El mundo podría vivir una erupción volcánica masiva de consecuencias devastadoras durante las próximas décadas, según el pronóstico realizado por los científicos, que recuerdan que hechos así han sucedido ya en el pasado reciente.
Científicos como Markus Stoffel, profesor de clima de la Universidad de Ginebra (Suiza), confirman que es muy probable que ocurra una erupción volcánica masiva, y la única duda es cuándo se producirá este hecho.
Según los datos que ofrecen los registros geológicos, existe una probabilidad entre seis de que este fenómeno suceda en las próximas décadas.
Hay antecedentes históricos relativamente recientes. El precedente más notable es la erupción del Monte Tambora (Indonesia), que en 1815 desencadenó la mayor catástrofe volcánica jamás registrada.
El «año sin verano» de 1815
El impacto no se limitó a una devastación limitada a Indonesia, sino que su efecto global desencadenó lo que se conoce como el “año sin verano”. Las temperaturas cayeron, las cosechas se perdieron, y se propagó una pandemia de cólera mientras se extendían las hambrunas y las crisis sociales.
Esta terrible situación volverá a ocurrir este siglo, según advierte Stoffel. Pero, a diferencia de ocasiones anteriores, el peligro ahora radica en que ello sucederá en un mundo mucho más caliente por el cambio climático y densamente poblado.
Según Stoffel, una explosión de tal magnitud arrojaría dióxido de azufre a la estratosfera, esparciendo partículas que reflejan la luz solar y enfriando el planeta durante varios años.
Si bien este efecto podría parecer un alivio temporal frente al calentamiento global, los expertos señalan que, en realidad, las consecuencias serían devastadoras.
Y es que un enfriamiento global medio de solo un grado Celsius podría desestabilizar los patrones climáticos, secar los monzones de África y Asia y reducir la productividad agrícola.
Estudios sobre erupciones pasadas, como la del Monte Pinatubo en 1991, ya mostraron cómo estas partículas afectan las temperaturas globales.
Aún más alarmante es la posibilidad de que el cambio climático intensifique estos efectos, aumentando la dispersión de aerosoles que agravan el enfriamiento.
Además del impacto climático, las repercusiones sociales también serían enormes. Hay que tener en cuenta que más de 800 millones de personas viven cerca de volcanes activos, lo que eleva el riesgo de pérdidas humanas y económicas directas.
Además, a largo plazo, el efecto en la seguridad alimentaria, la economía global y la estabilidad política podría ser catastrófico.
“Es crucial que se elaboren estrategias que incluyan evacuaciones, estrategias de emergencia y suministro de alimentos”, enfatiza Stoffel. Sin embargo, actualmente la preparación es escasa, y las simulaciones de escenarios extremos apenas comienzan a desarrollarse.
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