La fonda cayó en manos del vandalismo, con la dejadez de la política. El Parador de La Montaña de Firgas cerró sus puertas hace cerca de 12 años, y ahora es la suma de dos esqueletos arquitectónicos que acogieron en su momento el hotel con restaurantes y un albergue junto al paraje natural de Las Huertecillas. Arrasado por los ladrones, se ha transformado en un basurero de cristales y pintadas, en donde todo el mobiliario, cableados y enseres han desaparecido por completo. El Cabildo y Ayuntamiento dejaron morir lo que fue un atractivo turístico, gastronómico, lúdico y formativo, dejando un mamotreto inservible en medio de la naturaleza, del que solo queda el en pie el negocio paralelo de los equipos de telecomunicaciones, con casi una docena de antenas y repetidores que sobresalen sobre la azotea.
El antiguo Parador resurgió en su etapa moderna en junio de 2003 dentro de la red del Cabildo de fondas esparcidas por distintos puntos de Gran Canaria. Y ofertaba en su conjunto 80 camas, restaurantes y una tienda de artesanía para generar un atractivo turístico y para los residentes. La institución insular tuvo que invertir 1,2 millones de euros para recuperar la instalación, que también nació como un espacio para actividades medioambientales, por su ubicación única en el Parque de Doramas. Y para ello estaba el albergue, que contaba con su propia cocina, dirigida sobre todo a la estancia de niños y jóvenes.
Del éxito al fracaso
El edificio principal lo ocupaba el hotel de 40 camas en distintas alturas y un restaurante con varios salones, que permitían acoger celebraciones y reuniones de grupos, así como una tienda de artesanía, una terraza con bodega y aparcamientos, entre otros servicios.
El centro sobresalía sobre la Montaña de Firgas, con vistas panorámicas sobre el norte de la Isla y Las Palmas de Gran Canaria.
En sus primeros años la concesión a una empresa privada alcanzó una etapa exitosa. Pero los graves problemas de humedades y otras deficiencias en la zona hotelera fueron el comienzo de su actual agonía.
Pintadas en una habitación. / LP / DLP
La empresa hablaba de vicios ocultos y el Cabildo alegaba que se trataba de una falta de mantenimiento. El resultado fue que los turistas y operadores vacacionales lo retiraron de su agenda, y entró en crisis, en medio de goteras, humedades y desprendimientos.
La Fonda terminó por echar el cierre en 2013, dejándole la papeleta al Cabildo, que terminó por cerrar el rescate de la concesión tres años después.
Un millón
Algunos estudios hablaban de que su puesta al día iba a suponer un desembolso de casi un millón de euros, que nunca se desembolsó.
Hasta que al entonces alcalde y hoy concejal del grupo de gobierno Manuel Báez decidió que lo mejor era pasarlo de nuevo a manos municipales, que se hizo efectivo. Báez decía que había hasta seis empresas interesadas en su explotación. Pero el remedio fue peor que la enfermedad, y este espacio cayó en el absoluto olvido y en el total abandono, quedando atrapado por los vándalos.
En la actualidad el Parador lo conforman dos esqueletos de bloques y cemento, que parece ser más víctima del paso de una guerra que de un centro de interés turístico. Eso sí, el camino está cortado casi un kilómetro antes por una valla de seguridad, pero ya dentro es un gran mamotreto.
El negocio de las antenas y repetidores
Las edificaciones están marcadas por los grafitis, donde solo sobresale una docena de antenas y repetidores, que es lo único nuevo y moderno que queda.
Un grafitero que firma como Suglas nos deja unas figuras geométricas y algún rostro raro, al lado de una cafetera. No serán las únicas huellas de unos supuestos artistas que han encontrado en estas paredes su libreta de arte.
El antiguo albergue se ha quedado sin puertas y las maderas. No queda nada más, salvo el recuerdo de los antiguos dibujos de Cho Juaá y algún texto literario, ya que no hay nada de la antigua cocina, de las habitaciones y cristaleras.
![Vista exterior desde una de las habitaciones del antiguo hotel.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/81366bc1-d0ce-4d65-be72-60e0386fdc12_alta-libre-aspect-ratio_default_0.jpg)
Vista exterior desde una de las habitaciones del antiguo hotel. / LP / DLP
En similares condiciones está el antiguo hotel. Las paredes tapiadas han sido abiertas a golpes. La icónica cúpula de cristal está en el suelo, los cables han pasado a manos de los ladrones, al igual que los pasamanos de toda la edificación, y los sistemas contraincendios. El aire entra tranquilamente por los huecos de las ventanas, que desaparecieron con el paso del tiempo.
De los años 70
En medio del silencio, del canto de los pájaros, de las ramas movidas por el viento y de algún sonido de ovejas, solo quedan dos edificaciones desoladas y totalmente arrasadas por los amantes de lo ajeno, y el despropósito de las autoridades locales e insulares en estos años.
El inmueble principal fue construido en los años 70 y contempla un edificio de tres plantas escalonadas cuya ocupación se acerca a los 2.000 metros cuadrados, mientras que los alrededores de la construcción están ocupados por los espacios verdes y aparcamientos. La parcela ocupa unos 12.000 metros cuadrados.
![Exterior del hotel.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/4c6a9f27-dee5-4293-a9ae-8119d6d97a31_alta-libre-aspect-ratio_default_0.jpg)
Exterior del hotel. / LP / DLP
La exalcaldesa de Firgas, María del Rosario Marrero, llegó en su etapa en el Ayuntamiento a solicitar apoyo económico para la recuperación del Parador al entonces presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, defendiendo que existían empresarios que preguntaban por la explotación de este negocio. Pero la realidad es que los alcaldes de distinto signo político se han ido sucediendo, los mandatos políticos han expirado y la fonda solo es en estos momentos un mamotreto más rodeado de un paraje natural.
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