¿Era necesario hacer una segunda temporada de El juego del calamar? Para responderse a esa pregunta, Netflix sacó la calculadora e hizo números. Proceso que concluyó con una respuesta claramente afirmativa. El que ha sido uno de los títulos más vistos de la plataforma no solo contaría con una segunda parte, sino también con una tercera y ya veremos cuántas más. Su creador, Hwang Dong-hyuk, tampoco le hace feos a la posibilidad de más títulos derivados, deslizando posibles ideas para estos hipotéticos spin offs. Uno de ellos, es el contar la historia desde el punto de vista de los guardias enmascarados. Mientras, en algún medio se plantea la posibilidad de hacer versiones de la historia ambientadas en distintos países.

Tres años han pasado ya desde que Netflix arrasó con esta serie surcoreana y que desató una verdadera fiebre por las producciones de este país. Había que seguir exprimiendo a la gallina de los huevos de oro, aunque afortunadamente no ha sido a cualquier precio. Sus responsables han evitado lanzar un producto de manera precipitada y han medido muy bien cómo debía continuar la historia. La partida puede continuar, esquivando el temido «game over» que suele aparecer en el momento de que el jugador pierde todas sus vidas en un videojuego. Hay quien reprocha a esta segunda temporada que en ella se haya perdido el factor sorpresa, pero no hay que olvidar que precisamente habíamos venido para eso. Y nos ha dado precisamente eso, más de lo mismo y a lo grande.

Durante años, era un tópico en el mundillo cinematográfico esa máxima que decía que «segundas partes nunca fueron buenas«. Una máxima para las que cada día hay mayor número de excepciones y, sobre todo, en tiempos donde lo que abundan son las franquicias. En el caso del cine, este dicho pudiera tener cierta lógica, pero es una frase del todo alejada de lo que suelen ser las series de televisión, donde la vocación es prolongar y prolongar la historia mientras haya espectadores dispuestos a seguirla. Habrá quien diga que la excepción son las miniseries. Pero, hoy por hoy, parece que toda miniserie que ha tenido éxito ha terminado abocada a continuar.

Para esta segunda parte de El juego del calamar, los guionistas han huido de recursos fáciles y, aunque por momentos parece que nos estén colando más de lo mismo, han logrado crear toda una serie de situaciones donde realmente se nos plantean ideas y situaciones nuevas, jugando precisamente con lo que ya sabemos quienes vimos la primera temporada. Esto les permite abordar terrenos conocidos desde otros puntos de vista y no limitarse a recorrer senderos ya trillados.

Los protagonistas de la serie son llamados para participar en un macabro concurso con pruebas extremadamente bestias, donde a los ganadores les esperan sumas monetarias acabadas en muchos ceros como premio. A los perdedores, sangrientas muertes de manos de verdugos que no parecen tener la palabra compasión en sus vocabularios. Los guardianes tienen mejor puntería que las tropas de asalto imperiales de la saga Star Wars. La primera temporada terminó con la insinuación de que el protagonista estaría planeando su venganza tras haber ganado el concurso y haber dejado atrás ese infierno. Nada más empezar la nueva entrega, confirmamos que, tras los traumáticos sucesos vividos en la isla, el nuevo millonario ha podido comprobar eso de que el dinero no da la felicidad y vive obsesionado con acabar con los organizadores de ese juego letal. Cuenta con recursos ilimitados, armas y hasta un ejército propio. ¿Qué podría salir mal? La respuesta es que todo.

En los primeros episodios, asistimos a un proceso a través del cual los planes de Seong Gi-hun (Lee Jung-jae) para llevar a cabo su venganza se van desbaratando y acaba teniendo que volver a participar en el juego, esta vez con el objetivo de sabotearlo desde dentro. Aunque pueda parecer que con sus conocimientos puede tener una posición de ventaja en su misión, asistimos a ver cómo la historia se repite, por mucho empeño que ponga en evitarlo. Su situación sería como aquel viajero del tiempo que intenta cambiar la Historia, pero comprueba que está condenado a volver a repetir los mismos errores y ver que pasará lo que tenía que pasar. Incluso se encuentra con la situación de que vuelve a tener a un infiltrado dentro de su equipo. Seong ignora que cuenta con un traidor, aunque esta vez el espectador sí que sabe quién es desde el principio y no va a encontrárselo por sorpresa en el episodio final. Al contrario de lo que pasó en la primera temporada. La duda está en cuál será el momento en que decida acabar llevando a cabo su traición.

Si la primera temporada acababa siendo una metáfora sobre la brutalidad del sistema capitalista y cómo los más poderosos manejaban los hilos para aprovecharse de los más desfavorecidos; en esta nueva entrega, encontramos otra alegoría sobre el actual auge de los autoritarismos en el mundo y cómo hay quien acaba votando a personas que van directamente en contra de sus intereses. En este caso, cómo se manipulan los resultados de las elecciones para que las urnas elijan lo que tienen que decidir. También tenemos para esta particular radiografía social a los nuevos gurús de las criptomonedas e influencers que manejan a las masas para perseguir sus propios intereses y que son unos expertos en la manipulación colectiva.

El final de esta temporada nos deja el camino totalmente allanado para la tercera. Una entrega que con toda probabilidad podremos ver este mismo 2025, sin necesidad de esperar otros tres años. En ella, podríamos acabar asistiendo a la confrontación final entre Seong y El Líder. Si Seong arrancó la segunda temporada con todas las cartas a su favor, en esta tercera, el panorama es precisamente a la inversa. Tiene todas las de perder. ¿Acabará dándole la vuelta a la situación? Para ir abriendo boca, estos próximos meses también tendremos la tercera temporada de Alice en Borderland, una serie de origen japonés muy parecida a esta y que estrenó antes del boom de la producción coreana. Esto la ha colocado en una situación que le hace evitar la etiqueta de mera copia, aunque a partir de la segunda temporada se ha ido pareciendo cada vez más a ella.

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