Dejar de ser «un herbívoro», en un contexto internacional dominado por las potencias «carnívoras». Semejante frase, atribuida a Josep Borrell, antiguo vicepresidente de la Comisión Europea y alto representante de la UE para la Política Exterior, parece resonar con fuerza en los pasillos del Parlamento Europeo tras las elecciones europeas de junio. La UE, una comunidad supranacional denominada en sus inicios Comunidad Económica Europea y que por aquel entonces, en los años 50, buscaba simplemente fomentar la integración económica mediante la creación de un mercado común y una unión aduanera, se dispone a dar un salto cualitativo en su integración, quizás uno de los más decisivos en su medio siglo de historia: crear una suerte de pilar de defensa común –la denominada ‘Europa de la defensa’– que permita a los Veintisiete asumir progresivamente su seguridad y protección en su entorno inmediato, y disuadir potencialmente en el futuro de un posible ataque a la Rusia de Vladímir Putin, convertida ya, sin fecha de caducidad, en una potencia abiertamente hostil en su frontera oriental.
Los desafíos para que casi una treintena de países, con descoordinadas industrias de defensa y diferentes prioridades en política exterior, se integren y den una respuesta unitaria a los desafíos que surgen del complicado contexto geopolítico actual son enormes, resume para EL PERIÓDICO Javi López, vicepresidente del Parlamento Europeo y miembro de la recientemente creada Comisión de Seguridad y Defensa, que asumirá las funciones de la subcomisión homónima. Sin ir más lejos, los dos estados miembros de mayor peso en los Veintisiete tienen diferentes culturas estratégicas. Alemania, según López, entiende su política exterior en términos de «mercantilismo», «comprar gas y vender coches», sin ningún concepto de ‘poder duro’. En Francia, en cambio, se impone el «soberanismo», y apoya que la UE se dote de instrumentos militares y diplomáticos para desarrollar una política exterior y de seguridad común, «siempre que sea la suya».
Pero la necesidad obliga y la ruptura de la arquitectura de seguridad europea debido a la invasión rusa de Ucrania, agravada por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca no permite ya titubeos. Europa tiene que dotarse de herramientas para desarrollar una política de defensa, y ello significa «gastar más en defensa, gastar más coordinado, y gastar más europeo», subraya López. Sin ir más lejos, Mark Rutte, secretario general de la OTAN, acaba de declarar que «en cuatro o cinco años» la capacidad de disuasión militar de la propia Alianza Atlántica podría verse afectada si los aliados no aceleran la inversión y aumentan el objetivo de gasto militar, visto el ritmo de incremento de los presupuestos bélicos en Rusia y China.
Primeros pasos
Los primeros pasos en esta ‘Europa de la defensa’ ya se han dado, y han venido motivados precisamente por la necesidad, por las carencias observadas gracias a la guerra de Ucrania. En octubre pasado, el Europarlamento aprobó el denominado Instrumento para el Refuerzo de la Industria Europea de Defensa mediante la Adquisición Común (EDIRPA) cuyo objetivo es «frenar» la fragmentación de las adquisiciones de material militar por cada estado miembro y «aumentar la eficacia» del gasto público. Se trata de «asegurarse de que haya coordinación en la compra para utilizar economías de escala y que salga más barato, que sea homologable y que se asegure un elevado porcentaje de producto europeo, lo que permitirá desarrollar nuestra industria de defensa», constata el eurodiputado López.
Otra de las prioridades es la puesta en marcha de la Fuerza de Reacción Rápida, compuesta por unos 5.000 hombres que tienen un entrenamiento conjunto, de carácter rotativo pero con una estructura administrativa permanente, que pueda ser desplegada en entornos hostiles con celeridad. «Siendo muy optimistas, se puede decir que sería la semilla de un Ejército europeo», destaca el eurodiputado socialista.
Sin duda, uno de los debates que generará más titulares será el presupuestario. La UE debe gastar más en Defensa, pero en el periodo hasta 2028, cuando se apruebe el nuevo Marco Financiero Plurianual, debe hallar fuentes de financiación extra para sus programas de defensa. La solución podría venir de instrumentos financieros extras ya ideados en el pasado para asumir las diferentes crisis en las que se ha visto envuelta la UE, incluyendo la posibilidad de «emitir deuda», como sostiene López.
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