Un altar en la calle privada entre Mesa y López y Jesús Ferrer Jimeno recuerda a Lucía, Luci, la niña de 10 años que falleció la tarde de Año Nuevo al precipitarse desde la décima planta de un edificio en el que vivía junto a su padre y su hermana pequeña, de 8 años. Los vecinos se han organizado para depositar flores y velas, en su mayoría blancas, e intentar que estas no se apaguen. Es la forma en la que Madera y Corcho –pero también Las Rehoyas, donde el progenitor regenta una tienda– honra y reza a la menor. Y también la llora.
La Policía Nacional continúa con las pesquisas para esclarecer qué ocurrió la tarde del primer día del año en esa planta diez de Madera y Corcho. Eran las 16.20 horas cuando Luci –como la conocen en la zona– se precipitó al vacío desde el balcón y murió en el acto, debido al golpe contra el asfalto.
El Grupo de Homicidios de la Jefatura de Policía Nacional de Canarias trabaja con el accidente involuntario como principal hipótesis, tras tomar declaración a familiares y testigos, aunque no descarta ninguna otra opción. En el momento de escribir estas líneas, eso sí, no se contemplaba la implicación de terceras personas en el caso, a la espera de los resultados de la autopsia.
«No recuerdo gritos como los del padre cuando vio lo que había pasado y a la niña en el suelo. En mi vida había escuchado un llanto así de desgarrador», dicen quienes presenciaron lo ocurrido, cuando ya los servicios de emergencia habían llegado al enclave. La Policía Nacional tardó solo siete minutos en personarse, tras ser comisionados por el 112. Policía Local y el sanitarios del Servicio de Urgencia Canario (SUC) ya estaban allí.
Los facultativos solo pudieron confirmar el fallecimiento y atendieron también al padre, por una grave crisis nerviosa. Él permanece ingresado en un hospital de la capital grancanaria. Su hija pequeña se encuentra al cuidado de una abuela que reside en Las Palmas de Gran Canaria.
El altar, en esa calle privada y peatonal que entre Mesa y López y Jesús Ferrer Jimeno donde cayó la niña, se instaló solo un día después de la tragedia. Los vecinos se turnan para encender la velas. Es lo único que pueden hacer para mandar fuerzas al progenitor y mantener el recuerdo de la niña, quien siempre iba de la mano de su hermana pequeña y de su padre por Mesa y López, desde que la madre falleció en febrero del año pasado por causas naturales en su China natal. También en Las Rehoyas, donde el padre tiene una tienda en la que Luci lo acompañaba siempre que el curso escolar se lo permitía.