Las elecciones presidenciales polacas del próximo mayo condicionarán la gestión de la presidencia rotatoria de la Unión Europea (UE) que recae sobre Polonia en el primer semestre de 2025. El primer ministro polaco, el conservador Donald Tusk, no puede permitirse perder un solo voto en esas elecciones, ya que necesita arrebatar la presidencia del país al ultraderechista Ley y Justicia (PiS), porque con su poder de veto el actual presidente, Andrzej Duda, obstruye el proceso de regeneración democrática emprendido por su Gobierno de coalición popular-socialdemócrata-liberal tras ocho años de control ultra del Estado.
El candidato a presidente del partido de Tusk, Coalición Cívica (KO), el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, parte como favorito, por delante del candidato del PiS, Karol Nawrocki, según los sondeos, pero esa ventaja podría reducirse si los votantes estiman que Tusk ha aceptado o promovido a nivel europeo medidas perjudiciales para Polonia durante su presidencia de la UE. La descalificación de Tusk por parte del PiS como “proalemán” y la voluntad de Tusk de demostrar lo contrario dificulta las relaciones con Alemania, socio europeo ineludible.
En medios diplomáticos se estima que la presidencia polaca de la UE antepondrá sus intereses nacionales a los europeos y evitará o aplazará medidas sensibles que puedan tener una lectura política negativa sobre los intereses polacos, como el desarrollo de la política climática de la UE, las restricciones medioambientales en el sector agrario, las exigencias en biodiversidad y restauración de suelos degradados y la reducción de las emisiones de CO2 y del uso de carbón.
Polonia se opone al acuerdo con Mercosur
Polonia, al igual que Francia, está en contra de ratificar el Acuerdo Comercial de la UE con Mercosur en su forma actual, porque considera que perjudica al sector agrario polaco. El arranque de la planificación del marco presupuestario plurianual de la UE 2028-2034 es otro tema sensible para Polonia. Tusk ha colocado a un estrecho colaborador, Piotr Serafin, como comisario europeo de Presupuestos para intentar frenar los planes perjudiciales para Polonia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de limitar los fondos destinados a agricultura y cohesión en el futuro marco presupuestario.
Polonia ha optado por priorizar durante su presidencia europea la defensa, la seguridad y el control de la inmigración y de las fronteras exteriores, temas con amplio consenso nacional. Tusk prefiere no primar la industria militar europea para contentar a Estados Unidos y choca con Alemania, Países Bajos, Austria, Suecia y Finlandia al pedir más financiación de la UE en defensa.
Polonia es uno de los principales apoyos de Ucrania en la UE, pero ese respaldo se quiebra cuando se trata de las exportaciones agrarias de Kiev, restringidas por Varsovia. Durante este semestre deben renegociarse las preferencias comerciales de la UE a Ucrania que expiran el 5 de junio y el electorado rural polaco es muy importante para Tusk. Los bloqueos de la frontera por los agricultores polacos tuvieron un amplio apoyo social y los sondeos indican que la mayoría de los polacos cree que deben priorizarse los intereses nacionales y la protección del sector agrario por encima del apoyo a Ucrania. Tusk ha afirmado que las exportaciones agrarias ucranianas a la UE sirven básicamente para enriquecer a los oligarcas y las multinacionales. Bajo la presión agraria, Polonia y otros países quieren recortar esas preferencias que Kiev considera indispensables para no agravar su situación económica tras tres años de guerra con Rusia.
Limpieza étnica
Las relaciones entre Polonia y Ucrania se ven tensionadas además por la resistencia de Kiev a exhumar y honorar con una sepultura adecuada a las decenas de miles de polacos asesinados en las operaciones de limpieza étnica llevadas a cabo en 1943 por el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) en Volinia y Galitzia. El Instituto de la Memoria Nacional polaco estima en 100.000 el número de polacos asesinados por la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y el UPA. El Parlamento polaco aprobó en 2016 establecer el 11 de julio como “Día Nacional de la Memoria del Genocidio” de polacos cometido por los nacionalistas ucranianos en 1943-1945. El Gobierno de Tusk ha indicado que Ucrania no entrará en la UE hasta que se hayan completado las exhumaciones y Kiev haya reconocido la responsabilidad ucraniana en las matanzas, mientras que Ucrania considera héroes nacionales a los miembros de esas organizaciones.