Embarcar dos grúas portuarias de gran tamaño en San Petersburgo para llevarlas hasta Vladivostok, o sea, a través de miles de millas náuticas, desde una punta de Eurasia hasta la otra, cuando es más fácil, barato y lógico montar -o edificar- las grúas in situ que transportarlas… La versión oficial que ha trascendido sobre la carga y el destino del carguero ruso Ursa Major, hundido el pasado día 23 en el Mediterráneo a 62 millas de Águilas (Murcia), ha levantado suspicacias entre las fuentes de la Armada consultadas por este diario, que siguen con total escepticismo el siniestro.
En principio, el Ursa Major llevaba desde el puerto báltico hasta el puerto siberiano, desde el Atlántico hasta el Pacífico, dos escotillas de cubierta para el reactor de un rompehielos nuclear que se construye en los astilleros de Vladivostok, y también las mecionadas grúas de gran tamaño, que se utilizan para las estibas de material pesado en los muelles.
La carga del Ursa Major reposa ya en el fondo del Mediterráneo, a medio camino entre España y Argelia, y no ha trascendido otra versión de los 14 tripulantes que Salvamento Marítimo llevó a Cartagena: el destino, sostiene la versión rusa, era Vladivostok, donde debían arribar el 22 de enero.
De Siria a África
Expertos altos oficiales de la Armada creen que eso es solo parte de la verdad, una versión que puede ser cierta para las escotillas del rompehielos, pero no tanto para la grúas. Una primera especulación sobre su verdadero destino, y también con origen entre militares españoles, cundió en Navidad: las grúas podían ir a Siria, donde Rusia intentaría recuperar material militar tras la caída del régimen de Al Assad y la paulatina pérdida de control sobre su base naval de Tartus.
Ahora, en la suspicacia de las fuentes consultadas no se valora ese destino para las grúas, sino otro más cercano a España: la base naval libia de Tobruk. Sin poder contar con Tartus, a Rusia le quedan dos muelles navales en el continente africano, pero solo Tobruk está en el Mediterráneo: el otro, Port Sudán, está en el mar Rojo. Los dos puertos son ahora enclaves de referencia para el apoyo logístico a la presencia rusa en la mitad norte del continente africano, un inmenso territorio donde el Kremlin mantiene bases aéreas en Libia , República Centroafricana, Guinea Ecuatorial, Níger, Burkina Faso y Mali.
Libia se ha convertido en nodo de distribución de pertrechos para tropas de la Federación Rusa en el continente africano. Tobruk, según diversos informes de agencias de análisis estratégico occidentales, viene recibiendo la visita de flotillas rusas de carga y escolta con ritmo creciente este año. El pasado mes de junio, atracaron en la base libia el crucero Varyag y la fragata Almirante Shbashnikov. Les abrió la puerta el mariscal y señor libio de la guerra Khalifa Belkacem Haftar.
Vía de agua incontrolable
El carguero ruso lleva cuatro días hundido sin que acerca del siniestro se imponga aún otra certeza que la más básica: el Ursa Major sufrió «una vía de agua incontrolable bajo la línea de flotación en popa estribor», como lo resume una de las fuentes consultadas en la Armada. Si fue después de una, dos o tres explosiones en la sala de máquinas o en sus proximidades es un asunto que toca esclarecer a Moscú.
La firma rusa SK-Yug, propietaria del buque y suministradora de la industria rusa de defensa, ha denunciado el siniestro como atentado terrotista. Esa versión es puesta en cuarentena en España atendiendo al hecho de que, en guerra contra Ucrania, el Kremlin y su órbita suele achacar a su enemigo todo hecho susceptible de ser utilizado como propaganda bélica, independientemente de su veracidad.
El hundimiento tuvo lugar en área de rescate que corresponde a España, pero en aguas que son internacionales, y no de soberanía española. Por esa ubicación, la marina de guerra rusa invocó el Derecho del Mar -recogido en la convención de Naciones Unidas UNCLOS- para hacerse cargo del rescate. Este ya quedó a cargo de unidades navales rusas que seguían al carguero, si bien, en la medianoche del 23 de diciembre al 24, la Salvamar Draco había evacuado ya a 14 de los 16 tripulantes del barco; a los dos restantes se les da por muertos.
Sin evidencias de atentado
Fuentes de Interior señalan que no hay nada en el informe de Salvamento Marítimo que apuntale la tesis del ataque contra el carguero. Tampoco se hace mención a agresión alguna en el informe del patrullero de la clase Serviola que la Armada había enviado para seguir a la comitiva rusa a su paso por aguas de interés para España, aseguran en la Armada.
La Guardia Civil no investiga un caso de terrorismo en el siniestro del carguero ruso, aclaran fuentes del instituto armado. De hecho, no realiza pesquisas sobre el hundimiento pues, al producirse en aguas internacionales, no son competencia de las Fuerzas de Seguridad españolas sino del país que abandera la embarcación, o sea, Rusia.
La Guardia Civil sí ha abierto diligencias de prevención y las ha puesto a disposición del juzgado que estaba de guardia en Cartagena. Los agentes españoles han trasladado a la autodidad judicial el listado de tripulantes que ha proporcionado el capitán del barco, la filiación y documentación completa de los 14 que llegaron a puerto en España y recibieron una primera ayuda de la Cruz Roja. Ese listado se proporciona al juez por si lo pide en alguna requisitoria algún juzgado extranjero.
El listado, no obstante, tiene también interés para la inteligencia militar que se comparte en la OTAN: se trata de una tripulación de confianza de la marina rusa, que estaba a cargo de un porte de material militar por aguas de gran importancia para el despliegue del Kremlin en África.