Va vestido con ropa deportiva y una gorra. En la mano derecha lleva una botella de agua. La cámara de seguridad del edificio Seximar de Almuñécar (Granada) muestra cómo Paco baja la rampa del hall de su urbanización y abre la puerta. Antes de salir, cede el paso a una vecina que acaba de llegar cargada con bolsas. El hombre la saluda y se dirige al paseo marítimo, donde cada tarde da el mismo paseo, de unos cuatro kilómetros. La grabación podría ser la de cualquier día normal en la vida de Paco, pero la de aquella tarde, la del pasado 22 de marzo, es la última imagen nítida de Paco Pérez Bedmar antes de que este jubilado, de 87 años, desapareciera de forma extraña.

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