¿Cuál es el grupo parlamentario que acapara el protagonismo de la legislatura en el Parlament balear? En cualquier recuento, Vox monopoliza la atención sin cubrir ni el quince por ciento de la cámara con sus ocho diputados iniciales, escindidos en al menos cuatro facciones. El estrellato de la ultraderecha moderada demuestra que el Govern inicia 2025 con un cambio de orden, de PP/Vox a Vox/PP en atención a la fuerza dominante.
El PP señalará a la reina del tablero, para demostrar que mantiene la presidencia de Baleares. Sin embargo, los populares no pueden prescindir de Vox, que se ha convertido en un aliado más tóxico que Unión Mallorquina. Tras la ruptura a medias, porque 2025 se inicia desde la precariedad, Prohens está obligada a recomponer los 110 puntos del pomposo Acuerdo Conjunto de PP y Vox para el Gobierno de las Islas Baleares.
En el PP/Vox de 2023, la ultraderecha se limitaba a exigir que el accionista mayoritario le informara puntualmente de las medidas, empezando por los presupuestos. En el Vox/PP de 2025, el socio emancipado decidirá los términos de la reconciliación. Todos los sondeos coinciden en que el partido postfranquista ha recuperado sus cifras estatales de 2019.
La ultraderecha no ha venido al Parlament a trabajar, está protagonizando la legislatura sin necesidad de leerse ni un papel. Anclado en sus discordias intestinas, Vox puede exigir una nueva retirada de la ley de Memoria Histórica para reencontrarse con el PP, un vaivén que ya fue denunciado por Maria Antònia Oliver en cuanto portavoz de Memòria de Mallorca. Y es que el navío Vox/PP prosigue su singladura, pero ahora bajo leyes corsarias.
Pese a su hegemonía simbólica, Vox es un genérico, no es un partido concreto presidido por Abascal en Madrid y por no importa quién en Mallorca. Para la extrema derecha en desordenado aluvión, solo hay algo mejor que eliminar la ley de Memoria Histórica, y es quedarse a solas en la exigencia de su derogación, con el PP sumado azarosamente a las fuerzas progresistas. Su coordinador jurídico Jorge Buxadé lo señala arteramente en El Mundo. «En Baleares, el PP ha preferido pactar con el PSOE».
Con un socio infiel y crecido, sin otra muleta que la demasiado leal oposición, el Govern afronta 2025 con más incertidumbres de las previsibles por estas fechas de 2024. Si bien Marga Prohens ha enriquecido su imagen desplegando una impecable generosidad tras la muerte de Francesc Antich, el repaso a la peripecia del primer president socialista también ilustra a su sucesora sobre el peso indelegable de la presidencia de la comunidad.
Prohens está recibiendo los insultos más degradantes que han recaído sobre un president de Baleares, salvo que provienen de una mujer que además es su socia principal. «Niña del exorcista», «izquierdista», «mentirosa», «Armengol». La titular del Govern no debería permitir que Manuela Cañadas ejerza de líder de la oposición, y todavía menos que la diputada exsocialista le esté ganando la partida desde un cargo ficticio.
A comienzos del año central de su mandato, cuando ya no valen las promesas ni las herencias recibidas, lo preocupante no es que Prohens haya sido traicionada por Vox, sino que le pasara desapercibido el riesgo de deserción de su socio preferente. La presidenta entró en pánico, al esbozar unas elecciones anticipadas que no contempla ni como último recurso.
A trancas y barrancas, incluso contra su voluntad, Prohens es la depositaria de la presidencia del Govern hasta mayo de 2027, por lo menos. En los estragos causados por la minoría absoluta que por fin ha asimilado, no abusa del «yo» para pecar de egolatría, sino para confesar su soledad. En el clima enrarecido de la política actual, su posición vacilante (todavía no tambaleante) se ha proyectado a la política estatal. Su media docena de reuniones con Pedro Sánchez en 2024 desatarán los celos de Núñez Feijóo, sobre todo ahora que el Govern se ha convertido en la coartada presupuestaria del Gobierno. Las dos entidades empiezan el curso sin un ajuste de cuentas. El problema del PP balear es que salvó el obstáculo monetario sin despeinarse un año atrás. Al remitirse a los precedentes históricos de incumplimientos del calendario contable, los populares omiten que corresponden a ejecutivos autónomos que fueron descabalgados a la primera oportunidad.
La fractura entre PP y Vox debería ampliar el terreno de juego de la izquierda balear al encarar 2025, pero nada más lejos de la realidad. La muerte de Antich también ha servido para refrescar que el PSOE repite su orfandad de la segunda mitad de los años noventa. Al auscultar las bancadas de la izquierda, con Francina Armengol emigrada y Iago Negueruela desfondado tras cargarle incluso con la corrupción laberíntica de las mascarillas, cabe preguntarse quién manda allí. Los socialistas mallorquines solo pueden confiar en una sorpresa, que ninguno de sus diputados parece dispuesto a protagonizar.
El letargo invernal permite al Govern un inicio de 2025 ajeno a la presión inmediata de la saturación turística y la vivienda. Sin embargo, la temporada asfixiante ya asoma en lontananza, y también aquí el ejecutivo se ha limitado a dejar que corra la pelota sin encauzarla. El liberalismo PP/PSOE consiste en reconocer la gravedad de los problemas, para disponer de una excusa a la hora de no solucionarlos. Y quejarse a continuación del auge de la antipolítica.
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