La ducha después del viaje / Shutterstock

Hay pocos actos habituales tan placenteros como la ducha después de un viaje. La ducha de casa, la que importa, la que marca el inicio de una jornada incierta o corona un día ingrato y aciago u otro exitoso y triunfal. La ducha de la zona de seguridad. Uno puede ducharse varias veces al día cuando anda fuera del hogar, en el cuarto de baño de un amigo o en un hotel de cinco estrellas y embolsarse en un albornoz del Ritz, pero la mayoría de las veces es una ducha sin gracia, con prisa, de no molestar, de apurarse para una salida apresurada o minutos antes de una visita guiada por París o Lisboa. La ducha de las vacaciones es una ducha contra el reloj.

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