¿Por qué el referéndum de autodeterminación fue y seguirá siendo la única solución «política», «acordada por ambas partes», «realista», «aplicable», «de compromiso» y «que garantiza el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación»?
Desde abril de 2007, fecha en que Marruecos presentó su propuesta de «autonomía», el Consejo de Seguridad de la ONU, a través del llamado ‘penholder’ y el grupo de «Amigos del Sáhara Occidental», comenzó a introducir cambios graduales en sus resoluciones mediante el uso de términos y frases nuevas. Esto parecía un apoyo implícito a la propuesta marroquí y un intento de desviar el enfoque del referéndum de autodeterminación. Expresiones como «solución política», «compromiso», «realista», «acordada», «viable – aplicable» y «que garantiza el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación» se hicieron recurrentes.
Sin embargo, esas mismas expresiones, diseñadas originalmente para esquivar el referéndum, terminaron introduciendo y consolidando la consulta popular como la única solución que reúne dichas características y garantiza una solución pacífica, justa y definitiva al conflicto.
El referéndum es una solución «política» por excelencia. Surgió tras el reconocimiento de ambas partes del conflicto de que la «solución militar», que cada una pretendía imponer por la fuerza, había llegado a un punto muerto. Este reconocimiento abrió paso rápidamente a negociaciones políticas, a veces directas y otras bajo mediación internacional, que culminaron con el éxito de la ONU y la OUA al acordar un plan de arreglo para organizar un referéndum que permitiera al pueblo saharaui ejercer su derecho a la autodeterminación de manera democrática, civil y transparente. Por tanto, además de ser una solución política, el referéndum es también una solución democrática.
Además de ser una solución política, el referéndum es también una solución democrática
El referéndum es una solución «de compromiso» por excelencia. A través de él, y al margen de las posturas del Frente POLISARIO, que aboga por la independencia total, y del Reino de Marruecos, que pretende la anexión completa del territorio, se otorga al pueblo saharaui la oportunidad de decidir sobre el estatus final del territorio sin interferencias ni presiones de ninguna de las partes. Así, el pueblo, situado en el centro entre ambas posturas, es quien decidirá cuál prevalece.
El referéndum es una solución «realista» porque ofrece una respuesta integral a la realidad, sin reducirla a un solo aspecto. La realidad del Sáhara Occidental no puede limitarse a la presencia marroquí mediante un proyecto de ocupación militar y colonización en la parte bajo su control. También existe una realidad nacional saharaui en la zona liberada, con un estado miembro fundador de la Unión Africana, que mantiene relaciones diplomáticas amplias y que representa a todos los saharauis, incluidos los que viven bajo ocupación. Ignorar esta realidad nacional saharaui es inviable, y la independencia debe seguir siendo una opción para los saharauis, algo que el referéndum garantiza. Descartar el referéndum argumentando que la independencia es «irrealista» es una visión reduccionista y, por ende, poco realista.
El referéndum es la única solución «acordada» hasta ahora entre las partes, bajo el patrocinio de la ONU y OUA, dentro del marco del plan de arreglo original que preveía su organización a principios de 1992 y posteriormente a finales de 1998, según los Acuerdos de Houston y la mediación de James Baker. No existe ninguna otra solución acordada entre las partes, y es posible que nunca la haya.
El referéndum es una solución «viable – aplicable» por dos razones: la primera, porque la ONU tiene experiencia y éxitos previos en la organización de referéndums de autodeterminación, como en Timor Oriental en 1999 y en Sudán del Sur en 2011. La segunda, porque la ONU, a través de su Misión en el Sáhara Occidental (MINURSO), ya completó casi todos los preparativos técnicos para organizar el referéndum en dos fases, incluyendo la identificación del 85 % de los votantes, el plan de retorno de los refugiados y la reubicación de las fuerzas de ambas partes. La única diferencia con los casos exitosos es la falta de voluntad, primero por parte de Marruecos y luego del Consejo de Seguridad, para implementarlo.
El referéndum es la única solución que «garantiza el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación», conforme a los principios y la Carta de las NNUU. Las demás propuestas no son más que intentos de confiscar ese derecho y evadirlo.
La propuesta marroquí de «autonomía», además de no ser una «solución de compromiso», ni «acordada», ni «realista», ni «viable», ni «garantiza el derecho a la autodeterminación», es un enfoque de «ganador absoluto y perdedor absoluto». Lo que está en juego en el conflicto, desde el principio hasta hoy, es la «determinación del estatus final del territorio»; en otras palabras, quién tendrá soberanía sobre el territorio. La propuesta marroquí resuelve unilateralmente esta cuestión a su favor, sin consultar al pueblo saharaui, el único titular legítimo del derecho a la autodeterminación. Para que Marruecos pueda otorgar «autonomía» al territorio, primero debería poseer soberanía sobre él, algo que no puede tener sin la voluntad del pueblo saharaui, único dueño legítimo de ese derecho.
Oubi Bouchraya es diplomático saharaui, actualmente representante de la República Árabe Saharaui Democrática en Ginebra.