La estética es importante, casi lo es todo en la RFEF desde el fin de la era Rubiales. Y el nuevo presidente del organismo, Rafael Louzán, sabiendo que juega con el hándicap de esta pendiente de una sentencia del Supremo por prevaricación, no la descuida. La primera reunión con su junta directiva, este jueves, quiso hacerla en un espacio de negocios en el centro de Madrid, lejos de esa sala de juntas de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas que pide a gritos un lavado de cara para dejar de evocar a los años 80. Como manda el protocolo, sentó a su derecha al ejecutivo de mayor rango de la RFEF, el secretario general Álvaro de Miguel. A su izquierda, uno de sus vicepresidentes. Curiosamente, la elegida fue la única mujer que va a ocupar ese cargo, la presidenta de la Liga F, Beatriz Álvarez.

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