Una mirada crítica al acoso escolar. Una novela que sirve de altavoz contra las injusticias, pero también de aviso para navegantes, de faro para los damnificados. La trabajadora social alicantina Paula Praes ilustra con la rigurosidad de su labor profesional las vivencias dentro de los centros escolares en Todas las cosas que no vi, una novela que se ha alzado con el Premio Jaén de Narrativa Juvenil 2024 en el que es su primera referencia editada hasta la fecha.
Mezclando pasado y presente, y con una prosa directa que engancha al lector, la autora realiza un testimonio verídico sobre el bullying a través de la relación de tres amigos -Adriana, Aitor y Xabi- azotados por la muerte. Una historia que refleja las dificultades de acudir diariamente a clase para enfrentarte a tus peores pesadillas, pero también a convivir con el luto constante e inmóvil, con el sentimiento de culpabilidad latente por lo que pudiste haber evitado.
La historia se centra en Adriana, una joven colombiana que se muda a una pequeña localidad vasca con su familia y tendrán que convivir con el hecho de ser los únicos habitantes negros del lugar. Esta situación comenzará a mostrarle a la protagonista, apodada Txime, las dificultades de convivir en un entorno cerrado y xenófobo hasta que se cruzan en su camino Aitor y Xabi, dos jóvenes muy diferentes que comenzarán a ser su apoyo en un contexto delicado de discriminación.
Sin embargo, el protagonista de la novela, de manera indirecta, es su amigo Aitor. En las continuas idas y venidas temporales, se presenta la muerte del personaje por un suicidio. ¿La razón? El acoso escolar constante que vivía, situación que no exteriorizaba y se guardaba para él, intentando ahogar sus fantasmas en su interior. Era su forma de decir «basta», de acabar con su sufrimiento. Un motivo de «liberación», como se hace denotar a lo largo de la novela.
Así, Adriana tendrá que convivir con el duelo durante toda su vida, pues no logra superar lo sucedido a su mejor amigo y acaba huyendo del pueblo para no enfrentarse a sus mayores temores. Junto a ella está Xabi, el tercero en discordia dentro de una amistad de tres. Él prefirió recorrer otro camino, el de formar una familia y pasar página. La trama, no obstante, les obliga a juntarse en el pueblo donde todo ocurrió y mirar a la cara a los que hicieron que Aitor tomase esa decisión, su última decisión. Los que lo «mataron».
«Este libro se sustenta en diversos casos sonados de bullying, los primeros que se etiquetaron como tal, pues antes no tenían cabida en las televisiones», explica la autora. Una serie de casos que fueron creando personajes en su cabeza y que, finalmente, acabaron apareciendo en Todas las cosas que no vi: «fueron esos primeros casos televisados los que hicieron que se empezasen a hacer protocolos y a tratar de otra manera el acoso escolar en los medios de comunicación».
Esa diferencia en abordar esta problemática, todavía muy presente en la sociedad, se percibe perfectamente en los constantes cambios temporales en los que la autora sumerge al lector. Porque lo que le pasa a Aitor en la novela quizás no hubiera pasado 20 años después, «pero todavía queda mucho por mejorar», admite la trabajadora social alicantina.
Juegos temporales
Una de las ideas que más funcionan en este libro es el cambio temporal. Los juegos temporales planteados por Paula Praes son más que un simple dinamizador de la lectura. Es un reflejo del cambio que ha vivido la sociedad, donde una persona que hacía bullying hace dos décadas actualmente puede ganarse la vida dando charlas de prevención del acoso. Un lavado de cara favorecido, en parte, con la proliferación de las redes sociales, donde cualquier persona puede modificar su propia personalidad de cara al público.
«Los personajes de esta novela conviven conmigo desde hace muchos años, pero he sentido la necesidad de que maduren en mi cabeza por más tiempo», expresa Praes. «Ahora mismo, por el tema de las redes sociales y de los influencers, es muy rápido poder dar la vuelta a todo. Has podido ser un bully y que eso te sirva para crecer como persona. Ahí entra el dilema de creerle o no».
Un acoso escolar que actualmente «es diferente» al de antaño, recalca la autora: «antes no había móviles y el acoso era más físico y directo, pero salías del instituto y, aunque el miedo seguía presente, el acoso terminaba. Ahora, en cambio, las redes sociales hacen que el acoso nunca termine, pues los damnificados siguen siendo acosados en casa mediante el chantaje o la publicación de vídeos delicados, como ha pasado recientemente con la publicación de vídeos sexuales falseados por inteligencia artificial», añade la autora.
Un relato que vale un premio
La manera en la que está escrita esta novela, sin rodeos y con un texto directo que va al grano, ha sido una de las virtudes que el jurado ha valorado para entregar a Paula Praes el Premio Jaén de Novela Juvenil 2024. Una sorpresa que pilló desprevenida a la propia autora, pues se le olvidó poner sus datos de contacto cuando decidió enviar su manuscrito. «De hecho, no pudieron localizarme y me enteré por la prensa que era una de las ganadoras», asegura la trabajadora social alicantina.
Ahora, bajo una editorial como Montena, perteneciente a Penguin Random House, su libro Todas las cosas que no vi ha salido a la luz con la intención «de poder ayudar y mostrar la realidad» desde el punto de vista de una profesional. El grupo editorial se ha encargado de incorporar esta referencia literaria al catálogo de recomendaciones a los centros escolares, «pues es una novela que puede ayudar mucho a los jóvenes que la lean». Las mariposas de Paula Praes alzan el vuelo en el que es uno de los mejores debuts editoriales de este año.