Me parece indefendible, ahora, hablar de la patética imagen que ha vuelto a dejar en Mestalla el futbolista Vinicius Jr. cuando el Valencia CF tiene tantas carencias y tantas miserias de las que hablar. Seguramente lo haga desde esa misma sensación de perplejidad que me provoca el oleaje madridista, encabezado por el técnico Ancelotti (ese que masca chicle como las ovejas comen pasto, sin ofender en la comparativa), de defensa a ultranza del segundo mejor jugador del mundo, por detrás del español Rodri. Terrible cómo cierto fanatismo merengue defiende lo indefendible y cómo se limpia la imagen de un futbolista que se pasó todo el partido burlándose (yo lo vi y oí con mis propios ojos y oídos) de la afición valencianista. Luego sale el técnico y dice que ser Vinicius Jr. no es fácil. Facilísimo, sin duda: jugar bien al fútbol, ser rápido y técnico, polémico, hacerse el mártir, protestar al árbitro hasta por el color de un equipaje si hace falta, decir a todos que son más malos que él, montar fiestas privadas donde se hace selección de señoritas, no ir a testificar a un juicio porque estás de vacaciones, pensar que eres el ombligo del mundo y que todo, absolutamente todo, gira en torno a ti y que eres casi un dios, pulcro, que representa las causas justas, que padece racismo como nadie, que es capaz de decir quién sí y quién no debe albergar un mundial (aunque nada dice de dónde va a jugar las supercopas que, por obra y gracia de la Federación las juega el Madrid por imperativo legal, etc.), que miente más que habla, tanto cuando se deja caer, a toda hora, mientras juega (¡Y mira que, cuando el tipo quiere, es bueno de verdad!) o cuando dice que no ha tocado a nadie o que le están insultando miles y miles de personas algo que nunca se dijo, o al menos como él dijo que había sido. Miente y es ahí donde está la gran diferencia entre el mejor del mundo, Rodri, y este jugador que está cerca de serlo y que, si no lo es, patalea, lloriquea, cuestiona e ironiza contra quienes han votado otra opción y no la suya ¡Malditos herejes!

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