Dos Grand Slams, Roland Garros y Wimbledon, y una plata olímpica en la que para muchos es la mejor final olímpica de todos los tiempos. Argumentos más que suficientes para afimar que Carlos Alcaraz protagonizó un 2024 histórico, a la altura de muy pocos (en España solo comparable a los años de Nadal). Y sin embargo, sin entrar en contradicción, se puede afirmar que pudo haber sido mucho más.

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