En estos tiempos, la realidad supera con creces a la ficción.
El senador demócrata de Nueva York, Chuck Schumer, publicará en marzo un libro titulado “Antisemitism in America: A Warning” (Antisemitismo en América: Una advertencia). Resulta irónico, considerando que no ha sometido a votación en el Senado un proyecto de ley contra el antisemitismo y que ha traicionado a Israel al colaborar con el presidente Joe Biden durante la guerra de Espadas de Hierro. Mientras terroristas financiados por Irán, como Hamás, Hezbolá y los hutíes, atacan sin cesar a Israel, los medios internacionales centran su atención en supuestos crímenes atribuidos únicamente a Israel. La cobertura mediática es aún más persistente que los ataques militares, con páginas y páginas de imágenes de gazatíes sufriendo, pero sin mostrar nunca a los israelíes. La ONU aprueba resolución tras resolución condenando a Israel, pero rara vez lo hace contra otros países.
En los últimos días de su mandato, el equipo de Biden ha emitido una serie de órdenes ejecutivas concediendo indultos, no solo a su hijo Hunter, sino también a algunos de los implicados en los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Estados Unidos parece misericordioso con sus enemigos y cruel con sus aliados. Basta con preguntarle al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Las grandes mentiras difundidas sobre Israel han provocado manifestaciones constantes y bien financiadas contra los “sionistas” y la financiación de grupos que persisten en atacar a Israel.
Por ejemplo, no sorprende que el Grupo de Trabajo sobre Mujeres, Paz y Seguridad (una ONG) se haya enfocado en dos países que consideran prioritarios para que el Consejo de Seguridad de la ONU intervenga.
El primero es Haití, un país fallido gobernado o destruido por criminales. Su principal preocupación allí es la “violencia sexual contra mujeres y niñas diversas”, la incapacidad de las personas “LGBTIQ para denunciar la violencia sexual por miedo a represalias” y la imposibilidad de las mujeres de “acceder a servicios de atención sexual y reproductiva”. Aunque estoy de acuerdo con esta preocupación, ¿es realmente esta la prioridad inmediata para Haití?
El segundo país es, por supuesto, Israel/Palestina, como prefiere llamarlo esta ONG. (No existe tal país, pero es inútil intentar explicarlo a los hipnotizados y adoctrinados).
En su informe de Puntos de Acción Mensuales (MAP) del 6 de enero, el Grupo de Trabajo dedicó 609 palabras a la situación en Haití y 889 a Israel/Palestina. Hablan del “territorio palestino ocupado”, de la “ocupación ilegal de Israel de Gaza y Judea y Samaria, incluida Jerusalén Este”, y aseguran que “expertos internacionales” han descrito las acciones de Israel como un “genocidio”. Repiten sin cuestionar las cifras engañosas de Hamás sobre el número de gazatíes muertos, heridos y desplazados, y acusan a Israel de “constantes violaciones del derecho humanitario internacional”.
Estas mujeres que promueven la paz no ofrecen más que propaganda antiisraelí. No mencionan ni una palabra sobre el pogromo del 7 de octubre ni sobre los 99 rehenes que Hamás aún mantiene en Gaza, incluidos varias mujeres jóvenes. Tampoco incluyen información sobre los ataques perennes contra civiles israelíes por parte de los aliados terroristas de Irán, ni sobre los desplazados israelíes o el número de muertos y heridos israelíes en una guerra de legítima defensa. No hay una sola mención al impacto que los ataques de Hamás, Hezbolá, Irán y los hutíes han tenido sobre las mujeres en Israel, ya sean musulmanas, cristianas, drusas, bahaíes o judías, ni sobre la necesidad de servicios para los israelíes traumatizados, especialmente mujeres y niños.
Basándose en estas grandes mentiras, el grupo solicita al Consejo de Seguridad de la ONU, presidido por Argelia, que “exija un alto el fuego inmediato, total y completo” y garantice un “acceso humanitario inmediato, seguro y sin restricciones a Gaza”. También piden al Consejo que “impida la implementación de leyes que restrinjan las operaciones” de la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).
¿Quién está detrás de este grupo que dice preocuparse por las mujeres en Haití y Gaza y que se presenta como “constructor de paz”? No es de sorprender que el Grupo de Trabajo sobre Mujeres, Paz y Seguridad incluya a organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Red Global de Mujeres Constructoras de Paz, la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, el Centro por los Derechos Reproductivos y el Consorcio de Género, Seguridad y Derechos Humanos, entre otras.
Los financiadores de estos grupos incluyen la Fundación Tides, la Fundación Compton y ministerios de los gobiernos de Noruega, Suecia y Liechtenstein, todos de orientación progresista. Han desperdiciado su dinero. La ONU nunca ha prevenido ni procesado un solo genocidio real. No hizo nada por las mujeres en Ruanda, Bosnia, Sudán, Congo, Nigeria, Afganistán, Siria, Pakistán, etc. Lo único que la ONU ha logrado con éxito ha sido legitimar el odio a los judíos. Este pequeño grupo refleja y amplifica esa agenda en particular.