La estética es importante, casi lo es todo en la RFEF desde el fin de la era Rubiales. Y el nuevo presidente del organismo, Rafael Louzán, sabiendo que juega con el hándicap de esta pendiente de una sentencia del Supremo por prevaricación, no la descuida. La primera reunión con su junta directiva, este jueves, quiso hacerla en un espacio de negocios en el centro de Madrid, lejos de esa sala de juntas de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas que pide a gritos un lavado de cara para dejar de evocar a los años 80. Como manda el protocolo, sentó a su derecha al ejecutivo de mayor rango de la RFEF, el secretario general Álvaro de Miguel. A su izquierda, uno de sus vicepresidentes. Curiosamente, la elegida fue la única mujer que va a ocupar ese cargo, la presidenta de la Liga F, Beatriz Álvarez.
El tiro de cámara lo completaban otros cuatro vicepresidentes. A saber: Sergio Merchán, quien fue su candidato de paja por si Louzán no llegaba a las elecciones y quien heredará el mando si el Supremo le hace caer; Paco Díez, el barón madrileño, de los más poderosos y con mayor peso político; y los dos enemigos más acérrimos que tuvo Rubiales, los presidentes de LaLiga y AFE, Javier Tebas y David Aganzo.
Todo estaba medidísimo al detalle para escenificar la creciente feminización de la entidad (el 50% de la junta directiva son mujeres), la importancia de los barones territoriales y, sobre todo, el apoyo de todas las fuerzas institucionales del fútbol español hacia el propio Louzán. Porque más allá de los respaldos públicos o de la labor de zapa en la recogida de avales, es esa foto en un salón de la calle Alcalá lo que evidencia que Louzán cuenta con el apoyo de (casi) todo el fútbol español.
El único barón «preparado»
«Por lo que nos llega y hemos podido investigar un poco, la triste realidad es que Louzán es el único de los barones que está preparado para gestionar un ‘monstruo’ como la RFEF. Infinitamente más que Pedro Rocha. Y como con el sistema clientelar que tienen es imposible que haya un presidente que venga de fuera del sistema, decidimos apoyarle a él, aun sabiendo que en dos meses puede estar inhabilitado», explican a este periódico desde las oficinas de un club profesional.
«Nadie ha puesto en duda mi capacidad de gestión», se defendía Louzán durante las elecciones, cuando le preguntaban por esa inhabilitación para ejercer cargos públicos durante siete años que pesa sobre su espalda, como consecuencia de que la Diputación de Pontevedra que presidió pagara dos veces por la misma reforma de un campo de fútbol en Moaña.
En realidad, esa es a priori la única mancha que carga Louzán, aunque es enorme. Porque la RFEF ha visto cómo sus tres últimos presidentes (Villar, Rubiales y Rocha) acababan inhabilitados por la justicia deportiva e imputados por la justicia ordinaria por su labor al frente del organismo. La condena de Louzán, aunque vinculada al fútbol, nada tiene que ver con sus cargos federativos (ya había sido miembro de la junta directiva de la RFEF y, sobre todo, presidente de la territorial gallega).
El Gobierno amaga pero no dispara
Una hoja de servicios que ha provocado que el Gobierno le repudie públicamente. «En la misma situación procesal del señor Louzán yo no podría estar sentada en esta mesa ni podría ser concejal de mi pueblo», recordó la ministra de Educación y Deporte, Pilar Alegría, el día después de su elección. Ocurre que el Gobierno, pese a pregonar en privado que iría con todo contra Louzán, todavía no ha tomado las armas contra él, temeroso de saltar las líneas rojas de la injerencia gubernamental indebida. En el CSD parecen ya decididos a esperar a que el Supremo dicte su sentencia, que ya será un punto de no retorno.
Lo llamativo de esta situación es que el Gobierno para ser el único organismo preocupado por la situación procesal de Louzán, mientras el resto de instituciones vinculadas a la gestión del fútbol le hacen la ola. Mención aparte merecen las federaciones territoriales que han quedado defenestradas tras apoyar a Gomar en las elecciones: Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Andalucía, Baleares y País Vasco.
En las oficinas de LaLiga también se arguye la capacitación de Louzán para brindarle su apoyo y, sobre todo, su rol determinante para reconstruir los puentes RFEF-LaLiga que Rubiales dinamitó durante sus cinco años en la presidencia. Tras ese tiempo de guerras sin fin, a Javier Tebas le basta con un presidente federativo que no le dé problemas. Y considera que Louzán será ese hombre. Lo mismo sucede con la Liga F y sobre todo con AFE, sindicato que el propio Rubiales presidió y a cuyo actual presidente, David Aganzo, le montó una guerra sucia con espías y denuncias ‘anónimas’ para tratar de tumbarle.
El Real Madrid, a la expectativa
La única institución deportiva no gubernamental que no se ha colocado detrás de Louzán es el Real Madrid. Nada que chirríe, pues el club blanco se ha situado premeditadamente al margen de la crisis federativa desde el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso. No se ha posicionado en público y tampoco, al menos de forma decisiva, en privado. De hecho, ni siquiera presentó su candidatura para ser miembro de la asamblea general, y eso que podía hacerlo tanto en fútbol masculino como en femenino.
Florentino Pérez aceptó en su momento ser parte de la junta directiva de Luis Rubiales. Al presidente blanco nunca le gustó el dirigente granadino, pero les unía su oposición frontal y decidida hacia Javier Tebas. El tiempo, y sobre todo los diferentes líos que surgían en torno al máximo mandatario de la RFEF, les fue distanciando. Hace más de un año, con Rubiales ya fuera, Florentino Pérez renunció a su puesto a la junta directiva federativa, al igual que Joan Laporta.
El berrinche de Laporta
El presidente del Barça, a diferencia de Florentino, sí se ha posicionado junto a Louzán. «He hablado con Laporta, me ha dado su aval», expresó el gallego durante los días previos a su elección como presidente. En los últimos días, eso sí, han tenido un pequeño roce, más estético que práctico, después de que a Louzán se le escapara que era «madridista» en una entrevista en Telemadrid. «Son unas declaraciones que están fuera de lugar y forman parte de lo que denomino como madridismo sociológico. Son unas manifestaciones ofensivas, pero también para otros clubes. Le ha faltado tiempo para decir que es del Real Madrid. Espero que haya sido un desliz», le reprendió el presidente azulgrana.
Un pequeño tirón de orejas para la galería que no baja al Barça del barco de Louzán, en el que está hasta una expresidente del CSD de Pedro Sánchez, María José Rienda. Si a todos los mencionados se suma a los árbitros, algún político del PP y una parte relevante de la prensa deportiva que prioriza las prebendas por encima del deber crítico, a Louzán se le dibuja un panorama alentador. Solo el Supremo puede bajarle de su nube.