Nadie escribe cartas como la gran Lupe Gómez, que ha convertido el género epistolar en una forma literaria fuera de época. Me refiero a esas cartas de pan tierno y estrellas, que son de hoy, o de ayer, o de mañana. Luego, las escritas por autores a otros autores, siguen siendo material literario, a veces deliciosamente escandaloso. ¿Cómo no recordar aquí a Fitzgerald o a James Joyce? ¡Ah, esas cartas impúdicas que sólo prefiguraban el cuerpo de una literatura asombrosa, tan provocadora o más que los mensajes y billetes íntimos! Pero ahora son una rareza. Me pregunto qué sucederá con las futuras colecciones epistolares, donde se pretende desnudar un poco el alma del artista. ¿Deberemos acudir a las fotografías de Facebook para construir su lado más personal? No, eso ya está concebido para el uso público… Es hurgar en la correspondencia lo que nos atrae, leer lo que no nos escribieron.

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