Alberto Núñez Feijóo (Orense, 1961) es de esos políticos que ganan en la distancia corta, lo cual es bueno para un presidente, pero no tanto para un candidato. Porque ni en 100 vidas le daría tiempo a saludar a cada uno de sus potenciales votantes. Menos aún, a contarles con calma su «proyecto nacional» para recuperar «la política como servicio».
De hecho, lleva la penitencia de que le digan que Pedro Sánchez «se le va a escapar vivo» en el pecado de hacer bandera de conceptos tan elevados o amplios como el Estado de derecho y «la España del sentido común».
Uno concluye, tras una hora y media en su despacho, que debe de ser que de verdad se lo cree cuando promete cambiar «en los seis primeros meses» de su Gobierno «todas las leyes que hagan falta para descolonizar las instituciones».
Y que es por eso por lo que, a veces, puede parecer aturdido frente a su rival en la batalla del fango en que se ha convertido la política española.
Cuando era presidente de Galicia, el PSOE sanchista lo ponía como ejemplo de moderación frente a «la política del insulto» de su antecesor al frente del PP, Pablo Casado. Sin embargo, ahora Moncloa y Ferraz lo acusan de «mala fe», de «radical», de «rehén de la ultraderecha»… mientras él empeña su réplica en «ir a los hechos», o acudir al «realismo de los datos».
Feijóo ha elegido EL ESPAÑOL para cerrar el año. Y aunque muchas preguntas en esta entrevista tratan de llevarle a hacer balance, el líder gallego del PP se empeña en hablar de «construir la alternativa» y de «mirar al futuro».
Aquí podrá usted leer, por primera vez, si Feijóo admite que tendrá que gobernar con Santiago Abascal. También, su primer diagnóstico público de por qué el 23-J terminó siendo un gatillazo. ¿Es un socialdemócrata agazapado en el PP? ¿Cuántas veces ha hablado con Carles Puigdemont? ¿De verdad cree que Carlos Mazón puede seguir? Y si después del descanso navideño, él fuese presidente… ¿con qué se pondría lo primero?
Pasen y lean. Los jóvenes, los autónomos y las mujeres; los habitantes de la España que se vacía, los saharauis y los demócratas venezolanos; quien tema por la salud de la democracia en el mundo, por la de las cuentas públicas o por la separación de poderes… todos encontrarán aquí respuestas a sus preocupaciones.
Las de Feijóo, claro. El hombre que supo gobernar cuatro veces y ahora, admite, le cuesta hacer oposición a uno «que no gobierna, sólo resiste».
El líder de la oposición, ¿qué le pide a 2025?
Le pido recuperar los valores, recuperar el servicio como eje fundamental de la política. Y le pido también acabar de perfilar un proyecto nacional que sirva a los españoles por parte de la alternativa, que es mi partido.
¿Hace falta terminar de perfilarlo o terminar de mostrarlo?
En una España tan convulsa, el 24 ha sido un año sin precedentes, en los 46 años de democracia. Ha sido un año en el que las portadas de la mayoría de las semanas habrían conllevado el cese del Gobierno. Así, es difícil encontrar un espacio para concretar propuestas y determinar alternativas. Pero es nuestra obligación. Y lo vamos a hacer.
Y el señor Núñez Feijóo, el particular, ¿qué le pide al año que empieza?
Siempre pides acierto, el tono adecuado, el rol oportuno. Siempre pides más dedicación, porque tu país es tu proyecto vital. Pero estoy satisfecho con ser coherente con lo que pienso, con mi biografía política.
Estoy muy agradecido a los españoles. Yo me he presentado cinco veces a las elecciones en mi vida, cuatro en Galicia y una a nivel nacional. Y las cinco las hemos ganado. Pero en fin, nunca uno está lo suficientemente formado para desempeñar el inmenso honor de representar a tu país.
Si usted fuese hoy presidente del Gobierno, ¿cuál sería el principal problema con el que se pondría a la vuelta del descanso navideño?
Lo primero, haría una auditoría de la situación de las cuentas públicas españolas y de los datos de empleo. FEDEA y AIReF no coinciden con la contabilidad oficial de los ministerios, en muchos casos. Hay un gap de 600.000 o 700.000 personas con contratos fijos discontinuos inactivos que el Gobierno no computa en paro. Eso es algo absolutamente excepcional. Nunca había ocurrido. Por tanto, lo primero es hacer esa auditoría, ver la situación de la Seguridad Social y contar la verdad a los españoles.
A usted le acusan de proponer medidas más de un partido socialdemócrata que de uno supuestamente conservador. Usted entiende que le critiquen por su apuesta social…
No. No hay política social sin una política económica que funcione. Por eso lo primero que le he hablado es del paro y de una auditoría de las cuentas públicas. Porque llevamos una década larga sin equilibrio fiscal, de la financiación de la Seguridad Social, de que las rentas de las gentes no suben.
Nuestro incremento del PIB se basa, esencialmente, en el efecto rebote de los 11 puntos que perdimos en 2020, en que ha crecido la población en dos millones de habitantes y en el incremento de gasto público en un 20%. Pero el PIB per cápita no ha subido, estamos a la cola de Europa desde 2018. Hagamos realismo económico. No pensemos que por el hecho de que algunos datos nos vayan bien, la gente vive bien. Hoy la gente tiene menos poder adquisitivo que hace cinco años.
«Lo primero que haré en Moncloa es una auditoría de las cuentas públicas y del paro, para contar la verdad a los españoles»
Ahora, el presidente de verdad. ¿Cuál cree usted que será el primer asunto en el Sánchez que se ponga a trabajar a la vuelta de su semana esquiando?
El hecho evidente es que el presidente del Gobierno está a merced de Waterloo. Es el primer presidente de la historia que no es capaz ni siquiera de presentar el Presupuesto en su primer año de mandato ni en el segundo. ¡Y sabe que no podrá hacerlo sin que Puigdemont le diga que de acuerdo!
Está atrapado por una legislatura que nunca debió de comenzar como comenzó, a través de la compra de la investidura con una amnistía. Y que sigue atrapado en una huida hacia delante, encontrándose siempre con el mismo, Carles Puigdemont, un político que maneja el futuro de la política de nuestro país, sin creer en nuestro país.
En Moncloa dicen que sí se puede gobernar sin aprobar el presupuesto para 2025. De hecho, ponen como ejemplo que en Baleares o en Castilla y León, ustedes tampoco tienen. De hecho, María Guardiola está en Extremadura en una situación parecida a Pedro Sánchez, en verdadera minoría.
¡Menuda comparación! Si la cuarta economía del euro se compara con una Comunidad Autónoma es que hemos perdido el sentido de la proporción. En todo caso, recuerdo que en todas esas autonomías hay un presupuesto vigente… y de esta legislatura [sonríe malicioso].
Fíjese, Sánchez está prorrogando un presupuesto de una legislatura que se ha extinguido. Pero insisto, esa comparación da dimensión de la frivolidad con la que se actúa desde la Presidencia del Gobierno.
Permítame una distopía: si usted fuese hoy Pedro Sánchez, con estos socios, con sus casos de corrupción, con la crisis migratoria, el paro juvenil, la carestía de la vivienda, la experiencia de Paiporta… ¿usted llamaría al líder de la oposición para buscar acuerdos? Póngase en su piel, él está convencido de que su proyecto es el bueno y que, enfrente, tiene a un líder de la oposición que no le da tregua.
Lo primero, yo no soy Pedro Sánchez. Lo segundo, yo no estaría en esta situación, porque hubiese intentado hacer un Gobierno facilitando al que gana que pudiese formarlo, acordando los asuntos más importantes. Lo tercero, yo no me sometería a ningún chantaje ni sometería la dignidad de la nación al interés obsesivo por el poder del señor Sánchez. Y, por supuesto, en estas circunstancias hubiese convocado elecciones porque España tiene que tener un presidente digno de España.
Pero eso significa que llegue el PP de la mano de la ultraderecha. Yo me pongo en los pies de Pedro Sánchez, creyendo en lo que él cree, y quizás apostaría por resistir…
Yo tengo mis dudas de que Pedro Sánchez tenga alguna creencia. Su obsesión es por ocupar el poder. Si usted coge su biografía política, todo es un coser y descoser, un hilar y deshilar. Todo es una cosa y su contraria. No le doy yo mucho valor a las creencias de alguien que no las tiene.
«Yo nunca habría llegado a esto, pero si fuese Sánchez iría a elecciones, España merece un presidente digno de este país»
Cuando usted le propuso, después del 23 de julio, aquel acuerdo para un par de años de Gobierno «con asuntos muy concretos pactados», como me acaba de recordar, seguro que había pensado en si Pedro Sánchez sería su vicepresidente… o en que lo fuese otro socialista. ¿Me lo puede contar?
Yo tenía pensado, dado que el resultado electoral fue el que fue, que hubiese un Gobierno monocolor del Partido Popular con un programa basado en los cinco o seis pactos de Estado que le propuse. ¿Para qué? Para cumplir ese propósito, finalizado esas reformas estructurales que España necesita, y después, convocar elecciones. Esto podía durar dos años, dos años y medio, un año y medio… no lo sé.
Pero hombre, mantener un poco la dignidad de nuestro país, salir de Europa y que no te vean como un presidente que, además de perder, depende de unos socios que no creen en la integridad de la nación a la que representas. Me parecía algo sustancial… pero no a mí, es que le pareció a todos los presidentes el Gobierno que ha tenido España.
A esa oferta, le contestó que le «mendigaba» dos años en Moncloa.
Pero si no tienes principios, si no tienes coherencia, si no sientes la responsabilidad de lo que desempeñas, si no tienes respeto al legado del partido al que perteneces, todo se queda en un proyecto personal. Y yo creo que el presidente del Gobierno no puede tener proyectos personales, tiene que tener proyectos colectivos. Y que la biografía de una persona que se pone a disposición de los demás está condicionada al proyecto colectivo que necesita tu país, no a tu ambición pequeña.
Yo concibo la política de una manera diametralmente distinta a Sánchez. Yo no estoy en política para estar en el poder, sino para ejercer un proyecto de gobierno. ¿A veces no se puede? Pues te vas a la oposición. Con independencia de que hayas ganado, te vas a la oposición.
La DANA, «emergencia nacional»
En la DANA, ¿qué fue lo peor? La falta de prevención del Gobierno, la deficiente respuesta de la Generalitat o la utilización política del desastre.
Primero, llevábamos años sin ninguna obra de prevención. Unos, porque no había capacidad económica. Y otros, por un planteamiento ideológico y sectario del Gobierno actual. Segundo, ha habido una enorme irresponsabilidad en la gestión de la crisis porque los responsables fundamentales de la gestión no estaban. La vicepresidenta estaba fuera. Su número dos estaba de viaje. La directora general de Protección Civil del Gobierno salió el día de la DANA, también, de viaje… y a las 20:00 horas estuvo a punto de romper la presa de Forata, con 80.000 personas en riesgo de perder sus vidas.
El gobierno se negó a declarar la emergencia nacional, se negó a cortar las carreteras de interés general, donde murieron decenas de personas, y además, estuvo dos horas sin dar ninguna información sobre el barranco del Poyo.
Ésa es sólo una parte de los hechos…
…ha habido frivolidad en la ausencia de las obras de prevención, tanto del Gobierno de España como de la Generalitat socialista, con la famosa Ley de Huerta. Y posteriormente, hubo una absoluta frivolidad con los responsables fuera de España: el presidente en la India, la vicepresidenta en Bruselas, el secretario de Estado en Colombia, la directora de Protección Civil viajando a Brasil… Y finalmente, una dejación de las competencias, porque al Gobierno le correspondía declarar la emergencia nacional aquella noche.
A partir de ahí, hubo una absoluta politización del caso, para colocar en un presidente autonómico la responsabilidad de una catástrofe en la que ni los servicios que tenían que haberla mitigado ni los que tenían que haber informado dependían de él. Tampoco, por supuesto, la capacidad logística del Ejército, de la Policía o de la Guardia Civil, que es necesaria para disminuir el impacto de la catástrofe. ¡Ha sido una emergencia nacional de libro, con un Gobierno que ha dimitido de sus responsabilidades y que ha premiado y ascendido políticamente a las personas responsables en primer término, de la gestión de la catástrofe!
Se refiere a la vicepresidenta, hoy en la Comisión Europea, y a la delegada del Gobierno en Valencia, hoy en la Ejecutiva del PSOE.
Sí.
Yo entiendo que usted critique sólo al Gobierno de España y no a la Generalitat. Pero póngase en la piel de los ciudadanos valencianos… es muy complicado que usted llegue a la Moncloa sin ese granero de votos. Con el interés político de Feijóo en la mano, ¿cómo van a conseguir que la gente de Valencia vea en Carlos Mazón una imagen de esperanza cuando ha pasado lo que ha pasado y él tampoco estaba en su sitio en su momento?
Uno, yo he reconocido que mis colegas de partido en Valencia han cometido ciertas ingenuidades políticas. Lo dije en el CECOPI cuando fui, antes de llegar Sánchez: «Esto es una emergencia nacional». Dos, lo que hizo Generalitat es actuar conforme a la información que dieron dos organismos del Estado: la CHJ y la Aemet. Tres, no hay un solo presidente autonómico de España que tenga competencias para restaurar la devastación de unos territorios que afecta a 700.000 personas.
Ha habido ingenuidad al pensar que el Gobierno les iba a ayudar. El presidente de Gobierno ha pedido la dimisión de Mazón varias veces. ¡Imagínese usted la ayuda!
Ingenuidad, nada más…
Lo he dicho desde el principio. Yo hubiese declarado la emergencia nacional antes de las ocho de la tarde. Me hubiese puesto al frente del operativo. Hubiese desplegado el Ejército, no porque me lo pida Mazón, sino porque lo hubiese desplegado esa misma noche. Y no hubiese levantado el Ejército mientras no limpiemos el barro, no de las calles, sino de todas las instalaciones públicas y de los garajes. Hubiese asumido la gestión de los desguaces de los 120.000 vehículos. Y hubiese pagado a través de la Agencia Tributaria, a cuenta, a todas las personas afectadas por la DANA. Sin esperar a que soliciten y rellenen los formularios. Esto es lo que he dicho y esto es lo que mantengo.
Tengo un especial cariño por esa comunidad. Primero, porque siempre me han tratado muy bien. Segundo, porque siempre he sentido el calor en la calle de la Comunitat Valenciana. Y tercero, porque si llego a la presidencia del Gobierno, sé que me voy a encontrar con muchas cosas que estarán sin hacer.
«Mazón fue ingenuo al creer que Sánchez le ayudaría, el Gobierno le abandonó en la DANA y ahora pide su dimisión; si llego a Moncloa me encontraré mucho sin hacer»
Cuenta con que no va a haber reconstrucción a tiempo.
Cuento con que llevamos dos meses y los datos oficiales del Gobierno dicen que no se ha cobrado ni el 9% de las ayudas. Con que la mayoría de las ayudas son créditos con interés, son prórrogas de impuestos que habrá que pagar o son subvenciones del Consorcio de Compensación de Seguros, que nada tiene que ver con las ayudas del Estado, y que son insuficientes absolutamente para los vehículos.
Por tanto, yo sé que Valencia necesita un plan de recuperación para su economía. Cosas que estaban previstas para dentro de unos años hay que anticiparlas al menos un lustro.
Entre Abascal y Puigdemont
Decía usted el otro día que le gustaría pensar que Vox no equivoca al rival, pero que a veces concluye que prefieren hacerle oposición al PP que colaborar en acabar con el sanchismo. ¿Ya se ha hecho a la idea usted de que, si un día le toca gobernar, tendrá que ser con el apoyo de Santiago Abascal?
Yo me debo exclusivamente a los españoles, no les voy a mentir. El señor Abascal me dio el apoyo en la sesión de investidura a cambio de nada. Y estoy convencido de que, ante la eventualidad de unas elecciones, el PP va a obtener más diputados o más escaños que el 23 de julio, el PSOE y sus socios van a obtener menos respaldo que entonces y nosotros propondremos un Gobierno de acuerdo con nuestro programa electoral.
Pero no me gustaría ser soberbio ni futurista, me gustaría ser realista. Y dentro del realismo que usted me pide, lo que puedo confirmar es que hay dos posiciones en Vox: unas semanas, es criticar al PP y otras semanas aparentan buscar el cambio de Gobierno. Tienen que concretar cuál es su posición definitiva porque, si no, muchos electores la van a abandonar.
A usted, eso no le iría mal…
Mi misión es decirle a los españoles, primero, que tenemos votos, incluso sobran votos para cambiar el Gobierno de España. Nunca el centro derecha o la derecha en España han tenido el 46% o el 48% del voto, jamás. Hoy sí. Las dos mayorías absolutas, la de Aznar en el 2000 y la de Rajoy en 2011, estuvieron por debajo del 45% del voto. Hoy se supera el 48%. Por tanto, yo les tengo que decir a los españoles que ordenemos los votos que tenemos, porque juntos habrá un cambio político seguro.
¿Habla usted con él, con Santiago Abascal?
Sí. He hablado con él recientemente, hace un par de meses. Y tengo que reconocer que la relación personal es más que correcta. Pero una cosa es tener una reunión y acreditar que el objetivo es que haya un cambio político en España y otra distinta es ver cómo, cuando hay un presupuesto hilvanado y con unos acuerdos muy formados, como en Baleares, de repente, salta todo por los aires. Eso es muy difícil de explicar. En mi opinión, es imposible.
¿Y con Puigdemont usted habla, o hablaría en alguna circunstancia?
No. Yo no he hablado con Puigdemont.
Una vez en mi vida, que fue en los atentados. Cuando en 2017, como presidente de Galicia, y él como president de la Generalitat, coincidimos en Barcelona.
Nada más, nunca más.
No, no he tenido ningún contacto con él. Es un político que ha hecho al señor Sánchez presidente del Gobierno de España y que ahora se queja de que le ha engañado. Yo dije, desde el primer momento, que Sánchez iba a engañar a Puigdemont. A mí no me gusta engañar a la gente.
«Es una exigencia moral hacer oposición a Sánchez, si la mentira gana a la verdad, ya no merece la pena la política»
Una votante fiel me pide una cosa: «Dile que Pedro Sánchez se les va a escapar vivo, que tienen ustedes que ser más listos y no entrar al trapo de sus provocaciones». Y yo le añado: usted tiene poca experiencia en la oposición, porque usted siempre ha ganado. ¿Tiene claro ya cómo hacerla? A veces, no parecen tener ustedes claro el camino.
A la votante debo decirle, primero, que le agradezco el interés porque haya un cambio político en España. Segundo, que me dedico a ello. Tercero, que cuando llegamos teníamos cinco millones de votos y hoy tenemos ocho. Cuarto, que nunca el PP ha tenido tanto poder territorial como ahora. Y quinto, que hemos obtenido el mejor resultado electoral en unas elecciones europeas de los últimos 15 años. Aunque es verdad que la pelota pegó en el poste y salió en las elecciones generales.
¿Sabe ya qué pasó?
Sí. Yo creo que es una mezcla de, primero, exceso de confianza con unas encuestas que mayoritariamente indicaban holguras; segundo, la contumacia de Vox por cerrar acuerdos en plena campaña electoral, sin tener la posibilidad de explicarlos y ordenarlos; y tercero, una utilización inteligente por parte de Pedro Sánchez del miedo al partido de Abascal, para la movilización de la izquierda.
Y luego, con el resultado ya visto, pues no tener ningún principio. Quizás en la vida se vaya más rápido sin tener principios, pero no llegarás a ninguna parte. Todo lo que dijo… traeré a Puigdemont ante el Supremo, no pactaré la amnistía, no habrá cupo separatista… es que su biografía es una contradicción permanente. ¡Permanente!
Debe de ser difícil hacerle oposición a eso.
Bueno, lo que es… es una exigencia moral y ética hacerle oposición a eso. Y si no lo haces, asumirás una enorme responsabilidad. Tienes que hacerla porque la mentira no puede vencer a la verdad. ¡Tienes que hacerlo! Es tu tarea, es tu propósito y es tu obligación. Cuando la mentira le gana a la verdad, ya no merece la pena la política.
El fango de la política
Señor jefe de la oposición, ¿se sintió usted interpelado por el Rey? ¿Cree usted que también es uno de los líderes a los que Felipe VI pide «serenidad» frente a su política «atronadora»?
Mire, yo me sentí reconfortado cuando el jefe del Estado insistió en centrar su discurso en la defensa de la Constitución Española, de la democracia liberal, de la independencia del Poder Judicial y de los consensos constitucionales que construyeron España. Yo creo que lo que hizo el Rey fue muy gratificante para los que creemos que la política es servicio y es Estado de derecho.
La política es diferenciar el Poder Ejecutivo del Legislativo y del Judicial. Es tener respeto por las sentencias judiciales. No es hacer una campaña de desprestigio contra los jueces para obtener la impunidad de los políticos. Ni llegar a acuerdos en contra de las leyes. La política no es gobernar con partidos que están en contra de la Constitución y de la Jefatura del Estado. Por tanto, yo no puedo más que ratificar todo lo que dijo el Rey.
Pero usted lidera una de las facciones en esa batalla a la que le falta «diálogo, altura y generosidad».
Por supuesto, todos los partidos políticos debemos tomar nota, al menos los que estamos de acuerdo con la Monarquía constitucional. Ya sé que los socios del Gobierno, como no están de acuerdo con la Monarquía constitucional ni con la Constitución, no habrán tomado nota. Al contrario, lo criticaron.
«2025 irá de juzgados, de Waterloo y quizás un poco de Franco… no es normal, hay que luchar contra esta frivolidad y construir un proyecto nacional»
Cuando usted reúne a su dirección del PP cada lunes, ¿cómo organiza el orden del día? ¿Va antes el análisis del ‘retroceso democrático del sanchismo’ o las respuestas y alternativas a las políticas del día a día?
Todos los lunes hacemos un pequeño balance de lo que ha ocurrido durante la semana. Y si cada semana hay portadas que conllevarían la dimisión del Gobierno, todas juntas nos llevan a algo inaudito: nunca se habían acumulado tantas portadas de un primer ministro español, su Gobierno y su partido envueltos en los mayores escándalos de corrupción, sometidos en cinco juzgados, que investigan 15 delitos que afectan a 11 ministerios… además de al partido y al propio presidente.
Le preguntaba por su tarea como oposición…
…en el PP tenemos una doble responsabilidad. En primer lugar, decirle a los españoles que no se habitúen, que no den por normal lo que es absolutamente excepcional, que es la agenda judicial del Gobierno. Y segundo, tenemos que construir un proyecto nacional de alternativa a este desgobierno que padece España.
Es verdad que la oposición siempre tuvo una tarea un poco menos compleja, pero uno no elige el tiempo que le toca. Pero sí le aseguro que tenemos un sentido institucional, que sabemos que España está en una encrucijada y que nos preocupa mucho la situación de nuestro país. Porque amamos absoluta y profundamente a España.
Vayamos a esas políticas del día a día. El índice de paro juvenil es el más alto de Europa, tenemos los índices más altos de fracaso escolar. ¿Hay un proyecto para esos españoles de 35 para abajo?
Mire, en la economía española se vive de alquiler y con piso compartido. Esto no es lo que había ocurrido en las últimas décadas, los jóvenes siempre tenían la oportunidad de vivir mejor que sus padres. Ahora no. Un joven siempre tuvo la certeza de que cobraría pensión, y ésta es la primera generación que tiene muchas dudas. Tenían un trabajo que iba de menos a más, y ahora, muchas veces, su empleo es peor que el que tenían hacía un par de años.
Nunca un joven ha tenido un trabajo tan precario y ha tenido menos posibilidades de pensar siquiera en suscribir una hipoteca. En el año 2000, el 60% de los jóvenes de más de 35 años con empleo tenían una vivienda. Hoy estamos en el 25%.
Y usted, ¿qué propone? De ánimo y comprensión no se vive.
Que un menor de 35 años no pague el impuesto de la renta el primer año de trabajo, y que tenga una bonificación del 75%, del 50% y del 25% hasta el cuarto. Esto cuesta 2.500 millones, y tenemos que hacerlo para que, con ese dinero, el joven acceda a una hipoteca, mejore su negocio si es que es autónomo o intente ser padre o madre. ¡Funcionaría sin duda!
Con esto, estamos mandando un mensaje de que hay una política económica distinta. Somos el tercer país de la UE con mayor pobreza, el segundo con mayor pobreza infantil. ¡Uno de cada tres niños o niñas en España vive en el umbral de pobreza! Somos el segundo país con mayor fracaso escolar temprano. Tan sólo nos gana Rumanía.
El Gobierno dice que la economía va como un cohete…
No es ésta la política económica que esperamos. No es el vivir peor que tus padres. La renta per cápita en España está prácticamente congelada desde el año 2008, ¡ha subido un punto! Y la media de la UE ha subido 11 puntos. Nuestra convergencia con Europa estaba en el 93% en el año 2018 y ahora, en el 88%.
En los 17 ítems de la agenda social europea, España suspende en diez y somos uno de los países con mayor deuda pública. Por consiguiente, hay una crisis en la economía familiar y una crisis en la juventud que tenemos que atajar. Y no vale este triunfalismo ni refugiarse en los datos macroeconómicos.
«España está en una encrucijada, mi tarea es que no se vea normal lo excepcional y construir un proyecto nacional»
Y en esas reuniones del Comité de Dirección, ¿qué prioriza? ¿Las reuniones en Suiza, la amnistía y el cupo catalán, la colonización de las instituciones, los ataques a los jueces…?
Mire, el año 25 irá de juzgados, de Waterloo y quizás un poco de Franco. A mí me gustaría que no, pero de los seis años que lleva Sánchez en el Gobierno, el peor de todos ha sido éste. El año 24 empezó con una investidura que se compra, y cuyo precio es la igualdad de todos los españoles ante la ley, la amnistía.
Este Gobierno con respiración asistida prosiguió comprometiéndose a romper el sistema de financiación de los servicios públicos con un cupo separatista en favor del gobierno de la Generalitat. Y ahora, el presidente del Gobierno está pidiendo una foto con el señor Puigdemont en Waterloo.
Nada indica que esto vaya a cambiar.
Esto, que parecía imposible que ocurriese, ya es lo cotidiano. Y ante esto tenemos que decir que no, que esto no es lo razonable. Hemos de luchar contra esto, cada uno desde su posición ideológica. ¡No es necesario cambiarla! Hay centenares de miles de personas que votaron al PSOE que no están de acuerdo con esto. Y también hay personas nacionalistas, no independentistas, que no apoyan estas frivolidades.
Pero es que esto, quien lo fabrica es el Gobierno. La polarización, la fragmentación política es lo que les interesa. Porque mientras haya polarización habrá extremos. Y mientras haya fragmentación, no podrá gobernar el partido que gane las elecciones si no obtiene una mayoría suficiente.
¿Puede usted garantizarme que el día que gobierne no aprovechará todas esas líneas rojas cruzadas?
¿A qué se refiere?
A que habrá un Tribunal Constitucional independiente, que RTVE no será un medio gubernamental, que la Agencia Efe no la presidirá un comisario político, que el CGPJ no será el reflejo de las mayorías parlamentarias, que los medios recibiremos un trato equitativo y justo del Gobierno. ¿De verdad va a hacer usted leyes que le corten las alas?
Mire, yo me comprometí ya en enero de 2023, cuando presenté una senda de regeneración institucional. Insisto, voy a hacer una política diametralmente opuesta a la intervención de instituciones del Estado que ha hecho Sánchez.
Yo no voy a nombrar Fiscal General del Estado a un ministro. No voy a nombrar presidente de la Agencia Efe a mi secretario de Estado de Comunicación. No voy a asaltar RTVE ni a cambiar las mayorías que han funcionado durante los últimos 40 años. No voy a nombrar presidente del TC a un Fiscal General del Estado que hubiera nombrado un gobierno del PP. Voy a insistir y persistir en la independencia del Poder Judicial y en que el órgano de gobierno de los jueces esté mayoritariamente elegido por los 4.000 jueces y magistrados.
Se compromete…
…está en los documentos. Pero no es que esté en los documentos, está en nuestra forma de hacer las cosas. Se nos criticó mucho por no actualizar el CGPJ. En cuanto tuvimos la oportunidad de hacer una reforma, que no cumple el 100% de las expectativas pero va en el buen camino, lo actualizamos, lo reformamos y preservamos la independencia de la Justicia. Cosa que no ocurre ahora ni en los medios públicos de comunicación, ni en la Fiscalía General del Estado… en este momento investigado por el Tribunal Supremo.
¡No! Esto no es lo que necesita España, necesita lo contrario. Le puedo asegurar que yo no voy a mirar si los medios alaban mi tarea o si la critican. No voy a decir que unos son tabloides digitales y otros pertenecen a la fachosfera. No voy a utilizar el periodismo de cabecera para mantenerme en el poder. No, no lo haré. Porque no creo en ello. Y porque creo en la democracia. Y en sus principios básicos: la independencia del Poder Judicial, la libertad de prensa, la libertad de expresión, la independencia de las instituciones respecto del gobierno y la separación de poderes. Ésa es la democracia española. ¡Nunca alguien había invadido tanto y con tanta intensidad las instituciones del Estado! Haremos una enmienda a la totalidad, a este intento de colonizar todas las instituciones del Estado en el que, lamentablemente, estamos viviendo.
«Seré lo opuesto a Sánchez, no miraré qué medios me alaban, descolonizaré todas las instituciones en seis meses»
…lo hará ley a ley.
Sí. El bloque legislativo que tenemos que modificar, lo haremos en los seis primeros meses de gobierno, no tenga usted ninguna duda.
Muy bien, pues en esos seis meses sacaremos este corte y lo comprobaremos.
Si los españoles nos dan la oportunidad, me gustará que saque usted el corte y lo compruebe.
Pensiones y Estado del bienestar
Vayamos a la España que se vacía. ¿Qué esperanza tiene un joven de Teruel o de Palencia, que tiene que huir? ¿Qué le dice un padre a su hijo universitario, en Soria, para que se quede en su tierra? ¿De qué van a vivir en León, por ejemplo, que pierde 3.000 habitantes al año frente a un Madrid como éste, que aspira a tener 10 millones de habitantes en breve?
Lo primero es aceptar que hay un problema estructural, que es la ubicación de la población en España. Y después, ante eso, tener una política coherente a medio y largo plazo.
Pero eso no da réditos electorales. Los políticos viven de tener algo que ofrecer cada cuatro años. Aunque usted viene de esa España que se vacía…
No, no. Yo he vivido cuatro legislaturas de presidente y he cumplido el objetivo de mantener la población. Con una política fiscal específica para el rural, sin pagar impuestos por la transmisión de terrenos rústicos, pagando la mitad de los impuestos por adquirir una vivienda, priorizando infraestructuras sociales como las casas nido para los cuatro o cinco chavales que viven en el pueblo, u hogares del mayor para cuidar a los cinco o seis mayores que viven en una aldea gallega, o en un pueblo cántabro, castellano, asturiano…
Eso es una política constante que ha de seguir. Lo que pasa es que aquí no hay una política para el sector rural. No, no la hay. Ni para fijar población, ni para los servicios públicos, ni para el transporte del rural. No hay una política fiscal específica, ni para la industria del ámbito lácteo, forestal, agroalimentario… cuando presidí Galicia, llegué a acuerdos con presidentes socialistas. El de Aragón, el de Castilla-La Mancha, con el regionalista cántabro, con los del Principado de Asturias, Castilla y León, La Rioja… ahí hay políticas del PP y del PSOE para restablecer la dignidad del rural. ¡Yo he nacido en el rural! Y no en un pueblo, sino en una aldea. Realmente, creo que eso me lo conozco.
La pensión media en España ha subido más de un 35% en los últimos 20 años, mientras el sueldo medio se ha mantenido plano. Más allá de si eso es sostenible o no, ¿tiene sentido el reparto de los esfuerzos de nuestro sistema del bienestar, tanto para los mayores y tan poco para los jóvenes?
Lo he dicho claramente, yo creo en el sistema público de pensiones. Y como creo en eso, debemos explicar a los españoles cuáles son los riesgos. Y es que ahora, las gentes de mi generación, del baby boom de los 60 y 70, se van a jubilar y vamos a tener un enorme impacto en el gasto en pensiones. El sistema hay que apuntalarlo.
Explique eso, por favor.
¿Las pensiones han subido? Sí, pero fíjese, en los últimos cinco años el precio de la compra también ha subido un 35%. Hay muchos pensionistas a los que les ha subido la pensión, han subido en la escala del IRPF y al final, entre lo que pagan de más en la renta y lo que pagan de más por el alza de la cesta de la compra, esa subida de la pensión les sale negativa.
El objetivo es crecer de forma sana y eso pasa, siempre, por incrementar el empleo de calidad, por hacer reformas estructurales y por recuperar la industria en nuestro país. Pasa por tener una política energética que posibilite la localización de empresas en España. Y todo esto es lo que falta.
Si le entiendo, el problema no es el desorbitado gasto en pensiones, sino la falta de ingresos en el sistema.
Nosotros estamos viviendo de una conjunción entre la mayor disposición de fondos de la UE, 160.000 millones de los Next Generation además de los del presupuesto general europeo, y el mayor incremento de gasto público en la historia, como consecuencia del mayor incremento de impuestos. A la vez, ha habido un alza de 50.000 millones en cotizaciones, lo que da un total de 140.000 millones más, entre impuestos y cotizaciones en los últimos seis años. ¡Un 43% más! Pero esto no ha llevado a ordenar las cuentas.
«Yo no estoy en política para estar en el poder o por un proyecto personal, sino para ejercer un proyecto de gobierno»
Aún crece la deuda, efectivamente.
¡Es que tenemos 435.000 millones más de deuda pública! Y tampoco ha llevado a equilibrar el déficit, estamos por encima del 3% en los últimos años. El señor Sánchez no ha cumplido una sola regla.
Pues si tampoco se han reducido las distancias entre pobres y ricos, ¿dónde está todo ese dinero?
Está en gasto público, en multiplicidad de bonos y de ayudas. Y eso genera un riesgo: que algunos españoles crean que no merezca la pena trabajar. Y yo, desde luego, me reafirmo en que uno de los principios básicos que inspiran nuestro proyecto nacional es que valga la pena trabajar [golpea el brazo del sillón, a ritmo], que valga la pena trabajar [lo vuelve a hacer].
De hecho, hay muchos autónomos a los que no les vale la pena. Gobierne el PSOE o el PP no pueden irse de vacaciones ni ponerse enfermos…
Hay diferencias entre cuando gobernaba el PP y ahora, que gobierna el PSOE [risas]. Mire, el incremento de las cotizaciones sociales a los autónomos está ahí. La frivolidad del recorte de la jornada laboral, impuesta unilateralmente, amenaza a miles de autónomos que tienen uno o dos empleados, sobre todo, en el ámbito de la hostelería y de la pequeña construcción.
El problema es que cuando el Gobierno tiene como obsesión unos colectivos con los que puede gobernar a costa de otros a los que desprecia, porque son menos numerosos, se producen estas discriminaciones… y esto es lo que ocurre: un autónomo es una persona no prioritaria para el Gobierno de España.
Dictaduras y autocracias
Oiga, ¿hace falta que yo le pregunte si usted condena el franquismo?
[Resopla] Mire, yo tenía 14 años cuando se murió Franco. Comprenderá usted que preguntar a un chaval de 14 años si condena a la dictadura es ridículo. Luego, estudié derecho. Y recuerdo que estábamos en clase cuando Tejero entró en el Congreso en el 81. Todos los que estábamos en la facultad sabíamos que se acababa nuestra vida profesional y nuestra vida académica. Porque si volviese la dictadura a España, no tendríamos cabida en este país.
Yo estoy tan orgulloso de la Transición española, de la democracia española, que preguntarle a un español si condena o no al franquismo me parece tan cutre, tan oportunista. ¡Si es el gobierno el que vive del franquismo! La sociedad española está absolutamente a años luz. La mayoría de los españoles no conocieron el franquismo. O al menos, no lo percibimos como algo concreto. Y la mayoría de los políticos actuales que apelan al franquismo no tenían uso de razón cuando se murió el dictador.
Hablando de dictaduras, España acaba de nombrar embajador en Venezuela y Maduro lo ha celebrado como «garantía de no injerencia». ¿Cree usted que el Gobierno actual apoya a Edmundo González para que tome posesión el 10 de enero en Caracas?
Yo lo que creo es que el Gobierno actual es muy valiente con los dictadores muertos y muy cobarde con los dictadores vivos. Una de las cosas que hicimos desde la oposición es conseguir un acuerdo en el Congreso para reconocer la victoria electoral del Edmundo González, en contra del Gobierno y de sus socios. Luego, en el Parlamento Europeo, también en contra de Sánchez y del Partido Socialista.
Entre lo que dice Felipe González y lo que dice Sánchez sobre Venezuela está la gran diferencia entre el socialismo democrático y el que vive del interés económico y político, y mira para otro lado ante la dictadura de Maduro.
España es el último país de la OTAN en inversión en defensa. ¿Cómo le explicará usted a los ciudadanos que hay que duplicarlo, que la libertad se defiende también con bombas frente a autócratas como Putin?
Existe un derecho fundamental de legítima defensa. Un pueblo tiene derecho a defenderse y España tiene derecho a defender sus fronteras, su libertad, su soberanía… cuando son atacadas, se activa la legítima defensa. Nosotros somos socios en la UE y aliados en la OTAN, y nuestro espacio de defensa es un espacio de libertad, de democracia liberal, de derechos y de obligaciones. ¡Es el espacio de mayores libertades y mayores derechos del mundo!
Si estamos ahí es porque queremos que todos los países disfruten de los mismos derechos y de las libertades que nosotros. Lo demás es mirar para otro lado ante una dictadura, una tiranía, o el abuso y la falta de dignidad de las personas. Hay que decidir. Y yo quiero estar con las libertades y los derechos, y no con las tiranías, ni con los abusos, ni con las dictaduras.
«Lo de Franco es cutre y oportunista. ¡Es el Gobierno el que vive del franquismo! El socialismo democrático se diferencia mirando lo que Sánchez y González dicen sobre Maduro»
Cuando usted gobierne, ¿recuperará la posición de España respecto al Sáhara previa al asalto marroquí a Ceuta en 2021?
Cuando yo gobierne, si es que tengo esa oportunidad, no le voy a mentir a los españoles. Les voy a contar qué es lo que hemos acordado con Marruecos, porque el Gobierno nos ha mentido.
Tendrá que saberlo, primero.
Nadie sabe qué es lo que el Gobierno ha pactado con Marruecos. Yo le contaré a los españoles cuál es la situación y no les mentiré en ningún caso. Y por supuesto, llevaré esto al Congreso de los Diputados, que es donde ha estado siempre la política internacional de nuestro país.
Las relaciones con Argelia, Marruecos, el Sáhara Occidental y la ONU siempre han sido consensuadas entre los grandes partidos hasta que llegó Pedro Sánchez, que lo rompió. Y no sólo eso, sino que oculta y sigue ocultando en qué consiste el cambio de posición de España en relación con Sáhara Occidental.