Los aparatos electrónicos más modernos, tan venerados en la actualidad y de los que llegamos a ser tan dependientes, tienen una vulnerabilidad y fragilidad directamente proporcional a sus altos costes. La rapidez con la que evolucionan y la obsolescencia con la que los programan acaban convirtiéndolos en poco más que residuos en cuestión de pocos años. 

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