Pedro Sánchez y Salvador Illa se conocieron durante un trayecto en coche de Barcelona a Granollers en la primavera de 2014. El proceso de primarias del PSOE para elegir secretario general estaba en plena ebullición, y el exalcalde de la Roca del Vallès, que por entonces estaba en la trastienda del Ayuntamiento de Barcelona, lo recogió en la estación de Sants para llevarlo a un acto organizado por su federación en la capital de la comarca del Vallès Oriental. En esa ruta que no alcanza los 30 kilómetros empezó todo, el primer contacto de una amistad que se ha ido tejiendo durante más de una década, que se solidificó durante la compleja gestión de la pandemia cuando Illa era ministro de Sanidad y que trasciende lo político ahora que ambos están al mando en la Moncloa y en la Generalitat. Con los dos como presidentes, hay una comunión sin precedentes entre los dos gobiernos y, también, entre el PSOE y el PSC.

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