La impresión 3D comenzó a despuntar en los años 80. Sin embargo, no ha sido hasta más de cuatro décadas después cuando su utilidad en el mundo de la moda se está tomando en serio. Marcas como Nike, Adidas o New Balance ya han desarrollado algunos modelos de zapatillas mediante esta técnica, y los avances tecnológicos y la investigación de materiales ha reforzado su posición como herramienta clave para el futuro de esta industria.
«La moda 3D permitirá poder imprimir ropa en casa en un futuro», explica Estel Vilaseca, Head of Fashion de la escuela de diseño y artes visuales LCI Barcelona. «Comienza a haber bastante gente que ya tiene impresoras 3D domésticas en casa. Su precio ha bajado. Incluso la cadena danesa Fliying Tiger vende un boli [por 25€] para que los niños experimenten. Es una posibilidad real que ya existe y que será habitual en 10 o 20 años. La gente podrá expresarse creando su propia ropa», sostiene la docente.
Sostenibilidad y personalización
El uso de esta herramienta en el sector tiene numerosos beneficios. Uno de ellos es el de impulsar la sostenibilidad de una de las industrias, la moda, que más contamina por culpa del ‘fast fashion’, al que Europa se ha propuesto poner coto antes de 2030. «Imprimir ropa o accesorios a través de impresoras 3D reduce los desperdicios de tejidos, así como los errores de patronaje, por lo que puede ser muy beneficioso. Pero, además, la investigación que está habiendo en cuanto a los materiales que se usan también permite crear ropa más sostenible», indica la docente de la institución que incluye en su plan de estudios asignaturas dedicadas a la impresión y el modelado 3D. Estas se imparten tanto en el Grado en Diseño de Moda como en el Máster en Diseño de Colecciones de Calzado, Bolsos y Marroquinería.
En este sentido, Vilaseca destaca el trabajo de la joven diseñadora israelí Danit Peleg, que creó la primera ropa impresa en 3D disponible en el mercado, y ha sido reconocida por ‘Forbes’ como una de las 50 mujeres en tecnología más importantes de Europa. Con su innovador 3D Printed Fashion Lab, está revolucionando la industria con prendas personalizadas, a demanda, usables, respetuosas con el medio ambiente y circulares. Para la ceremonia de apertura de los Juegos Paralímpicos de 2016 en Río de Janeiro, diseñó un vestido impreso en 3D para la medallista paralímpica y bailarina Amy Purdy, y otros de sus trabajos destacados es una colección de chaquetas Bomber que los clientes pueden personalizar a su gusto.
Proceso aditivo
Otro diseñadora pionera a tener en cuenta es la austriaca Julia Koerner, con estudio en Los Ángeles y Viena. Colaboradora habitual con varias marcas de moda así como con producciones de Hollywood, como la famosa película ‘Pantera Negra’ de Marvel, aprovecha al máximo las virtudes sostenibles de la moda 3D. Al fin y al cabo, la fabricación es un proceso aditivo, lo que significa que el material se añade en capas y solo se utiliza la cantidad de material que realmente se necesita. Además, se suelen usar materiales biodegradables o de origen vegetal. Otra ventaja es que los diseños se pueden enviar prácticamente a cualquier parte del mundo e imprimirlos localmente, si se dispone de máquina 3D.
Expertos como ella, además, confían en que en el futuro se podrá ‘fundir ropa’, es decir, que la ropa ya usada y sin vida útil podrá reutilizarse como material para volver a usar en las impresoras 3D, lo que cerraría el círculo.
La holandesa Iris Van Herpen, que aprendió en los talleres de Alexander McQueen, es otra visionaria de esta tecnología. Revolucionó la alta costura en 2010 cuando presentó su primera colección impresa en 3D. Su famoso vestido Skeleton, diseñado con esta técnica para evocar un caparazón óseo, se exhibe en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. No es el único de sus trajes que forman parte de museos en Londres o Tokio. Maravillas, como las que también han lucido famosas como Lady Gaga, Cara Delevingne, Beyoncé o Cate Blanchett.
Referentes españoles
En España, el laboratorio de artesanía digital Comme des Machines, nacido en Bizkaia en 2016, es uno de los mayores exponentes de los prodigios que pueden crearse a base de compuestos de patata y maíz: todo tipo de accesorios, como bolsos y bisutería, esculturas y hasta prendas. Con Mango, por ejemplo, han colaborado en dos colecciones de accesorios preciosistas que incluyen detalles en impresión 3D elaborados con materiales reciclables. Delicadas flores que inundan cuellos, sandalias, bolsos, pendientes y collares.
Con la tecnología 3D, además, se logran colecciones más inclusivas, para todos los cuerpos y adaptadas a diferentes públicos. «Va a permitir crear diseños muy diversos y específicos para cada cuerpo sin tanto trabajo. Todas estas innovaciones dan más herramientas para que los diseños crezcan y se diversifiquen sin invertir tanto tiempo», remata Vilaseca.
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