El Barça ha cerrado la palanca que, en principio y si no surge un nuevo contratiempo, debería servir para inscribir a Dani Olmo y a Pau Víctor antes de que acabe el año. Se trata de la venta de una parte (esto es importante) de los asientos VIP previstos para el nuevo Camp Nou. Esta vía lleva tiempo trabajándola el club y, por ello, el máximo representante, Joan Laporta, ha tenido que desplazarse varias veces a los países en los que hay dinero e interés para hacerse con este activo de las instalaciones.
En el recuerdo está el viaje de Rafa Yuste, vicepresidente deportivo, y Mateu Alemany, a Doha para, en noviembre de 2021, liberar a Xavi del Al-Sadd para convertirle en el entrenador del Barça. El emir del país hizo sudar tinta a los emisarios culés porque su cultura no le permite entender que una operación de ese calibre no la ejecutara directamente el número uno, Joan Laporta, que no viajó. Por eso fue imprescindible que el propio Xavi se sentara a presentar sus respetos a la máxima autoridad qatarí, Tamim bin Hamad Al Thani. Y por eso también Xavi tuvo que poner dinero de su bolsillo para comprar su libertad.
En esta ocasión, Joan Laporta se ha hartado a viajar a Oriente Medio en busca de los recursos financieros necesarios con los que tapar la mala gestión realizada en lo que al Fair Play de LaLiga y el límite salarial se refiere (una normativa que viene de lejos) y poder seguir contando con sus dos jugadores en la segunda mitad de la temporada. El Barça no ha tenido suficiente con el nuevo acuerdo de patrocinio con Nike y tampoco ha salido airoso a nivel judicial.
Minimizar los daños
Lo que sí está intentando el club desde el primer momento, dadas las urgencias y la improvisación, es minimizar los daños que esta operación podría causar a nivel contable en el presente y, sobre todo, en el futuro. A principios del mes de diciembre, fuentes cercanísimas de las negociaciones aseguraron a SPORT que la venta que se iba a producir permitiría ingresar 200 millones de euros, una cantidad que, con permiso de LaLiga, iba a permitir, no solo inscribir a Olmo y Víctor, sino también alcanzar la norma 1:1 y poder acceder al mercado de fichajes con total normalidad.
Sin embargo, con el paso del tiempo y viendo que, como pasó en Qatar, los árabes son una de las culturas tradicionalmente mejor dotadas para la negociación, sobre todo cuando tienen posición de fuerza, que es casi siempre, el Barça ha tenido que ir modificando su punto de partida. Disminuyendo las previsiones de ingresos, claro. De los 200 millones se ha pasado a la mitad, aunque esta cantidad es también en parte determinada por el club, que ha preferido desprenderse de una cantidad menor de los asientos VIP que en un principio tenía previsto.
De todas formas, la realidad es que no se trata de una operación que en condiciones normales el Barça hubiera aceptado, pero la falta de tiempo y la ausencia de alternativas que no pasen por el aval de la junta directiva la coloca en posición preferente y, de hecho, cuando LaLiga dé el visto bueno, será ejecutada. Si la patronal pone problemas y las cantidades de esta venta que la entidad prevé que sirvan para las inscripciones no son suficientes, tocará, ya sin más dilación, avalar.