Sus Majestades los Reyes Magos suelen no equivocarse y no repiten regalos en Navidades consecutivas. A no ser que el obsequio sea muy deseado. Es por eso que la segunda visita del FC Barcelona está volviendo a vivirse con la misma ilusión que la primera, aunque deseando que el final sea otro distinto. Mucho se había hablado de que una derrota con honor y dejando buena imagen como en 2024 sería un buen resultado y muchos veían con buenos ojos repetirlo, pero a pocas horas de que ruede el balón en el Municipal de Deportes, el ambiente que se respira en Barbastro es bien distinto.
«La experiencia bonita de la primera vez y la derrota dulce ya la tuvimos el año pasado. Lo que queremos este año es ganar. Nadie de la afición firma otra cosa que no sea pasar de ronda», afirma Andrés Masgrau, un fiel seguidor de la Unión Deportiva Barbastro. «El Barcelona no da miedo a nuestros jugadores, no van a salir a verlas venir y si hay un día que tenemos opciones reales es hoy», plantea Andrés, que tomaba café (más bien cerveza) con sus amigos mientras hacía tiempo para dirigirse al recibimiento preparado para el equipo.
Y es que desde por la mañana se sentía en Barbastro que la jornada iba a ser especial. Dándose una vuelta por la ciudad era casi imposible no toparse con alguna bandera del Barbastro o con las cientos de bufandas conmemorativas con los escudos del club oscense y del Barcelona para recordar la ocasión. El vermú fue largo en las calles de la localidad y las conversaciones eran monotemáticas. «Hay que conseguir llegar con vida al descanso. Ellos querrán meter un par de goles rápidos para bajarnos los humos. Si aguantamos van a acabar sufriendo», analiza Adrián Ballabriga, otro aficionado.
Partiendo de la base de que «nos tiene que salir todo bien y al Barça todo mal», la clave para los locales, repletos de fe, podía estar también fuera del campo. «El Barcelona está a otras cosas. Menuda crisis institucional tienen encima con la movida de Dani Olmo. Van a venir despistados y se van a llevar una sorpresa», vaticina Adrián.
Conforme pasan las horas y los tragos aumentan, la confianza crece y crece hasta límites insospechados. «Lo del Barcelona es un trámite para pasar de ronda y que nos toque el Madrid. Queremos ir a La Cartuja y la Final y después a la Supercopa», ironiza Rubén.
Sobre las cinco de la tarde, cuando el sol pierde fuerza pero aún es visible, la avenida San Josemaría de Escribá de Balaguer, en los aledaños del Municipal, es un hervidero de gente. Los puntos calientes son los bares del lugar, aunque por la calle, con una única dirección y destino, solo se ve en blanco y rojo. Niños, niñas, adolescentes, adultos y mayores se dirigían al recibimiento que la afición había preparado al autobús del Barbastro.
Alrededor de 500 personas, quizá más, les han dicho a sus jugadores, entre bengalas, cánticos, petardos y golpes de bombo, que están con ellos y que por ellos no va a ser. Si los ánimos al Barbastro no eran suficientes, por si acaso, la afición también ha aprovechado para tomarla, deportivamente, con el rival. «¿Dónde está Dani Olmo, Dani Olmo dónde está?», han cantado de manera burlona los allí congregados. Todo valía para tratar de meter el primer gol del Barbastro: «Esto tiene que ser una caldera. Sí se puede».