La DANA de finales de octubre arrasó la provincia de Valencia y también el liderazgo de Carlos Mazón, que hasta ese momento se consolidaba como uno de los dirigentes autonómicos con más peso dentro del PP. El compromiso del ‘president’ fue unir a la reconstrucción de su Comunidad -todavía en shock por la riada que se llevó por delante más de 200 vidas- su futuro político. En Génova reconocen abiertamente que el partido valenciano está “en la UCI” y que hará falta mucho trabajo -sobre todo, resultados- para recuperar la confianza en su líder regional. Algunos dirigentes de la cúpula siguen dando por perdida esa posibilidad y creen que con el tiempo se evidenciará el relevo.
Lo que está claro es que el PP de la Comunidad Valenciana se ha convertido en el principal problema interno para Alberto Núñez Feijóo. Si de algo presume el líder conservador es de los doce gobiernos autonómicos que ostenta el PP (en Canarias con la vicepresidencia) y las dos ciudades autónomas. Y, por extensión, de la paz interna que existe en los territorios, y la ausencia de los líos orgánicos que tanto ruido generan en las organizaciones políticas.
Pero Valencia es más que un desafío para los conservadores. La primera decisión llegará en la primavera de 2025, cuando está previsto el congreso regional de la Comunitat. En ese cónclave se debería confirmar el liderazgo autonómico. Muchas voces dan por hecho que Mazón podría continuar, pero recalcan que podrían plantearlo como un mero trámite, una solución transitoria, hasta que llegue la decisión final. Hay otros dirigentes que ponen en duda que se vaya a celebrar ese congreso en tiempo y forma.
Lo haya o no, la patata caliente sigue en el tejado de Génova. En manos de la dirección nacional, en todo caso, está la confirmación del candidato para las autonómicas de 2027. El problema para Feijóo también reside en el crecimiento que Vox está experimentando según todas las encuestas en esa autonomía, y el desgaste tan fuerte que mantiene el PP.
Aunque confían en ir revirtiendo esos efectos, la realidad es que la Comunidad Valenciana es un bastión esencial para el PP en su totalidad. Un resultado global si hubiera unas elecciones generales no sería el mismo si esa comunidad no recupera la confianza en las siglas populares.
El objetivo de Génova, como ya publicó hace semanas este diario, siempre fue encapsular la crisis de la DANA y evitar el contagio hacia Feijóo. La tesis de la dirección nacional es que el debilitamiento de Mazón se queda en la esfera autonómica y consideran que el líder nacional no tendría por qué verse arrastrado. Pero las dudas razonables siguen en el aire y en el partido se establecen claramente dos puntos de vista sobre la crisis valenciana: los dirigentes que se niegan a sentenciar por completo al ‘president’, partidarios de “que el tiempo ponga las cosas en su sitio” y que mantienen que la sociedad valenciana culpa en gran medida al Gobierno de Pedro Sánchez “el abandono que sintieron”; y los que piensan que Mazón es pasado.
En la última postura hay personas muy relevantes y muy cercanas a Feijóo, que culpan a Mazón de haber acumulado errores ya después de la tragedia, y de haber sido incapaz de reconducir la situación, poniéndose al lado de los afectados y abandonando la frialdad y la falta de transparencia de las primeras horas. Consideran que la gestión posterior es lo verdaderamente imperdonable, igual que las distintas versiones sobre el día en el que se desató la riada.
En el balance de fin de año, Feijóo tuvo que responder a varias preguntas sobre este asunto. Evitó un respaldo claro hacia Mazón, pero también recalcó que “solo hay un político que ha seguido gestionando la situación, que asumió una remodelación de su propio Gobierno y que unió su futuro a la reconstrucción”. Reprochó que el Gobierno central no se vuelque en esa tarea y, de nuevo, cargó las tintas contra “los políticos que resultaron ascendidos” tras la catástrofe, en referencia a Teresa Ribera.
El baile de nombres sobre los posibles sustitutos es inevitable, pero también lo consideran “precipitado” en la cúpula. Dentro del Consell sobresale el nombre de la vicepresidenta Susana Camarero, a quien Mazón precisamente nombró como portavoz tras la catástrofe. Es la cara visible del gobierno autonómico y la persona que ejerce también como pilar del propio ‘president’ en casi todos los momentos.
La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, siempre estuvo en las quinielas. En la dirección nacional tiene un valedor -lo fue desde el principio- que es Esteban González Pons, defensor del perfil político que tiene la regidora. Hay voces, también en la dirección nacional, que son críticas con la postura de Catalá -claramente distanciada de Mazón desde la riada- porque entienden que la ausencia de apoyo se ha hecho notar demasiado. Son las mismas voces que recuerdan que las guerras internas siempre dan muchas vueltas y que la mayoría de veces no acaban como empiezan.