Cumplido ya nuestro trabajo, este año vamos a cambiar las cosas. En vez de mandarnos vosotros una carta con vuestros deseos, nosotros vamos a hablar.
Somos Melchor, Gaspar y Baltasar, los Reyes Magos de Oriente. Cabe recordar que llevamos más de dos mil años al pie del cañón y, por eso, gozamos de un poquito de autoridad moral para aconsejar.
No queremos zaherir, faltaría más. El mundo está lleno de predicadores, políticos, tertulianos e iluminados que no paran de censurar a la gente, criticarla y asustarla. ¡Basta ya!, ¡dejadnos en paz!
No deseo que me riñan más. Justo tiene uno con sacar su vida adelante y la de sus seres queridos (si es que los posee), para que venga un extraño y le abronque. Hay mucha agresividad en el ambiente. Nos atacan porque no tenemos su misma ideología; porque somos de distinta raza o rezamos a un Dios diferente (o no rezamos). Quizá recibimos estopa por seguir a un equipo de fútbol diferente al del autoritario de turno. Puede ser también que nos discriminen por nuestra condición sexual, o nuestros gustos alimenticios.
Nuestra medicina para tanta intolerancia es una palabra: respeto. Llevamos más de veinte siglos en marcha: hemos visto de todo. Solo admitiendo al diferente y caminando juntos podremos avanzar. Es difícil, pero hay que intentarlo.
Cuando nos hicimos famosos ya había cizaña. Existía una potencia dominante y tiránica. Roma sometía a los pueblos vecinos y, tras pasarlos por la espada, les imponía un modo de vida y unas leyes distintas a las propias.
Observamos con tristeza que esa dinámica de naciones de primera y países de segunda y tercera categoría no ha variado. Aquí la solución pasaría por contemplar la tierra como poblada por un conjunto de seres llamado humanidad. Humanismo es lo que nos hace falta.
Nosotros somos astrónomos. Bastaría con volar fuera de la atmósfera y ver que todos estamos en un mismo planeta; viajamos, por así decirlo, en el mismo barco. ¿Entonces, por qué nos empeñamos en comportarnos como si nuestros vecinos de otros continentes o estados no existieran?
También en el siglo I había abismos entre los creyentes de la religión judía y los gentiles. En el mismo seno del judaísmo existían castas diferentes y unas minorías ostentaban el poder: ocupaban los asientos preferentes en las sinagogas. Poco han cambiado las cosas en cuanto a las jerarquías sociales.
Cuando entramos en la Historia nos topamos con un monarca absolutista y despiadado, el rey Herodes. Nos presentamos ante él de buena voluntad y confiando en que nos ayudaría en nuestra misión: localizar al Mesías.
Nos engañó, pero, afortunadamente, pudimos sortear sus trampas. En dos milenios han existido muchos gobernantes parecidos al rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea. Hombres que solo piensan en perpetuarse en el poder y a los que les importa una semilla de mostaza el bienestar de sus súbditos.
En 2025 tenéis un amplio catálogo de dictadores, tiranos y populistas disfrazados de demócratas.
Os recordamos el oráculo que nos libró del reyezuelo: coger otro camino. Hay que seguir una pista diferente a la marcada por los déspotas de toda calaña.
En el mundo en que nacimos había personas libres y esclavos. La esclavitud como tal está hoy abolida, pero persisten múltiples factores de opresión individual y colectiva. Libertad es el bálsamo mágico.
Respeto, humanismo, camino recto y libertad son las recetas que sus Majestades de Oriente os recomiendan de todo corazón.
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