Justo hace ahora once años de mi último artículo en Superdeporte. El 5 de enero de 2014 nos dejaba Salva Regües. Sus amigos (pero sobre todo su mujer, María José, “nuestra querida esposa”, y sus hijos) nos vimos sorprendidos por una pérdida inesperada e irreparable. Y el levantinismo quedaba huérfano de uno de sus grandes referentes mediáticos del medio siglo anterior, y de su colosal columna Granotes en Levante-EMV. Así que Joan Carles Martí me llamó para trasladar el Bombeja Agustinet! allí, donde yo colaboraba ocasionalmente desde finales de los 80.
En una década todos hemos cambiado mucho. A finales de 2013, el Llevant de Caparrós sesteaba en Primera y vivía de los paradones inverosímiles de Keylor Navas. Soy fan incondicional de Gorka Barrie y de Martínez Puig, pero jamás vi un portero que aportara tantos puntos a un equipo con sus intervenciones como el costarricense. La escuadra granota venía de jugar la Europa League el curso anterior y de la resaca de marzo de 2013, cuando Tebas denunció el presunto amaño del Llevant-Zaragoza (1-2) de mayo de 2011.
Una década después, el Llevant ha muerto y ha resucitado, que cantan Los Secretos, en ‘Pero a tu lado’, uno de los himnos extraoficiales de la grada levantina. Lo ha hecho unas cuantas veces. García Nieves y yo mismo lo contamos en ‘1909. 115 años “a contracorrent”’, el libro que nos enseña a resistir, más si cabe, a caballo de la adversidad y la superación, de l’orgull granota. El actual contexto, precisamente, invita a ello: a apretar los dientes y a cruzar los dedos mientras Danvila y Calero dan lo mejor de sí mismos para que el equipo pueda ofrecer el nuevo giro de timón a nuestra historia que representaría el séptimo ascenso a la élite. 2025 suena precioso para que quede siempre unido a unas cuantas palabras: «Iborra, tras su inmensa lección de volver a Orriols, capitanea el regreso a Primera», algo que permitiría, de nuevo, enderezar el destino del Llevant UD, esquivar la enésima crisis y poder seguir mirando al futuro con ilusión.
Quizá pueda parecer más un anhelo navideño, en víspera de Reyes, que un deseo con visos de realidad. Lo cierto, como me apresuro a aclarar siempre que puedo, es que este curso, a pesar del margen de crecimiento del equipo, como colectivo e individualmente, y del propio míster, apenas ningún equipo ha sido superior al Llevant: si acaso el Elche, con el atenuante de las piernas temblorosas de los chicos, tras el impresionante homenaje de Orriols a las víctimas de la barrancà. Y quizá el Racing.
Ni siquiera creo necesario reforzar al equipo: Calero quiere un central, pero quien pueda venir en invierno y en las actuales circunstancias de tesorería, no mejorará ni a Dela, ni a Cabello, ni a Elgezabal. Ni al propio Iborra, claro, que puede jugar ahí, y que, superados sus problemas físicos, estará en disposición de demostrar lo que aún es capaz de aportar. Tampoco hace falta un delantero. Espí lleva 4 tantos en 199 minutos, uno cada 50 minutos. Lo que urge es meterlo en el once y darle confianza para convertirlo en el fichaje decisivo de enero.
Suscríbete para seguir leyendo