A Gilsanz le llegó la oportunidad de su vida en el momento más insospechados y en una situación que entrañaba sus riesgos. Es cierto que tenía cierto margen porque el primer duelo era ante el colista Cartagena, pero se sentaba en el banquillo de un equipo histórico de regreso a Segunda que se encontraba en puestos de descenso. Lo primero era sacarlo de esa zona peligrosa ante el riesgo de que se enquistaran las dudas del inicio de temporada. Y dos meses después de que asumiera el mando, el Dépor ha emergido en la tabla y ha mejorado los niveles de puntuación y el poder ofensivo de la de la era Idiakez en Segunda División. Esta pujanza, frenada en seco por el duelo del Mirandés y a la espera del choque ante el Tenerife, le ha permitido al equipo coruñés estabilizarse en la tabla, dejar un partido de ventaja con la zona de la quema y plantearse nuevos objetivos en 2025 que le permitan relanzarse en la clasificación y le conviertan en un equipo más redondo.
Gilsanz, de momento, ha sumado 14 puntos en ocho partidos por los diez de Idiakez en doce. Estos números colocarían al Dépor del betanceiro en una hipotética cuarta plaza en la tabla si se toma como referencia esos ocho partidos. 14 puntos en ese tramo de temporada en que le harían estar por detrás únicamente de Almería, Elche o Mirandés, en zona hipotética zona de play off. Ha sido, además, un tramo de temporada en el que se ha medido a equipos que tienen máximas aspiraciones o que se encuentran en la parte alta como Almería, Sporting, Cádiz, Zaragoza, Castellón o Mirandés. Solo se aparta de esta serie de equipos el Cartagena, que sigue en la zona de descenso.
La gran razón de esta metamorfosis reside, sin duda, en la eficacia ofensiva y la capacidad para producir en ataque que han mejorado en las últimas ocho semanas. El Deportivo ha pasado de menos de un gol por partidos (11 en 12 duelos) a más de dos por encuentro (18 en 8), una cifra que le coloca en un liderato compartido con Almería y Oviedo en esta faceta. En las estadísticas avanzadas los goles esperados son mayores, pero ante todo ha mejorado la eficacia.
El otro gran paso adelante se ha producido en el balón parado. En la era Imanol Idiakez en Segunda solo había conseguido uno de los once, mientras que con el betanceiro son 6 de los 18, un tercio de los logrados.
A mejorar
Más allá de las conquistas, aún le quedan retos por delante al Dépor de Gilsanz. Uno de ellos es terminar de poner tierra de por medio con el descenso y vivir esta temporada de una manera más desahogada. Para lograr seguro que le ayudará mejorar algunos aspectos del juego que le quedan por pulir y que ya revolotean la cabeza del betanceiro.
El primero y más importante es el de los goles encajados. El Dépor recibió 15 tantos en 12 partidos con Idiakez y 14 en 8 con Óscar Gilsanz. La cifra está condicionada por los dos últimos partidos ante el Castellón y el Mirandés, pero es un aspecto a corregir: la fortaleza en área propia.
Otro de los aspectos es la mejora en la salida de pelota ante los equipos que presionan arriba o que le obligan a asumir el mando de los partidos. La propia idiosincracia de la plantilla pide correr y jugar a campo abierto, no siempre se puede. Ya ha ido dando pinceladas, aún debe mejorar ese aspecto y el enlace defensa-ataque. El mercado también le puede aportar soluciones porque la prioridad del Dépor en este periodo de pases de enero es la búsqueda de un pivote box to box.