Amy Kurzweil nunca conoció a su abuelo, un sobreviviente del Holocausto, pero recientemente tuvo la oportunidad de mantener conversaciones con él utilizando un chatbot basado en inteligencia artificial. Durante una charla TED sobre su proyecto, Kurzweil se preguntó si habría podido llegar a conocerlo o incluso llegar a amarlo, a pesar de la distancia temporal.
A través de 600 páginas de cartas, conferencias y otros escritos de su abuelo, la escritora creó un chatbot “selectivo”. Este bot estaba diseñado para responder solo con información proveniente de los escritos, permitiendo que interactuara utilizando la voz de su abuelo. “Al combinar la IA con los textos de mi abuelo, conseguimos un chatbot que habla como él”, explicó Kurzweil.
Fredric Kurzweil, su abuelo, escapó de Austria siendo joven gracias a una mujer estadounidense que financió su visado. Se estableció como un profesor de música destacado en Estados Unidos hasta su fallecimiento en 1970. “Quería hablar con él, porque ambos compartíamos la pasión por el arte”, comentó Kurzweil, hija del futurista Ray Kurzweil.
Kurzweil ha publicado dos memorias gráficas sobre su familia, incluyendo un relato sobre su abuela durante el Holocausto, además de un proyecto en el que trabajó junto a su madre. En su intervención en TED, destacó que la inteligencia artificial tiene un papel crucial en la preservación de la memoria. “La IA puede revitalizar los legados familiares y culturales, contribuyendo a evitar la aniquilación”, afirmó.
Kurzweil también compartió su visión de que la inteligencia artificial altera nuestra percepción del tiempo y el espacio, ayudando a comprender mejor nuestras identidades. “Al igual que las caricaturas, la IA puede ayudarnos a apreciar la magnitud de la humanidad, si se lo permitimos”, aseguró.
Sin embargo, Kurzweil también reconoció que, aunque la IA puede ampliar la memoria del Holocausto, también está siendo utilizada por fuerzas oscuras para distorsionar la memoria del genocidio en el que seis millones de judíos fueron asesinados. En junio, la UNESCO publicó un informe titulado “La inteligencia artificial y el Holocausto: ¿Reescribiendo la historia?”, en el que se identificaron varias tecnologías de IA que amenazan con alterar la historia del Holocausto. El informe advierte sobre riesgos de manipulación, falsificación de hechos y pérdida de confianza en los registros históricos.
Todd Presner, autor del libro “Ética del algoritmo: humanidades digitales y memoria del Holocausto”, llamó a crear mejores prácticas frente a las amenazas que plantea la inteligencia artificial. “No soy pesimista, pero creo que los humanistas deben participar en la forma en que estas tecnologías se usan para la investigación y la educación”, afirmó Presner.
Presner, profesor en la UCLA, explicó cómo la inteligencia artificial se está integrando con los métodos de investigación tradicionales, creando una nueva disciplina: las humanidades digitales. Su libro ilustra cómo la IA puede enriquecer la investigación del Holocausto, como en el análisis de los tonos y cadencias vocales en los testimonios de los sobrevivientes.
La obra de Presner sitúa a los humanos en el centro del problema y la solución. Como creadores de algoritmos, los humanos tienen la responsabilidad de incorporar principios éticos en las tecnologías. “Las preguntas sobre cómo recibimos, interpretamos y valoramos el testimonio histórico, y las herramientas utilizadas para analizarlo, son cuestiones que vinculan métodos y ética”, explicó Presner.
El libro, accesible para un público académico, presenta varias ilustraciones coloridas que ilustran la investigación realizada por Presner y sus estudiantes, con códigos QR para que los lectores exploren los conjuntos de datos y experimentos basados en IA.
Aunque Presner comparte el entusiasmo de Kurzweil por usar la IA para preservar la memoria del Holocausto, también subraya la importancia de que los creadores de algoritmos sigan pautas éticas, tal como recomienda la UNESCO. “Si se usa responsablemente, la IA tiene el potencial de profundizar nuestra comprensión, crear nuevos conocimientos y procesar datos a una escala antes impensable. Sin embargo, la autenticidad, la precisión y la procedencia de los datos siguen siendo cuestiones clave”, concluyó.