Fue en marzo de 2019 cuando se aprobó la primera de las medidas de intervención del alquiler en los últimos años. La modificación de la duración de los contratos a través de la LAU fue la primera de otras muchas medidas que han venido después, y que culminaron (por el momento) con la aprobación de la Ley de Vivienda. Ha pasado tiempo suficiente para que ésta y el resto de las medidas aprobadas con posterioridad con el objetivo de mejorar la accesibilidad del alquiler mostraran su eficacia. Pero lamentablemente lo único que han demostrado estas medidas es que son completamente nocivas para el mercado y sobre todo para las familias que necesitan una vivienda.

El principal error de diagnóstico ha sido obviar que el problema tenía como origen la falta de oferta, lo que ha conllevado que las medidas en vez de estimularla hayan buscado culpabilizar y perseguir al propietario. Muchos, al verse en esta situación, han optado por abandonar el mercado.  Según los datos de oferta de alquiler permanente que manejamos en idealista, una familia que busque una vivienda ahora encontrará un 33% menos viviendas en el mercado de las que había hace 5 años, una cifra que sube hasta el 75% en el caso de la ciudad de Barcelona y hasta el 46% en Madrid.

El objetivo siempre ha sido bajar los precios, pero una aplicación simple de las leyes de oferta y demanda basta para entender por qué tampoco ha funcionado: con una demanda cada vez mayor y una oferta en caída libre, las tensiones sobre los precios se disparan. Eso ha provocado que el precio haya subido un 28% en los últimos 5 años en España, un 25% en Madrid y hasta un 33% en Barcelona (a pesar de las dos etapas de control de precios que se han establecido). Como consecuencia directa, el esfuerzo que deben realizar las familias para acceder a un alquiler ha pasado del 33% al 36% actual. Muy por encima del umbral máximo recomendado por los expertos (destinar un tercio de los ingresos a la vivienda) se encuentran Madrid (38%) y sobre todo Barcelona (48%).

La falta de oferta ha tenido otra consecuencia indeseada más: el aumento de la competencia entre familias por cada vivienda que sale al mercado

La falta de oferta ha tenido otra consecuencia indeseada más: el aumento de la competencia entre familias por cada vivienda que sale al mercado. Si en 2019 había una media de 7 familias que competían por cada anuncio que se publicaba en idealista, en las mismas fechas de 2024 esa cifra ha aumentado hasta las 32. Si ponemos el foco en las grandes ciudades comprobamos cómo en Madrid el número de candidatos ha pasado de 10 a 43, mientras que en Barcelona esta subida ha sido aún mayor, al pasar de 9 a 63 familias compitiendo por cada vivienda. En esta competencia, donde los propietarios tienen decenas de perfiles entre los que elegir, los más perjudicados son siempre las familias más vulnerables y las que están en riesgo de serlo, ya que los propietarios se decantan siempre por los perfiles más cualificados y que les dan una mayor seguridad.

Tras 5 años de malos resultados, es imprescindible reflexionar y no insistir en recetas fallidas. En este tiempo todos nos hemos dado cuenta de que los propietarios no son el problema, sino la parte más relevante de la solución. Cualquier política de alquiler que no cuente con ellos como aliados, que no esté basada en datos ni en la opinión de expertos será un fracaso.


Francisco Iñareta – Portavoz de Idealista

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