente sencillas en auténticas obras maestras, como lo demuestran sus croquetas de jamón, que son ya un emblema de su técnica y pasión.
El truco de Chicote para croquetas perfectas
Uno de los mayores retos al preparar croquetas es lograr la combinación ideal: un exterior crujiente y dorado que contraste con un interior cremoso y lleno de sabor. Alberto Chicote tiene un método infalible para conseguirlo, y lo ha compartido con sus seguidores en redes sociales.
El secreto comienza antes de preparar la bechamel. Chicote recomienda cocer un litro de leche junto con 200 g de nata y un par de huesos de jamón de buena calidad. Este paso, que dura unos 20 minutos, infunde a la leche todo el sabor característico del jamón, lo que eleva notablemente el aroma y el gusto final de las croquetas. Eso sí, el chef advierte que los huesos deben estar en perfecto estado, ya que cualquier indicio de ranciedad puede arruinar la receta.
Para la masa, Chicote insiste en la importancia de mezclar mantequilla, aceite de oliva y cebolla finamente picada, cocinados a fuego suave. El jamón, picado fino, se añade después para liberar su grasa y aroma. La harina se incorpora con precisión, removiendo continuamente para evitar que se tueste. La leche infusionada se agrega poco a poco, asegurando que cada cantidad se integre antes de añadir más, lo que garantiza una textura homogénea y sin grumos.
El orden del rebozado es clave: primero harina (en poca cantidad), luego huevo batido y, finalmente, pan rallado. Este proceso crea una capa uniforme que protegerá la cremosidad del interior durante la fritura.
El último paso, pero no menos importante, es freír las croquetas a una temperatura exacta de entre 170 y 180 ºC. Según Chicote, esta precisión asegura que las croquetas queden crujientes por fuera mientras mantienen un corazón suave y bien caliente.