El hecho más trascendente en la historia reciente del valencianismo sucedió en la previa del Madrid en Mestalla el otro día. Por primera vez en lustros, Jose Manuel Otxotorena dejó de salir en el calentamiento de los guardametas. Lo hizo el nuevo entrenador de porteros, Marcos Abad, que ha llegado con Carlos Corberán. Toda una sorpresa para los que nos gusta llegar con mucha antelación a los partidos. ‘Otxoto’ se había convertido casi en un poste más del estadio, un referente, un resistente a presidentes y entrenadores, que tenía previsto perpetuar su saga con Andoni.
Lo vi por primera vez en Mestalla como portero titular del Castilla en un partido ante el Mestalla, cuando el filial jugaba inmediatamente después del encuentro del primer equipo. Hablo de principios de los ochenta del siglo pasado. Luego subió al Real Madrid, pero tras un paso intermitente por el Bernabéu aterrizó en Valencia en 1988, donde se vio su mejor versión. Tras su retirada diez años después (pasó por Tenerife, Racing y Logroñés), vino a Paterna como entrenador de porteros, cargo que ha ostentado hasta ahora salvo el paréntesis en el Liverpool de Benítez (2004-2007). Como ha compaginado su cargo con el de la selección, el de San Sebastián, que cumplirá los 64 en unos días, exhibe en su palmarés ser campeón del Mundo (2010), y también las Eurocopas de 2008 y 2012.
Mientras Corberán se atrevía a sentar al único símbolo de unión entre el mejor Valencia de la historia con el peor, empezó ese partido raro contra el Madrid, donde con los mismos jugadores que con Baraja, se realizó una buena primera parte y una decepcionante segunda, donde la inexperiencia de una plantilla todavía en construcción se dejó remontar en los últimos minutos. Tras la Copa en Elda se intuye que el mesías de Cheste dispone de poco margen de mejora con los jugadores, pero al menos los organiza mejor en el campo y se ve que los está poniendo físicamente más a tono. La llegada de Sadiq Umar también refuerza las opciones de gol. ¿Será eso suficiente? Nadie lo sabe, pero sigue estando muy difícil.
La urgente prueba de esta noche en el Pizjuán vuelve a poner el reloj del descenso en marcha, justo cuando Peter Lim ha decidido retomar las obras del Nou Mestalla. El porqué de ahora y no hace diez años cuando compró el Valencia es fácil de adivinar, pues lo único interesante del club para una posible venta son sus activos patrimoniales, o sea el solar del centenario Mestalla y un estadio nuevo terminado. La entidad, el equipo, la plantilla, los abonados, los seguidores, la ciudad, los valencianistas en particular, y los valencianos en general, le importan un pito al máximo accionista del Valencia.
No sé si el club ha decidido jubilar a Otxotorena, pero la imagen del veterano portero viendo las obras del Nou Mestalla puede ser una terrible metáfora de lo que viene, porque dista mucho de la justicia futbolística de un club tan grande como el Valencia.
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