La figura de Francina Armengol afloró en una posición comprometida, durante la declaración de Víctor de Aldama como imputado ante el Tribunal Supremo. El comisionista que confiesa haber ganado cinco millones y medio de euros con la venta de mascarillas a instituciones de disciplina socialista incluido el Govern. El empresario señaló a la actual presidenta del Congreso como destinataria de las presiones directas del entonces ministro José Luis Ábalos. La intervención pretendía que el PSOE no reclamara las mascarillas fraudulentas, servidas en plena pandemia por la presunta trama corrupta.

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