El escritor mexicano Juan Villoro ha añadido de forma reciente su libro ‘No fue penalti: una jugada en dos tiempos’ a su ya amplia bibliografía vinculada al fútbol, en la que destacan ‘Dios es redondo’ (Premio Internacional Manuel Vázquez Montalbán) y el libro que surgió de recopilar la correspondencia que mantuvo con el argentino Martín Caparrós durante el Mundial de 2010: ‘Ida y vuelta: una correspondencia sobre fútbol’. En una entrevista concedida a este diario con motivo del pódcast ‘La Batalla de Florencia: el fútbol era el arma’, Villoro hace un repaso de los vínculos históricos del fútbol español con el mexicano.
-El fútbol muchas veces tiene una doble visión de un mismo hecho, como ocurre en su libro ‘No fue penalti’, en el que se da la versión del Tanque y la de Valeriano…
-El fútbol está hecho de visiones contrastadas. Los villanos de uno son los héroes de otro equipo. Entonces, en mi libro ‘No fue penalti’ claramente yo contrasto dos versiones distintas de la misma jugada: el que sufre las consecuencias y el que las provoca. Y ahí hay un periodista que desde luego se ensaña con un jugador que considera que es demasiado rudo, que es absurdo, etcétera y, en cambio, le perdona todo al que considera un futbolista excelso. Recordemos, muchos años después, por ejemplo, aquí en el Mundial de España, cuando Maradona fue anulado por Gentile, que de gentil no tenía nada, era solo el nombre y era un experto en perfeccionar patadas. Toda la técnica italiana del catenaccio, este fútbol defensivo, etcétera, hizo ver a los jugadores rudos como héroes, digámoslo así, como pretorianos de la vieja guardia romana.
-La selección española del Mundial de 1934, en la que participaron Isidro Lángara, Martí Vantolrá y Luis Regueiro, entre otros, tenía mucho talento, pero quedó marcada por la Guerra Civil y la diáspora que provocó a Argentina, pero también a su país. ¿Qué importancia tiene México en esa diáspora?
-México fue muy importante para la salvación del fútbol español, al grado de que en Barcelona se habla de la gira salvadora que llevó al equipo blaugrana a México, y prácticamente todos los jugadores se quedaron en tierras americanas. Mi padre nació en Barcelona en 1922 y para él el fútbol tenía que ver con los jugadores que habían llegado ahí. Fue tan importante la influencia del fútbol español que incluso cambió el lenguaje popular mexicano. Por ejemplo, cuando yo era niño todavía se mencionaba a Lángara como un sustantivo que denotaba a una persona que era un gran pícaro, que era alguien muy habilidoso. Por ejemplo, en su novela ‘La muerte de Artemio Cruz’ Carlos Fuentes hace que el protagonista, que es un político muy habilidoso, sea descrito como ‘un Lángara’.
Esta novela se publicó en 1962, entonces, en nuestro lenguaje popular la gran picardía de Lángara en el Parque Asturias y en otros estadios de la época era vista como sinónimo de esa astucia. De Ulises se dice en ‘La Odisea’ que es el de las muchas tretas. Lo mismo podía decirse de Isidro Lángara.
Y luego Vantolrá y Regueiro, pues también fueron fundadores de dinastías, porque sus hijos jugaron en nuestro fútbol, ambos estuvieron en la selección nacional mexicana. José Valtolrá y Luis Regueiro Urquiola, yo los vi jugar. O sea, se impregnó al fútbol mexicano de una manera muy fuerte, de la gira de la selección vasca [Euskadi] y del FC Barcelona.
-¿Qué importancia tuvieron Luis y Pedro Regueiro, Isidro Lángara y Martí Vantolrá en la profesionalización del fútbol mexicano?
-En México había dos grandes equipos españoles: el Club España y el Club de Fútbol Asturias. El parque [estadio] principal, que era un parque muy hermoso, de madera, era precisamente el Parque Asturias. Mi padre, por ejemplo, cuando llega a México se vuelve aficionado del Asturias. Es el equipo con el que sintoniza. Si bien el fútbol es una invención inglesa, me refiero, por supuesto, al fútbol organizado, y muchos clubes de América tienen un origen inglés, incluso en sus colores es bastante común que haya el rojo, el blanco o el azul, los colores de la bandera de Inglaterra en los uniformes y los equipamientos de los equipos de América. En el caso mexicano la influencia del fútbol español fue extraordinaria, con estos equipos, con la llegada de la selección vasca, con la llegada del FC Barcelona, entonces fue algo muy importante porque generó escuela, generó un estilo de juego diferente.
También llegaron historiadores del fútbol mexicano como Joan Cid i Mulet, quien escribe ‘El libro de oro del fútbol mexicano’, que es un historiador catalán que se afinca en México. Y periódicos como el ‘Esto’, por ejemplo, que fue el principal periódico deportivo, que ahora tendrá unos 85 años más o menos de existencia y todavía se publica, es también un empeño en el que participaron muchos comentaristas españoles. Todo esto fue muy importante, desde luego, para que hubiera no solamente buen fútbol, sino una masa crítica que pudiera apreciarlo.
-¿Cómo se recuerda en México a Lángara y al resto de jugadores del Euskadi, que jugó en su país tras la Guerra Civil española?
-Los jugadores del pasado se van convirtiendo en figuras que vemos como en sepia y blanco, como esas viejas fotografías, esos daguerrotipos, y vamos perdiendo un poco la precisión respecto a ellos. Durante mucho tiempo se mencionaba a Lángara como un jugador absolutamente mítico, equivalente aquí en España por ejemplo a Puskas o Di Stéfano. Y Vantolrá y Regueiro perduraron entre nosotros a través de sus hijos. Lo que me parece importante señalar es que hubo un tiempo en que España era un país mucho más pobre que ahora y requería que sus jugadores se salvaran de una guerra civil que estaba aniquilando al país, y México fue un país de acogida, no solamente para los republicanos españoles, la facción que perdió la guerra, sino también para los deportistas. Y ese es un episodio que no se recuerda lo suficiente. Sobre todo ahora, por ejemplo, que el Barça es un equipo tan rico, se remonta pocas veces a ese momento en que solo el utilero regresó a España porque los jugadores se habían quedado en México.
-Lángara, en concreto, fue dos veces máximo goleador en México. Mantuvo el olfato goleador que le caracterizó siempre.
-Lángara fue máximo goleador en México en una época en donde un marcador podía ser el 6-2, 7-3. Eran marcadores muy abultados. Los equipos jugaban en aquel momento con cinco delanteros y tres defensas. Entonces estaba muy descompensado el fútbol y era mucho más fácil anotar, pero aun así hay que tomar también en cuenta las dificultades para hacerlo, con los balones pesados de aquella época, que además pesaban aún más con la lluvia, en fin, y los campos que no eran tan buenos como los de hoy. Yo creo que tiene muchísimo mérito lo que hizo Lángara.
-¿Cree que aquella selección española de la Segunda República se puede considerar por la Guerra Civil la generación perdida del fútbol español?
-El fútbol está lleno de oportunidades perdidas. Los mexicanos recordamos situaciones en que hemos sido injustamente excluidos de mundiales. Por ejemplo, el de 1990. La FIFA, dentro de sus muchas corruptelas, quería favorecer a Estados Unidos porque el siguiente Mundial se iba a jugar en ese país y en aquel tiempo el fútbol era un deporte casi secreto en EEUU.
Entonces había mucho interés en que se calentara la afición a través de la presencia de Estados Unidos en el Mundial de Italia. Pero no había calificado. Había quedado tercero detrás de México. Y si la FIFA excluía a México, entonces el que subía y participaba era Estados Unidos. Y fue efectivamente lo que ocurrió, porque México se dio un tiro en el pie a sí mismo para perjudicarse y cometió un acto de corrupción en las categorías juveniles falsificando actas de muchachos para que pudieran jugar en la Olimpiada de Seúl de 1988. Y entonces, por primera vez en la historia, un delito en la categoría juvenil tuvo repercusiones, no solamente ahí, prohibiendo que México fuera a la Olimpíada del 88, sino en la selección, excluyendo a México del Mundial de Italia. Y en ese momento Hugo Sánchez era el máximo goleador de Europa, era su momento de esplendor y claro, nosotros nos preguntamos qué hubiera pasado con esa generación importante, con Hugo Sánchez en su máximo esplendor, si hubiéramos podido ir a Italia. El fútbol está lleno de oportunidades perdidas y yo creo que la España que se fogueó en el Mundial de 1934 se dispersó en una diáspora dolorosa y no pudo volver a congregarse por la situación histórica de España a partir de la Guerra Civil. Y eso también, pues es una de las grandes oportunidades perdidas del fútbol. Son las tragedias de los países que dañan tantas cosas, entre otras la posibilidad de seguir jugando, de practicando el deporte.
-Usted ha citado al Club España y al Club de Fútbol Asturias como dos clubes importantes en los inicios del fútbol mexicano. De hecho, el Asturias de los hermanos Regueiro fue el primer ganador de la Liga profesional mexicana.
-Es una lástima que el Asturias y el España no hayan perdurado ya en la fase más moderna del fútbol mexicano, porque eran los equipos semillero y además estaban vinculados a clubes deportivos. Yo pertenecí al Club Asturias y yo jugaba en la Liga de ese club, en el equipo Principado, y de ahí salieron futbolistas que después, cuando ya no tenía el equipo de Primera División, se integraban en otros equipos, como por ejemplo Luis García, que fue un centro delantero de la selección mexicana que jugó aquí en España.
Él sale de este entorno, entonces era una escuela de fútbol, lo cual me parecía que era muy importante, mucho más que lo que hicieron los ingleses, porque ellos a través de las fábricas, sobre todo de las empresas mineras que tenían en México, crearon equipos, pero no tenían estructura de clubes. Eso fue muy importante como impronta del fútbol español en México: la generación de instituciones que tienen socios y que desde pequeños pueden jugar para una liga y luego se van profesionalizando. Toda esa estructura a mí me parece que fue muy noble y catapultó a muy buenos jugadores, y que hoy en día hace mucha falta porque también eso se ha perdido en cierta forma.
-Leyendo la prensa mexicana de los años 30 se puede constatar la pujanza del fútbol en su país, en el que incluso el Asturias y el Club España llegaron a ganar algún partido al FC Barcelona.
-El fútbol estaba más equilibrado en los años 30 y en los 40 a nivel de clubes de lo que está ahora. Desde la perspectiva contemporánea parece imposible que un equipo de la provincia en México, por ejemplo, le pueda ganar a un gran club europeo. A veces eso pasa, pero es un poco una chiripa, no sucede regularmente. Y el fútbol también existe para eso, para esas grandes sorpresas, en donde de pronto Camerún le gana a Argentina en la inauguración del Mundial. Pero en los años 30 y 40 estaba más nivelado el fútbol de clubes y creo que la historia podría haber sido distinta también si el fútbol se hubiera organizado de otro modo en mi país.
-Leyendo la hemeroteca del diario mexicano ‘El Informador’ se evidencia que cuando en los años 40 tanto el Club España como el Asturias abandonan el fútbol profesional mexicano, en el país hay ciertas críticas hacia esos ‘gachupines’ [españoles de forma despectiva], a quienes se les censura por no seguir invirtiendo en el fútbol mexicano. ¿Ha habido también cierta animadversión hacia los españoles?-Siempre hay una relación compleja entre dos países que tienen desarrollos diferentes. La relación con España es una relación muy próxima porque somos producto del mestizaje; evidentemente hablamos la lengua española, pero al mismo tiempo pasamos por la conquista, que se manejó retóricamente, sobre todo en el México independiente, como una empresa exclusivamente del expolio y de la sangre, lo cual fue, por supuesto, pero también hubo durante la Nueva España, que fueron tres siglos, una convivencia bastante interesante entre los españoles y los miembros de los pueblos originarios.
Un dato muy significativo es que cuando termina el periodo colonial al menos el 60% de los mexicanos hablaban una lengua indígena. Hoy en día solo el 6,6% las habla. Es decir, que la destrucción de ese gran acervo multicultural ha sido obra del México independiente, pero preferimos de una manera retórica desplazar la responsabilidad absoluta a España.
Entonces, hay un tema que es como de competencia e ideológica, y luego está, por supuesto, el tema económico. La comunidad española suele ser bastante próspera. Mi abuelo materno, por ejemplo, llegó como polizón en un barco procedente de La Maragatería, en León, sin ninguna posibilidad de hacer una inversión porque no tenía un duro y, sin embargo, acabó siendo un hotelero, no muy acaudalado, pero suficientemente próspero. Los muchos españoles que hicieron la América también fueron objeto de, por un lado envidia y, por otro, que les digan que solo vienen a hacer negocio y que no quieren retribuir. Sin embargo, también hay muchas fundaciones, como la Beneficencia española, que han retribuido mucho. Es una relación tensa que no va a acabar nunca, una relación de amor odio en donde lo español ha sido por momentos celebrado y por momentos criticado.
Por ejemplo, yo soy hincha del FC Barcelona, soy culé, pero recuerdo cuando todo el Camp Nou le gritaba indio a Hugo Sánchez. Es un agravio que a mí me parecía espantoso siendo yo mismo culé. Estas cosas pasan en los dos lados del océano, son los malentendidos de nuestros países que nos hacen tan cercanos y tan lejanos.