El presidente y el vicepresidente de la Fundación Foro Jovellanos publicaron en este diario una reflexión sobre las cercanías en Asturias que comparto plenamente. Una primera apreciación de esta realidad es la ausencia de inteligencia política cuya consecuencia inmediata es la debacle en la que se encuentra eso que ahora llaman movilidad; sin embargo, quienes han sido privados del intelecto y asumen altas responsabilidades en la gestión de la cosa pública son muy hábiles para engañarnos y lo hacen con actuaciones como el cambio de librea –color de los coches de viajeros ya sean motores o remolques– con la esperanza de que nos creamos que ya están aquí los trenes nuevos, cuando lo único que han hecho es una burda operación de cambio de imagen como aquellas a las que se sometió en tiempos la duquesa de Alba. El resultado es el que es, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Si todo ese dinero invertido en una nueva gama de color en las unidades 2600, 3800, 2700 y 29000 se hubiese destinado a infraestructuras y al material móvil igual comenzábamos a ver que algo estaba cambiando para bien.
Muchas veces he escrito en este periódico sobre el ferrocarril y en concreto con referencia a los males que afectan a la vía estrecha que ahora se nombra con el acrónimo RAM o Renfe ancho métrico. El uso de esta nueva denominación me lleva a pensar en el mundo de los ordenadores y no en los caminos de hierro, cuyos los problemas en la red de cercanías asturianas ahí siguen y seguirán de por vida tal como va la gestión de este medio de transporte.
Uno de ellos es el tiempo invertido en viajar entre dos localidades. Veamos un ejemplo. La distancia entre el apeadero de La Argañosa y la estación de Pravia no llega a cuarenta kilómetros y la duración del viaje oscila entre setenta y dos minutos y setenta y cinco minutos como consecuencia por un lado de obligar a parar todos los trenes incluido el media distancia a Ferrol en quince apeaderos y estaciones en los que algunos son como la estación fantasma del metro madrileño. Este desastre obliga a quien viviendo al lado del apeadero de La Argañosa a viajar en su coche hasta Pravia porque llegar a la hora a su puesto de trabajo es como que te toque la lotería, luego se les llena la boca de agua hablando del calentamiento y la apuesta por el transporte público. Palabrería hueca que responde a la expresión «Obras son amores, y no buenas razones». Por si fuera poco en este recorrido cuando el tren parte de Oviedo hacia San Esteban se ve obligado en la recta de Peñaflor y entre Forcinas y Pravia a reducir su velocidad considerablemente porque hay un problema de sincronización entre la obsolescencia del material móvil y la digitalización de la señalización.
Otra muestra son los trazados de nueva creación o la modificación de los históricos. Respecto al primero clama al cielo el haber derivado la vía estrecha paralela a la ancha entre Oviedo y La Corredoria. Si en aquel momento alguien hubiese tenido la cabeza en su sitio habría propuesto un trazado a la altura del complejo deportivo Los Castañales hacia el HUCA y el sur de La Corredoria, de modo que hoy tendríamos conexión con el centro hospitalario en tres minutos desde el centro de Oviedo y además se facilitaría el acceso también a los posibles usuarios de los concejos de Nava, Siero, Noreña y de la parroquia de Colloto, a la par que el creciente barrio ovetense tendría comunicación férrea por el norte y por el sur. Esa falta de planificación se traslada a trazados históricos como el acometido para enlazar el antiguo ramal de Renfe entre Oviedo y Trubia con la línea del legendario Vasco-Asturiano. ¿Se puede admitir en 1999 crear un fondo de saco en Trubia? ¿Por qué no se ha construido la variante de Udrión para acortar el tiempo en cubrir el trayecto entre Oviedo y Pravia? Nadie responde porque no hay argumentos y no los hay porque su masa gris solamente es capaz es proferir discursos sustanciados en el recurso de la demagogia con la que intentan ocultar su ineptitud e irresponsabilidad manifiesta.
El estudio del movimiento de personas en cada línea serviría para planificar horarios en los que son compatibles los trenes semidirectos con aquellos que tienen parada en todo el recorrido, porque bien es cierto que no se puede dejar incomunicado el territorio en aras de apostar por la implementación de políticas que atenúen los desequilibrios territoriales. La solución a este mal en materia ferroviaria pasa por contar con personas que dispongan de la cualificación necesaria adobada con una buena dosis de honradez, pero viendo el panorama actual este tipo de mujeres y hombres no tienen cabida y por ello una vez más asistimos con escepticismo a contemplar que no hay solución, porque la gestión del ferrocarril asturiano queda reflejada en el símbolo del ouróboros.
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