Son muchas las películas que podemos ver en la televisión a lo largo de las festividades navideñas, incluso ya desde finales de noviembre los catálogos de las distintas plataformas se inundan con cientos de títulos que intentan explotar al máximo el espíritu navideño de los espectadores.

Entre toda esa cinematografía navideña hay un clásico inigualable que destaca notablemente frente al resto, una película que ocupa el lugar número 20 en el top 100 mejores películas de la historia del cine del American Film Institute, como es Qué Bello es Vivir (Frank Capra, 1946).

La gran joya de la cinematografía navideña, y considerada por muchos una de las películas más importantes de la historia del cine, esta conmovedora cinta del director Frank Capra, con un cartel de lujo encabezado por James Stewart y Donna Reed, se ha convertido en un imprescindible para muchos en estas fechas.

Cuenta la historia de George Bailey, un honrado e idealista joven que sacrifica sus objetivos personales y su felicidad individual para luchar por salvar la economía familiar y la de su pueblo de las garras de un avaricioso banquero que intenta aprovecharse de las desgracias ajenas. Con ese telón de fondo, tiene lugar una preciosa y emotiva historia con numerosos personajes y conflictos realmente profundos enmarcados en un pintoresco pueblo estadounidense.

 

Que cada uno saque sus conclusiones acerca de su significado, pero no es difícil atisbar una potente crítica al sistema económico norteamericano. De hecho, pese a la de sobra sabida ideología conservadora de Capra, la película fue investigada por el FBI en busca de indicios de “agentes de propaganda comunista”, por ir “en contra los valores americanos”.

El macartismo y los valores americanos

La película se estrena en un contexto convulso en EEUU, justo al final de la II Guerra Mundial y en los primeros capítulos de la Guerra Fría. El “nuevo enemigo de Occidente” era el comunismo. Creían que representaba todo aquello que iba en contra de los principios americanos, que no son otra cosa que los valores neoliberales que han llevado a crear una sociedad tan desigual como lo es la estadounidense a día de hoy.

La élite política sabía de la importancia de la cultura, y especialmente del cine, un arte en pleno auge en esos años, como herramienta para conseguir consolidar esos ideales en la población. Por tanto, no tardarían en ejercer un severo control sobre todas las cintas que salían a la luz, dando lugar a la caza de brujas de Hollywood o ‘Macartismo’ en los años 50. Fueron muchos los guionistas y directores perseguidos por, supuestamente, fomentar el socialismo e ir en contra de los valores nacionales.

Qué Bello es Vivir sin embargo es un ejemplo realmente interesante, pues crea una enorme contradicción en la carrera de Capra que desconcertó al propio FBI. El director italoamericano había colaborado de lleno en la maquinaria propagandística estadounidense, pues se había encargado de alguno de los documentales de guerra más importantes de los años 40, manteniendo una postura clara a favor del valor individual frente al mal colectivo y enalteciendo el espíritu nacional norteamericano. Capra era una persona conservadora y cristiana, pero que estaba siempre abierto al diálogo con gente que no pensaba como él, llegando a colaborar en películas con guionistas de izquierdas.

Fotograma de 'Qué bello es vivir'.

Este filme, presentado como un afable cuento navideño, llegó a considerarse una especie de caballo de Troya en Hollywood. Y es que la élite económica, representada por el malvado Sr. Potter, se mostraba como cruel, avariciosa y mezquina, frente a un protagonista (George Bailey) que, aconsejado por Dios en forma de un carismático ángel de la guarda, tenía que superar su tortuoso camino del héroe para conseguir mantener la felicidad y el bienestar de su familia y de su pueblo.

Toda una muestra de generosidad y empatía presentada como una agradable fábula navideña que, aunque se anclaba en ideas tradicionales sobre el concepto de familia de la época, introducía elementos económicos revolucionarios como el cuestionamiento del papel de la banca, y proponía toda una lección de solidaridad ante un sistema neoliberal codicioso en auge, que predominaría en el país norteamericano hasta nuestros días.

No es de extrañar que ‘Qué Bello es Vivir’ haya tenido un impacto tan importante en la sociedad y que su relevancia haya perdurado en el tiempo, pues casi 80 años después, su crítica social sigue cobrando sentido en el contexto geopolítico actual. Más allá de su enorme riqueza y belleza cinematográfica, cumple la tarea fundamental que ha tenido el arte a lo largo de su historia, como es la de hacer reflexionar al espectador acerca del mundo y la sociedad en la que vive.

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