Los documentos desclasificados por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sobre el Abdelbaki Es Satty, imán de Ripoll e ideólogo de los atentados de Las Ramblas, el ataque yihadista del 17 de agosto de 2017, tiran por tierra la teoría de la conspiración propagada en los últimos años por el independentismo. Según esta teoría el CNI estaba detrás de los ataques al conocerse que varios de sus agentes entrevistaron a este terrorista en prisión.

Los documentos, conocidos por EL ESPAÑOL, reflejan tres visitas de los servicios de inteligencia al imán en la prisión de Castellón entre marzo y abril del año 2014. Al finalizar estas entrevistas, Abdelbaki Es Satty fue descartado como confidente por los agentes del Centro. «En todo momento la actitud de Es Satty es de desconfianza hacia sus interlocutores. Es preciso mantener una gran cautela. Es un individuo del que no se tiene ninguna fiabilidad y confianza».

Esas visitas del CNI a la cárcel, un trabajo habitual que los servicios de Información realizan para poder anticiparse a las amenazas terroristas, han sido el soporte de una teoría de la conspiración difundida durante años por el independentismo: que el Estado se encontraba tras el ataque, que se produjo mes y medio antes del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.

Es la que motivó la constitución de una comisión específica en el Congreso de los Diputados para investigar los atentados de Barcelona, y por la que han desfilado entre otros el exdirector del CNI, Félix Sanz Roldán. Como muchos de los testigos de esa comisión, el exjefe de los espías desmontó los bulos del separatismo sobre el atentado.

Las actas de esas visitas que han sido desclasificadas reflejan cómo los agentes señalaron la «tendencia al engaño» de Es Satty, dadas sus vagas respuestas en diversos asuntos por los que le interrogaron en materia antiterrorista. Esto lo invalidaba para esa labor en 2014, antes de su salida de la cárcel, su traslado a Ripoll como imán y su implicación en los atentados de Catalunya de agosto de 2017.

Es Satty cumplía condena por tráfico de drogas en la cárcel de Castellón. Le entrevistaron el 17 de marzo, el 31 de marzo y el 24 de abril de 2014.

La primera de esas entrevistas, los agentes anotaron en su informe: «Se trata de una persona muy opaca, apenas ha mostrado interés por nada. A juicio de los entrevistadores, se mostró muy desconfiado y siempre temeroso de su desenlace final, se siente amenazado tanto por sus antiguos colegas de Vilanova como de Cambrils».

En la segunda de las visitas, al preguntarle opor distintos temas sobre asuntos de terrorismo, los agentes señalaron que «Es Satty da pequeños retazos de conocer personas y episodios relacionados con protagonistas de operaciones policiales terroristas, pero elude profundizar».

«Es Satty muchas veces da la impresión de querer jugar con sus conocimientos y el de los interlocutores, comienza hablando de un tema para que sea retroalimentado y de esta manera valorar su progresión, y cuando se le pide que continúe suele quedarse callado», prosigue el acta de esa segunda visita.

Entre los aspectos destacables de esta segunda visita, Es Satty es, para el CNI, «un individuo bastante inteligente y muy deconfiado».

El CNI contactó con el imán de Ripoll poco antes de su salida de prisión porque su nombre aparecía en el marco de la Operación Chacal contra el terrorismo yihadista desarrollada en 2006 por su relación con jóvenes radicalizados de Vilanova i la Geltrú (Barcelona).

Se le investigó para analizar si podía suponer un riesgo para la seguridad y, en caso contrario, para evaluar su posible reclutamiento como fuente del centro.

Sanz Roldán

Ya Sanz Roldán, entonces director del servicio de inteligencia, explicó en la comisión parlamentaria esa propensión de el radical islamista a la mentira y la desconfianza del CNI sobre él.

El entonces director del CNI explicó en su comparecencia secreta ante los diputados que esa propensión a la mentira y a incumplir directrices «invalidaba» a Es Satty para colaborar con el CNI, por lo que pasó a ser objeto de seguimiento durante siete meses en los que no se observó ninguna actividad o conversación que indicara que se hallaba inmerso en un proceso de radicalización.

Durante esos meses, Es Satty contactó de forma esporádica con el CNI, siempre él y sin aportar ninguna información relevante, por lo que a finales de 2014 se decidió levantar también el seguimiento que se le hacía y dedicar esos recursos a otros objetivos.

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