El casco de moto es un elemento que, por ley, deben llevar los motoristas al subirse a un vehículo de dos ruedas. No usarlo implica una multa de 200 euros y la retirada de 3 puntos del carnet de conducir. Según la Dirección General de Tráfico (DGT), este elemento puede prevenir hasta el 44% de las lesiones en la cabeza si cumple con la homologación ECE correspondiente. Este dato subraya la importancia de elegir un casco adecuado y homologado, ya que puede marcar la diferencia en caso de accidente.
La importancia del casco de moto para la seguridad vial
Para que un casco proteja adecuadamente y reduzca la gravedad de las lesiones, debe contar con varias partes esenciales. La calota externa es el primer escudo del casco, encargada de recibir el primer impacto, ya sea contra el suelo o cualquier objeto de la carretera. Este componente puede estar fabricado con materiales como policarbonato, fibra de vidrio o fibra de carbono, cada uno con sus características específicas. Su función principal es dispersar la fuerza para que la cabeza no reciba un impacto en el mismo lugar, protegiendo así de golpes contra objetos punzantes.
El casco también cuenta con un sistema de ventilación, compuesto por pequeñas aberturas y rejillas que permiten la entrada de aire fresco. Esto es crucial para evitar el exceso de sudoración dentro del casco y reducir la formación de vaho. Las ventilaciones se encuentran en diferentes partes del casco, como la boca, los laterales, la parte frontal y trasera. Algunos modelos incluyen deflectores en la barbilla o nariz para minimizar el paso de aire y ruido, mejorando así la comodidad durante su uso.
Otro componente fundamental es el EPS, una espuma de poliestireno expandido de alta densidad. Este material se encarga de absorber, distribuir y repartir la energía del impacto antes de que llegue a la cabeza, lo que explica su deformación tras un golpe. Aunque un casco pueda parecer intacto externamente, si la calota interior ha sufrido un impacto y se ha deformado, es imprescindible cambiarlo. Por ello, no se recomienda adquirir cascos de segunda mano, ya que su integridad podría estar comprometida.
El acolchado interior del casco tiene una misión crucial: aumentar la protección de la cabeza y acomodarla para que no se mueva durante el uso diario o en caso de impacto. Está confeccionado con telas transpirables que absorben la humedad y el sudor, además de contar con tratamientos antimicrobianos que previenen olores y bacterias. Este acolchado es desmontable, permitiendo su limpieza regular, lo cual es esencial para mantener el casco en óptimas condiciones higiénicas.
Así debe ser el material exterior del casco para ser seguro
La pantalla del casco protege los ojos de la lluvia, insectos, piedras y el viento. Está fabricada con un material de plástico resistente que protege toda la cara en caso de impacto. Además, se puede colocar una lámina en la parte interna de la pantalla para evitar que se forme vaho en la cara interna de la visera, mejorando así la visibilidad en condiciones adversas. Este elemento es clave para garantizar una conducción segura, especialmente en situaciones de baja visibilidad.
El cierre del casco es la pieza encargada de ajustar la cabeza al casco por la parte de la barbilla, asegurando que no salga despedido en caso de accidente. Existen distintos tipos de cierre, como los micrométricos o los de correa de nailon o poliéster con hebilla doble. Estos últimos son más recomendables debido a su mayor seguridad. Un buen cierre es esencial para que el casco cumpla su función protectora, especialmente en situaciones de emergencia.
Por último, es importante recordar que los cascos de moto no son para toda la vida, ya que tienen una fecha de caducidad. Dependiendo de los materiales de fabricación, un casco puede durar entre 5 y 8 años. Pasado este tiempo, el casco pierde su eficacia para proteger la cabeza del motociclista. Además, los cascos integrales son considerados los más seguros, por lo que se recomienda optar por este tipo en lugar de los modelos jet, que ofrecen una protección menor.