Más de 550 aviones de combate rusos, la mayoría de ellos modelos antiguos, están llegando al final de su vida útil, mientras la industria no puede reemplazarlos.
Rusia enfrenta el desgaste acelerado de su flota aérea
Un serio desafío se cierne sobre la fuerza aérea rusa debido al envejecimiento de su flota. De los aproximadamente 1.200 aviones de combate que conforman su arsenal, incluidos bombarderos estratégicos, se estima que 550 aviones están llegando al final de su vida útil. Este problema se ve agravado por la incapacidad del complejo militar-industrial ruso para fabricar suficientes aviones nuevos que cubran las bajas.
Además, las continuas pérdidas sufridas en Ucrania y las deficiencias en las prácticas de mantenimiento están deteriorando aún más la capacidad aérea rusa. Según un informe del sitio web polaco especializado en defensa, Defence24, la flota aérea del país está en un proceso evidente de decadencia.
Entre los aviones más afectados, destacan modelos antiguos como los Su-25 (160 unidades), Su-27 (100 unidades) y Su-24M (270 unidades). Asimismo, los interceptores MiG-29 y MiG-31, también en uso por docenas, están cerca de quedar fuera de operación por desgaste.
Sin embargo, esto no implica que estos aviones serán retirados inmediatamente. Según el analista Michael Boyner, al menos 60 aviones podrían retirarse para finales de 2024 debido al desgaste acumulado.
Producción limitada y pérdidas en la guerra de Ucrania
- En 2022, Rusia produjo solo 27 nuevos aviones de combate, y en 2023 esa cifra cayó a 24.
- Las proyecciones para 2024 estiman que la producción se reducirá aún más, alcanzando aproximadamente 23 unidades.
- En el primer semestre de 2024, Rusia perdió varios aviones clave, como un bombardero Tu-22M3, dos aviones de reconocimiento A-50 y tres bombarderos Su-34.
- Los ataques con drones ucranianos y la intensidad de la guerra agravan las pérdidas y el desgaste operativo.
La dependencia de aviones soviéticos limita las capacidades rusas
El uso de aviones más antiguos de la era soviética está marcando cada vez más las operaciones aéreas rusas. Aunque la flota estratégica de bombarderos como los Tu-95MS, Tu-22M3 y Tu-160 sigue siendo un activo clave, su capacidad para responder ante posibles escenarios de conflicto con la OTAN se reduce por las limitaciones de estos modelos envejecidos.
En el caso de un enfrentamiento directo con la OTAN, se estima que Rusia podría desplegar unos 400 aviones de combate, incluidos cazas tácticos como los Su-30, Su-35 y Su-57. Sin embargo, la presión operativa sobre estos recursos se intensifica a medida que continúa la guerra con Ucrania.
A largo plazo, el desgaste progresivo y las limitaciones industriales amenazan con dejar a Rusia en una situación de desventaja significativa. Mientras Ucrania recibe tecnología avanzada de sus aliados occidentales, las aeronaves rusas enfrentan dificultades crecientes para competir en combate moderno.
Además, la guerra prolongado está afectando no solo a los aviones, sino también al personal capacitado. Las bajas entre pilotos y tripulaciones dificultan mantener la preparación operativa, lo que agrava la crisis en la fuerza aérea rusa.
Reponer la flota: un desafío a largo plazo
Incluso si la guerra en Ucrania terminara hoy, el desafío para Rusia de reconstruir su flota sería monumental. Con una producción anual limitada de nuevos aviones de combate, reemplazar las unidades perdidas podría tomar entre 8 y 12 años.
El problema no solo radica en fabricar nuevos aviones. También se necesitarían inversiones sustanciales en la modernización de la flota existente, infraestructura y capacitación. Sin embargo, las sanciones internacionales y los problemas tecnológicos dificultan aumentar la capacidad industrial rusa a corto plazo.
Incluso si Rusia lograra duplicar la producción actual, el proceso de recuperación podría extenderse por una década o más. Este largo período de recuperación podría comprometer gravemente la capacidad de Rusia para mantener un poder aéreo efectivo.
La guerra acelera el desgaste y limita la recuperación
A medida que la guerra continúa, el desgaste de la flota rusa se está volviendo insostenible. Cada mes de combates intensos acelera el deterioro de los aviones y reduce la capacidad operativa del ejército ruso.
El envejecimiento de la flota, combinado con la incapacidad para reemplazar aviones a un ritmo suficiente, deja a Rusia cada vez más dependiente de modelos anticuados con menor eficacia en combate. Esta situación pone en riesgo la capacidad de Rusia para proyectar poder aéreo en conflictos futuros.
En resumen, la presión sobre los recursos aéreos rusos no muestra signos de disminuir. Sin una solución inmediata, el poder aéreo de Rusia podría quedar gravemente debilitado en los próximos años, afectando significativamente su posición estratégica a nivel global.