El tiempo es una dimensión medible, pese a cierta elasticidad que teorizó Einstein. Podemos pautarlo en magnitudes planetarias, siguiendo los movimientos de rotación y traslación terrestres. Lo relativo son las pautas y la velocidad en que las transitamos. Para mí, esta columna es la última del año, pero para ti, amable lector, es la primera que me lees en 2025. En nuestro diálogo semanal, apenas han pasado dos días, pero si viviera en Neptuno, esta comunicación duraría meses.
La geografía tiene pautas más uniformes y estandarizadas por algunas referencias necesarias, como la estrella Polar o la dirección que marca la brújula. Por eso, cuando se pierden, decimos de alguien que está desnortado. Por ejemplo, la paloma de Alberti se equivocaba con frecuencia, por ir al norte fue al sur y no distinguía el trigo del agua.
Los vegetales son más rigurosos, porque fijos al mismo sitio para toda la vida, tienen muy claro dónde está el norte. Su descontrol tiene más que ver con el tiempo, porque les resulta más difícil saber cuándo termina un año y empieza el otro. Hay almendros en flor en los campos de sierra Espuña antes de que llegue enero. El fenómeno no es nuevo y no creo que sea porque Perséfone se haya vuelto trasnochadora y abandone a Hades por las noches. No, más bien los desnortados son los negacionistas del cambio climático o los terraplanistas. Tan perdidos, que no encuentran ni la ‘d’ del participio, “desnortaos”; son tantos que necesitaríamos otro planeta entero para confinarlos, porque si los mandamos al casquete polar, lo deshielan. Veamos algunos ejemplos.
“Desnortao” ‘number one’, que en inglés parece más, es Carlos Mazón; de tan perdido, parece un pingüino en el desierto del Sahara. Cada vez que habla crece exponencialmente el número de indignados. Si ya era grave que el Centro de Coordinación de Emergencias se reuniera el mismo día de la DANA, que el ínclito no estuviera al frente, sino de comidas con postre de corruptelas para ofrecer la dirección de la televisión valenciana sin concurso público; ahora añade que lo hizo como presidente del PP valenciano, como si fuera una trinidad en sí mismo, tres personas distintas y un sindiós verdadero.
A la zaga, pero no muy lejos le sigue el Gobierno con la política de vivienda. Con su flamante ley recién aprobada, tan inútil como polémica, los precios de la nueva alcanzaron los niveles del 2008 y los del alquiler son tan estratosféricos que tendríamos que ir a Marte para alquilar una habitación a precios asequibles. La gentrificación nos iguala a todas las comunidades y nos asemeja a la Cuba de hace 30 años, pero no en el régimen político, sino en las consecuencias, porque los cubanos no podían permitirse entrar a La Floridita o a la Bodeguita del Medio, repletas de turistas, salvo para preparar daiquiris o mojitos tras la barra.
Luego sigue el PP con Feijoo a la cabeza, completamente descolocado cuando “The Economist” dice que la mejor economía de 2024 es la española. La biblia del neoliberalismo elogiando al gobierno “socialcomunista” y bolivariano (Ayuso dixit) de Sánchez. “Desnortado” está su portavoz, Miguel Tellado, cuando critica las celebraciones del quincuagésimo aniversario de la muerte de Franco, que sí, murió en la cama, pero el espíritu del dictador pervive en quienes parecen echarlo en falta, tal vez él mismo.
“Desnortao” quedó SUMAR con el caso Errejón, tanto más triste porque ha dejado malparada la causa feminista y los nobles esfuerzos por reivindicarla. Hablando de feminismo, accesit para Rubiales con su “piquito” y el “no voy a dimitir”. La Federación Española de Fútbol le debe tanto que sigue haciendo esfuerzos por superar su propio desprestigio.
“Desnortao” está nuestro Gobierno regional cuando presume de ser líderes en crecimiento económico, pero con la renta per cápita más baja de España y una población en riesgo de pobreza que supera el 30 %, cuando la nación está en el 20 %. ¡Como para presumir!
La lista podría seguir ad libitum, con Podemos haciendo honor al espíritu cainita de la izquierda española, o Puigdemont ridiculizando a quien pacta con él y le toma más en serio que a Roger Rabit y los “toonis” de Spielberg.
Feliz año nuevo, queridos lectores, y que el 2025 no nos pille “desnortaos”.
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