De la brújula al GPS. De África a ahora Arabia Saudí, pasando por Sudamérica. José Luis Criado (1957, Arjona, Jaén) ha vivido infinidades de penurias y euforias en el desierto. Hace ya 34 ediciones que se subió por primera vez a su vehículo para afrontar la carrera más dura del mundo: el Dakar. La prueba ha cambiado mucho, de deporte con ella. Criado ha crecido entre dunas y ahora afronta un nuevo y enorme reto con un flamante hito. En esta edición, Criado, con su camión, se convierte en el participante en activo con más Dakars en su palmarés, ya no solo a nivel español, sino a nivel mundial, tras la retirada de la competición de Stéphane Peterhansel. «Lo que más me gusta del Dakar es su gente», confiesa, contando las horas para emprender un nuevo viaje.
«Después de 34 participaciones, me mueve que, después de lo bien que lo hemos pasado en el Dakar, queremos seguir pasándolo bien. Tenemos ya amigos de toda la vida, nuestros mecánicos. Nos hemos hecho mayores en el desierto y esto une mucho», añade el copiloto, que pese a ser un experto en regular los nervios antes de la gran cita, reconoce que aún hay ese gusanillo ansioso dentro del él. «Después de tantos años ya tienes cierta experiencia, aprendes a administrar y a compatibilizar lo que es la profesión y el trabajo con los preparativos y la premura de que ya lo ves muy cerca. Cada vez lo vas viviendo con más ansiedad, con más ganas, pero hay que tener en la cabeza lo que estás haciendo ahora», cuenta Criado, que tiene una notaría.
Que el Dakar es especial, nadie lo pone en duda. La carrera más exigente del mundo, sin embargo, ha ido «domesticándose» con los años. Criado ha vivido desde dentro su evolución. «Yo a la gente joven la llevaría allí, a los inicios. No me duraría ninguno. No creo que quedaran muchos en aquella época, que no comías, que no bebías. Uno va evolucionando al ritmo que va evolucionando la vida, y eso es bonito. Para un tío de 67 años como yo, es un premio«, confiesa. «No tiene nada que ver. Para mí lo esencial es haber perdido el espíritu de aventura que antes había. Ahora esto se ha convertido en una carrera de ‘tonto el último’. A nosotros lo que nos atrajo del Dakar fue la aventura, el espíritu de conocer cosas nuevas, de poder competir en una carrera que tú eras un don nadie con gente enorme. Estar al lado de ellos y compartir. El Dakar iguala a todo el mundo«, confiesa.
«Es una carrera absolutamente distinta a todo lo demás. Y esto se ha ido perdiendo y ahora todo está superprofesionalizado. Las marcas, los coches, la tecnología… No digo que sea mala ni mucho menos, porque ha evitado muchas muertes y desastres. Pero el ser humano necesita esa dosis extraordinaria de adrenalina que te la daba ese Dakar primitivo. En el que ibas con una brújula y no sabías dónde ibas, te perdías tres días y después te reagrupabas y seguías para adelante», recuerda el copiloto de los primeros años.
Situaciones límite hay ahora y antes. Momentos críticos, decisiones difíciles y circunstancias que son una moneda al aire donde la cruz es la muerte. «Nosotros hemos estado en situaciones muy jodidas. Hemos tenido accidentes, hemos tenido situaciones de riesgo extremo en que yo creía que perdíamos la vida, sobre todo una vez que nos secuestraron y nos pusieron en fila. Yo creía que nos iban a fusilar. Otra vez estuvimos en una cárcel. O la vez que estuvimos 18 días solos«. Por eso, pese a que el miedo no es buen consejero, el respeto siempre está presente en la toma de decisiones. «Hay muchas cosas que pueden salir mal, pero no tienes esa sensación. Hay que saber compatibilizar la prevención, con adoptar actitudes osadas y agresivas«.
Y para hacer todo eso, no hay que perder la sonrisa. Criado mira cada día el calendario y lleva la cuenta de las jornadas que restan para volver a estar dentro del camión. De reencontrarse con su gente del Dakar. «Me ha enseñado tanto el Dakar. Sobre todo en humildad. Si no hubiese sido por eso, yo no hubiera conocido todo aquello. Ver las necesidades. Y viven, se levantan por la mañana y trabajan, se divierten y ríen, que es lo más importante. Nunca te fíes de alguien que no ríe. Jodido, de verdad».