Con la llegada de 2025 el desafío de la emergencia climática se ha vuelto más urgente que nunca. La reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que afectó gravemente a Valencia ha sido un claro recordatorio de la vulnerabilidad de las ciudades frente a los fenómenos meteorológicos extremos.
Pero mientras muchos miran con temor los desastres naturales que ocurren a miles de kilómetros, pocos se han detenido a pensar en cómo el cambio climático y la subida del nivel del mar podrían afectar a las regiones más cercanas.
Durante años se han escuchado advertencias sobre la posibilidad de que algunas zonas del planeta desaparezcan debido al aumento del nivel del mar.
Sin embargo muchos no han llegado a comprender la magnitud de este problema y lo cercano que está de convertirse en una realidad que afectará a sus propias vidas. Un claro ejemplo de ello es el reciente estudio de la NASA, que ha identificado las ciudades y regiones más vulnerables a esta amenaza. De acuerdo con los datos de la agencia espacial varias ciudades costeras del mundo están en riesgo de desaparecer o quedar inundadas si las aguas siguen subiendo a la velocidad actual.
Pero el impacto no solo se limita a grandes ciudades como Miami o Nueva York. La Región de Murcia, una de las áreas más afectadas de España, ya está viendo los efectos de la subida del nivel del mar, y lo peor está por llegar.
La amenaza para Murcia
Según un reciente informe de Greenpeace, el diagnóstico para la Región de Murcia es que varias áreas costeras de la región, que actualmente son altamente productivas, podrían enfrentarse a la desaparición parcial o total debido al aumento de las mareas y la intrusión de agua salada en los acuíferos.
Uno de los sectores más afectados sería la agricultura: una de las principales fuentes de ingresos de la región. Se estima que si las predicciones se cumplen, las pérdidas económicas podrían ser muy elevadas y causar un impacto devastador en la economía local. El aumento de las temperaturas y la falta de agua también agravan la situación dejando a muchas zonas agrícolas en una situación de alta vulnerabilidad.
En concreto, Greenpeace denuncia que los 60 millones que se han invertido entre 2016 y 2020 en la reposición artificial de arena en las playas podrían acabar tirados al mar.
La desaparición de zonas como la Mar Menor, una de las lagunas saladas más importantes del Mediterráneo, es otra de las principales preocupaciones. Aunque no se trata exclusivamente de un problema relacionado con la subida del nivel del mar, los efectos del cambio climático están acelerando su deterioro. La salinidad excesiva, las altas temperaturas y la contaminación están llevando a la laguna a una rápida degradación que amenaza a toda la biodiversidad local.
Zonas más afectadas en la Región de Murcia
Las áreas más vulnerables de la Región de Murcia incluyen, principalmente, las zonas costeras y las cuencas fluviales. La costa mediterránea, que incluye localidades como Cartagena, San Javier, Mazarrón y la propia Mar Menor, son los puntos de mayor riesgo aunque el informe ‘La España inundable’ estima que el 17% de las viviendas de la Región de Murcia estarían en riesgo de quedar inundados.
Cartagena, por ejemplo, enfrenta un grave peligro debido a su ubicación en una zona baja cerca del mar. La subida de las aguas podría inundar partes del centro urbano, desplazando a miles de personas y afectando gravemente a la economía de la ciudad, que depende en gran parte de la industria portuaria y turística.
El Mar Menor, una de las joyas naturales más importantes de la región, también se encuentra en una situación crítica. En este caso, además del cambio climático, la contaminación y la actividad humana han exacerbado la pérdida de biodiversidad y el aumento de la salinidad, lo que amenaza tanto a la fauna marina como a la economía local basada en el turismo y la pesca.
La ciencia ha advertido que los efectos del cambio climático y la subida del nivel del mar son inevitables, pero eso no significa que todo esté perdido. Existen soluciones que aunque no detendrán el avance del fenómeno, podrían mitigar sus consecuencias como la restauración de los ecosistemas naturales (como las marismas y los humedales) que actúan como barreras naturales contra la subida del nivel del mar y protegen las costas; o la regeneración de la vegetación en las zonas afectadas podría contribuir a frenar la erosión costera.
Asimismo las infraestructuras sostenibles y la construcción de barreras de protección son medidas que podrían implementarse en las zonas más afectadas para frenar las inundaciones. Sin embargo, el reto no es solo local: ya que hace falta un esfuerzo conjunto a nivel nacional e internacional para frenar el cambio climático y evitar que las predicciones más pesimistas se hagan realidad.