«No hay ganas de celebrar nada. No me apetece fiesta, ni arreglarme, ni ir a ningún sitio. De la Noche Buena no me pude escapar porque al final la familia es la familia. Y si tú no vas, vienen ellos. Pero en Fin de Año me quedo en casa«. El sentir de Gema, propietaria de un puesto de frutas y verduras en el Mercat Municipal de Catarroja es el de muchos otros vecinos de los municipios más afectados por la DANA del pasado 29 de octubre. Al puesto de Gema acude Teresa. Hace dos días cumplió 74 años y tampoco tiene ganas de celebrar nada. Ni Navidad, ni cumpleaños, ni Nochevieja. Cenará con normalidad y se quedará en casa con su marido, que está enfermo «y tampoco está para fiestas».
El Mercat de Catarroja funciona a medio gas. Los puestos abiertos en busca de normalidad se compaginan con persianas cerradas. Hay quien no ha vuelto a abrir desde la riada y también quien lo hace a días sueltos. Eso sí, todos los puestos están limpios y suena, muy bajito, un hilo musical sin villancicos. Dos árboles de Navidad en el centro del mercado custodian un Belén y recuerdan que son fiestas especiales en una localidad que respira barro dos meses después de la tragedia. Hay ganas de «normalidad» pero la rutina se muestra lejana. Por eso es el deseo que recalca la mayoría. «Que vuelva la rutina»; «que todo sea como antes»; «deseo normalidad»; «que se arreglen las cosas».
Sentada en su puesto del mercado, una pequeña droguería, Irene se emociona. «Es muy difícil salir adelante, pero hay que seguir. La gente tiene ganas de caprichos y si tiene que comprar algo pues le apetece un quesito, o un vino o un paté diferente o especial. Pero a nadie le apetece limpiar porque estás harta de limpiar y porque, encima, aunque limpies no está limpio. Porque sacas el barro y hay más. Y en cuanto hay agua, por poca que sea, todo se vuelve chocolate», explica la mujer, entre productos de limpieza. Lejos de lo que pueda parecer sus ventas son mínimas. Y es que los productos que venden son imprescindibles pero también han sido los más comunes en los camiones de reparto solidario. «Si te lo regalan, pues no lo vas a comprar. Yo eso lo entiendo. La verdad es que lo entiendo todo pero no tengo ganas de nada«, afirma, emocionada. Y recalca la «sorpresa» que viven los vecinos de los municipios afectados cuando atraviesan los puentes y llegan a una València capital «con luces de Navidad, terrazas llenas y la misma vida de siempre, como si nada hubiera pasado».
La que sí ha visto incrementadas sus ventas esta campaña de Navidad ha sido la propietaria de la quesería del mercado municipal. «He podido recuperar ingresos gracias a la solidaridad de la gente que se ha comprometido mucho con el comercio local. Tengo clientas fijas y muchas otras pronas que se acercan y compran algún queso especial, algún paté… La gente está cansada y dolida y también necesita tomar algo un poco especial de vez en cuando», explica Merche, la dueña de Quesería Galiano. Y recalca su deseo para el año 2025: «Deseo que se abran persianas y que volvamos a nuestra vida de siempre».
«Salud mental para todos»
En la única cafetería abierta del mercado se concentra el mayor número de clientes. El cierre de las cafeterías de alrededor hace de «La Gelà, cafeteria i esmorzars» un lugar de referencia en la zona. Sentadas en una mesa, Pepa y Mireia, madre e hija, se toman dos cortados y hablan de lo que implica vivir las fiestas tras la tragedia. «Es muy diferente a la de otros años. No hay ganas de celebración, pero si tienes niños cerca hay que intentarlo. Cuando miras a tu alrededor te das cuenta de la suerte que tienes porque solo has perdido los vehículos. Hay demasiada gente que lo ha perdido todo y aunque las ayudas van llegando la necesidad es muy grande», explica Pepa. Su hija, Mireia, es estudiante de psicología y tiene claro que desea para el próximo año: «Salud mental para toda la gente afectada. Hay personas muy tocadas. Y si antes ya había necesidad de cuidar la salud mental ahora es prioritario porque hablamos de gente que tardará años en recuperar la normalidad y de personas para las que ya nada será igual».