El aumento de temperaturas por el cambio climático y los fenómenos extremos hace que algunas especies de bivalvos hayan iniciado una lenta y silenciosa emigración a latitudes más septentrionales para poder sobrevivir. Así lo explica el biólogo Guillermo Díaz-Agras, un investigador de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) especializado en hábitats marinos de los bivalvos, quien asegura que varias especies «se están desplazando hacia las rías del norte«.
Díaz-Agras explica que en los últimos años la producción de la almeja babosa ha registrado una fuerte caída en la comunidad y su cultivo ha sido paulatinamente sustituido por el de almeja japónica y ostra rizada, introducidas por iniciativa del Gobierno gallego y bien adaptadas al hábitat. La bajada de esta especie, puntualiza, va acompañado de «un descenso de la producción» de berberecho y de una caída de navajas y otros bivalvos.
En este sentido, el investigador de la USC relata que estas especies de cultivo han experimentado problemas de adaptación no solo por el alza de temperatura marina, sino también por la reducción de la salinidad derivada de un aumento de episodios de «lluvias torrenciales en poco tiempo». «Antes había casi siempre lluvia todo el año, pero ahora puede caer la misma cantidad —de agua— pero concentrada», detalla acerca de las «grandes lluvias en un corto espacio de tiempo» que conllevan «una súbita bajada de la salinidad«.
El impacto en el cultivo de mejillón en bateas
Por su parte, en lo referido el cultivo de mejillón en bateas, uno de los mayores negocios de la acuicultura en Galicia, Díaz-Agras incide en que resulta paralizado periódicamente, entre otras cuestiones, por la irrupción de microalgas de las conocidas como mareas rojas, susceptibles de aumentar en los próximos años a consecuencia también del cambio climático.
Acerca de este asunto, el biólogo resalta que este molusco ha resistido hasta ahora bastante bien en Galicia, si bien en la costa gallega la mejilla o semilla de mejillón, que se reproduce en rocas intermareales y que permite cultivarla en bateas, está menguando, en parte por la actividad de los extractores de percebe.
Así las cosas, recuerda que la labor de los percebeiros de arrancar ese crustáceo implica rascar las rocas en condiciones que perjudican la proliferación de muchas otras especies y nutrientes adheridos a esas superficies expuestas al oleaje. Por ello, Díaz-Agras señala que en las zonas intermareales «están desapareciendo los cinturones de mejillones» y, añade, eso puede poner en riesgo el desarrollo de hábitats donde hasta ahora «se reproducía naturalmente» junto con otras especies.
Sobre el caso concreto de la vieira, el científico de la USC declara que el cierre durante años de la ría de Ferrol ha llevado a un «boom en su reproducción«. Con todo, advierte de que se está empezando a notar la «baja oxigenación» y un «incremento de la acidez«, lo que se traduce en una mayor concentración de hidrógeno en las aguas marinas como consecuencia del cambio climático que, según explica, puede perjudicar a largo plazo a muchos moluscos que tienen un enorme peso en el sector primario.