A Gilsanz le llegó la oportunidad de su vida en el momento más insospechados y en una situación que entrañaba sus riesgos. Es cierto que tenía cierto margen porque el primer duelo era ante el colista Cartagena, pero se sentaba en el banquillo de un equipo histórico de regreso a Segunda que se encontraba en puestos de descenso. Lo primero era sacarlo de esa zona peligrosa ante el riesgo de que se enquistaran las dudas del inicio de temporada. Y dos meses después de que asumiera el mando, el Dépor ha emergido en la tabla y ha mejorado los niveles de puntuación y el poder ofensivo de la de la era Idiakez en Segunda División. Esta pujanza, frenada en seco por el duelo del Mirandés y a la espera del choque ante el Tenerife, le ha permitido al equipo coruñés estabilizarse en la tabla, dejar un partido de ventaja con la zona de la quema y plantearse nuevos objetivos en 2025 que le permitan relanzarse en la clasificación y le conviertan en un equipo más redondo.

Fuente