Era primavera de 2023, Leo Messi estaba acabando su vinculación con el PSG, cuando Joan Laporta apareció en público para reabrir la posibilidad del regreso del crack argentino. «Nos gustaría mucho que volviese al Barça», dijo el presidente. El barcelonismo se ilusionó con la idea, Leo Messi también con la vuelta a su casa.
Quedaba libre y tenía tres opciones encima de la mesa: El Barça (que no había efectuado ninguna oferta, solo mostrado interés de forma pública), Arabia Saudí que le iba a convertir en el jugador mejor pagado de los siglos de los siglos o irse a la MLS en un club menor, sin tradición, el último clasificado de la competición. La opción Barça era la más atractiva pero Leo Messi, tras meses de pensárselo mucho, se dio cuenta que volver a Barcelona era jugar a la ruleta rusa con su futuro y el de su familia… En contra de su voluntad, confirmó su destino en el transcurso de una entrevista conjunta a SPORT y a Mundo Deportivo: “Me voy al Inter Miami”.
¿Por qué Messi no volvía al Barça? ¿Por qué prefería una liga menor a la Liga española? ¿Por qué no volver a casa cuando sus hijos se lo pedían y era su verdadero sueño? ¿Por qué no veía clara la idea de regresar al Barça cuando Laporta había dicho esto: «Teníamos el visto bueno de LaLiga y en el plan de viabilidad había un espacio destinado a Messi. Había la posibilidad de ficharle porque ahora el club está mejor y LaLiga nos daba ‘fair-play'»?
Elegante él, Leo Messi nunca puso a nadie en mal lugar, no señaló a nadie, solo dijo que necesitaba decidirlo en aquel momento porque ni para él ni para su familia querían “pasar otra vez por la situación que vivimos cuando nos tuvimos que ir” y el Barça le quería obligar a esperar una vez más.
Han pasado cuatro años desde que Laporta lo echó y dos desde el momento que no vio la posibilidad volver al Barça... Y ahora se empiezan a transformar en realidad los temores que azotaban a Leo Messi en ese momento. Él no quiso vivirlo en primera persona, pero el tiempo se ha encargado de poner a otro en su lugar: Dani Olmo.
Triste celebración
No hay peor manera de celebrar los 125 años de historia con el mayor ridículo jamás visto. Quizás será inscrito dentro de unas semanas, pero el Barça ya no se quita de encima esa mancha de desprestigio que se ha labrado con el caso. Porque Olmo, como Messi en su día, se creyó a Laporta, pero el tiempo pone a cada uno en su sitio.
Las promesas incumplidas del presidente que tuvo con Messi y que durante su mandato se han ido repitiendo con otros protagonistas (Xavi, Koeman, Olmo, el Camp Nou…), las comisiones que bailan por todos sitios con los agente amigos, los bufones que dicen amén a un presidente para poder recoger migajas, a un Laporta que lo basa todo en su poder de seducción en apariciones públicas, a unos resultados deportivos que no llegan mientras el Madrid se hace más y más grande y unos resultados económicos que han llegado a cambio de hipotecar todo lo hipotecable, hoy llamadas palancas…
… Por todo ello, Messi se debe relamer por no haber caído en la trampa de volver al Barça, de hacer su vida en la cálida Miami a la espera de regresar cuando el temporal en el que está inmerso el Barça desaparezca, amaine y aparezca una nueva manera de gestión. El Barça no necesita tanto desprestigio que convierten el presidente anterior en mejor que el actual.