De los aniversarios emanan a veces destellos de actualidad política que exceden las remembranzas. Este martes se cumplen 25 años del momento sincrónico en que la bandera panameña comenzó a ondear en la Zona del Canal mientras la enseña de Estados Unidos era retirada del mástil. En el umbral del siglo XXI se cerraba una historia jalonada de conflictos bilaterales que su punto de inflexión con el acuerdo suscrito en 1977 por el presidente norteamericano, Jimmy Carter y su colega panameño, Omar Torrijos Herrera, quien fallecería en un extraño accidente aéreo cuatro años más tarde. La muerte encontró a Carter el pasado domingo. Su nombre ha sido reverenciado en el país centroamericano, y no solo por el papel que desempeñó hace casi medio siglo.
La figura del extinto jefe de Estado adquiere otra relevancia y fuerza a pocas semanas de la vuelta a la Casa Blanca de Donald Trump. Antes de tomar posesión de su cargo, el magnate inmobiliario amenazó con recuperar el control estadounidense sobre el Canal si sus autoridades no reducen las tarifas y reducen la presencia china en sus puertos. «Fuck Trump», fue la consigna que los sindicatos panameños lanzaron con la quema incluida de una bandera de las 50 estrellas blancas. El presidente José Raúl Mulino evitó el insulto pero no la firmeza. «No hay nada que discutir, el Canal de Panamá es panameño», dijo. Y añadió: «quiero expresar de manera precisa que cada metro cuadrado del Canal de Panamá y su zona adyacente es de Panamá, y lo seguirá siendo».
El deceso de Carter le permitió a Mulino contrastar los liderazgos estadounidenses. «Su paso por la Casa Blanca marcó tiempos complejos, que para Panamá fueron cruciales para lograr negociar y pactar los Tratados Torrijos-Carter en 1977, con los que se logró la transferencia del Canal a manos panameñas y la plena soberanía de nuestro país. Paz a su alma». En cuanto a Trump, Mulino mostró su confianza en que el líder republicano no pasará de las palabras a los hechos y que buscará mantener con el próximo mandatario «la mejor relación» posible pese a las diferencias que puedan surgir.
Historia de conflictos
Panamá se separó de Colombia en 1903, tras la llamada Guerra de Mil Días. Casi de inmediato, suscribió con Washington un tratado que no solo ubicaba a ese pequeño país bajo la órbita militar de norteamericana, sino que se sentaron las bases para la construcción de un canal de 16 kilómetros de ancho que, una década más tarde, modificaría los tiempos del comercio internacional. El acuerdo bilateral le asignaba una concesión perpetua a Estados Unidos. Esa posesión despertó con el correr de los años una ola nacionalista que buscó ante todo recuperar los derechos sobre esa zona estratégica.
En medio de los procesos de descolonización globales, y no sin episodios de confrontación violenta, como la muerte de 20 manifestantes que reivindicaban la soberanía panameña, en 1964, se crearon las condiciones políticas para avanzar hacia una reversión del dominio. Durante el último tramo de la presidencia de Richard Nixon, en 1974, se pactó la derogación de lo suscrito en 1903. Tres años después le tocó a Carter estampar la firma junto con Torrijos de dos tratados: uno de neutralidad y otro de devolución del canal.
La bravata de Trump llevó a otro plano un malestar permanente de los republicanos frente al paso que dio Carter. Su sucesor, Ronald Reagan, había sido un tenaz opositor a la transferencia del Canal, pero al acceder al Despacho Oval se abstuvo de impugnar lo acordado. Entre el acontecimiento de 1977 y el último día de 1999 en que la bandera de EEUU dejó de ondear en esa zona, se produjo, el 20 de diciembre de 1989, la invasión del ejército norteamericano a ese país para capturar a su gobernante de facto, el general Manuel Noriega, acusado de narcotraficante. La operación militar provocó entre 400 y 500 muertos, según diversas fuentes.
Desafíos en el horizonte
«En este día cumplimos la mayoría de edad como nación», dijo la presidenta panameña, Mireya Moscoso, un cuarto de siglo atrás. Y esa «mayoría» acaba de ser puesta bajo cuestión por el futuro presidente de Estados Unidos, frente a la perplejidad latinoamericana, que escuchó esas palabras como otro indicio de los tiempos difíciles que se avecinan. Mulino dijo a la CNN que, si Trump intenta avanzar en la dirección insinuada, el país centroamericano se defenderá en las instancias necesarias. «Panamá tiene el músculo que da el derecho internacional para sustentar en derecho por qué somos dueños del canal, punto».
El Canal de Panamá no tiene el funcionamiento ni la dinámica de 1999. Fue modernizado con un tercer juego de esclusas en 2016. La vía interoceánica ha tenido ingresos operativos por 4.986 millones de dólares pese a la reducción de los tránsitos diarios debido a la sequía.
Arístides Royo comenzó a gobernar el istmo poco después de la firma del tratado Carter-Torrijos, de cuyas negociaciones participó activamente. Esa experiencia lo lleva a afirmar que las amenazas de Trump carecen de viabilidad por razones contractuales y también políticas. Royo se desempeñó hasta junio pasado como ministro para Asuntos del Canal.
Recordó al respecto que el acuerdo de 1977 incluye declaraciones «prácticamente idénticas» de los dos signatarios en las cuales se deja constancia de que Washington «nunca interferirá con la soberanía de Panamá, con su territorio, con su sistema político, y que se respetarán absolutamente los términos del tratado». Remarcó que incluso tras la invasión de 1989, bajo la administración de George Bush, «no hubo ninguna amenaza norteamericana de echar hacia atrás los tratados». La era Trump pondrá a prueba el valor de la letra escrita y la firmeza de la comunidad latinoamericana.
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