En la rutina diaria de cualquier gimnasio, los esfuerzos y sudores de los deportistas se mezclan con el sonido de pesas y máquinas, pero, en el caso de Natalia y su madre, su historia ha conseguido emocionar a miles de personas. Todo comenzó en un centro deportivo de Lleida, donde madre e hija decidieron compartir gimnasio, y lo que empezó como un simple gesto de apoyo ha terminado convirtiéndose en una tradición que ha tocado el corazón de muchos.



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