España se ha convertido en los últimos años en un gran centro global de reventa de gas natural, aupada por la sacudida histórica del sector por la crisis energética y por el terremoto geopolítico provocado por la invasión militar de Rusia sobre Ucrania. Con toda Europa buscando nuevos países de suministro de gas para recortar su dependencia del gas ruso, España disparó durante la crisis las reexportaciones hasta máximos históricos y se erigió en pieza clave para asegurar el suministro continental gracias a su gran red de infraestructuras gasistas. Tras dos años de récords excepcionales, el año pasado las exportaciones desde España cayeron con fuerza y se perdió más de la mitad del gran negocio de reventa de gas.
Las reexportaciones de gas desde España se quedaron el año pasado en los 34.500 gigavatios hora (GWh), con un fuerte descenso del 54% en relación al récord alcanzado un año antes y el peor dato desde el negro 2020 marcado por el frenazo económico provocado por la pandemia, según los registros provisionales de cierre del ejercicio de Enagás, el gestor del sistema gasista nacional.
En cualquier caso, desde el sector gasista se apunta como factores determinantes del descenso que durante el año pasado no se registraron algunos incidentes excepcionales como las huelgas en las plantas de regasificación de Francia o largos periodos de mantenimiento en los yacimientos de Noruega que en ejercicios previos, durante la crisis, también elevaron de manera especial las exportaciones. En estos picos de demanda por episodios inesperados España tuvo un papel clave como garante del suministro de otros países europeos.
Red de grandes infraestructuras
España ha estado exprimiendo su red de grandes infraestructuras para convertirse en un gran hub de reexportación de gas durante la crisis energética. El sistema gasista nacional explotó al máximo su amplia red de plantas regasificadoras -las que reciben y envían el gas por barco- y también sus conexiones por gasoductos con Europa para disparar la reventa de gas a otros países.
La reventa de gas a otros países había acumulado dos años consecutivos de récords desorbitados. En 2022 España ya catapultó las reexportaciones de gas hasta los 68.200 GWh, casi duplicando la actividad; y en 2023 aumentaron otro 10% hasta un nuevo máximo histórico de 75.300 GWh. Unos niveles excepcionales de actividad tanto en los gasoductos con Francia, Portugal y Marruecos (el que conecta con Argelia se utiliza sólo para importar gas) como en las seis plantas regasificadoras, que concentran un 33% de la capacidad de regasificación de toda la Unión Europea y un 44% del almacenamiento de gas natural licuado (GNL) del continente.
Según los datos que maneja Enagás, España puede exportar al continente 8.500 millones de metros cúbicos de gas (8,5 bcm) al año a través de los dos gasoductos con Francia tras la ampliación de capacidad puesta en marcha en noviembre con un nuevo compresor en Irún, y actualmente también tiene capacidad para mandar otros 4 bcm por barco desde las plantas de regasificación. Pero si se ponen las regasificadoras a máximo rendimiento, se pueden sumar casi otros 10 bcm adicionales. Además, Enagás puso en marcha en mitad de la crisis la planta asturiana de El Musel para utilizarla como almacén logístico de reexportación, lo que implica un aumento potencial de otros 8 bcm la capacidad española de envío de gas a Europa.
Caída de la demanda
El consumo total de gas natural alcanzó los 311.700 GWh en 2024 en España, un 4,2% menos que el año anterior, debido especialmente a la caída del consumo de gas para quemar en las centrales de generación eléctrica, que se desplomó un 22% tras el uso récord de los años anteriores. La demanda convencional de gas natural, destinada al consumo de hogares, comercios e industrias, alcanzó los 237.000 GWh, debido principalmente a un mayor consumo industrial, que aumentó un 4,2%, hasta alcanzar los 176.700 GWh.